No les gusta la comparación, pero a efectos prácticos afirman ser ‘Los últimos de Filipinas’. Un puñado de pescadores son el testimonio hoy día de lo que no hace mucho fue uno de los principales motores económicos de la ciudad. Hace unas décadas había más de 300 embarcaciones que cada día salían a faenar. Hoy quedan menos de una decena y los días de faena apenas llegan para cubrir los gastos. Son muchas la causas por las que la pesca en Ceuta se ha ido perdiendo. La falta de pescado, la mercancía que llega cada día de Marruecos, el cierre de las fábricas conserveras, la falta de mano de obra en el sector y la falta de apoyo institucional, entre otros factores, conforman un cóctel que está terminando con los últimos rescoldos de un arte milenario.
‘Fato TV’ se ‘sumerge’ en el mundo de la pesca y recoge los testimonios de lo que queda del sector que hoy alimenta a unas pocas familias ceutíes.
El presidente de la Cofradía de Pescadores de Ceuta, Rafael Ariza, es uno de esos pescadores de toda la vida en Ceuta y uno de los pilares por los que el sector se mantiene a flote en nuestra ciudad. A primera hora de la mañana, junto con sus empleados, comienzan los preparativos para salir a la almadraba que tiene ubicada en la bahía sur de nuestra ciudad.
El sector se mantiene gracias a las dos almadrabas que cada año se instalan allí. La temporada comienza alrededor del mes de mayo y dura unos seis meses. Tiempo en el que hay que trabajar duro para cubrir siquiera los gastos de combustible, mantenimiento de los materiales, la Seguridad Social, los salarios... Gastos que se costean si se tiene un buen día de faena. Ariza explica a ‘Faro TV’ que se considera un buen día de pesca si se sacan unos 5.000 kilos de pescado, lo suficiente para cubrir los gastos del día.
Pero no todos los días se consigue ese cupo mínimo. La pesca en Ceuta está “esquilmada”. Los bancos de pescado que antes nadaban a sus anchas por la bahía norte y sur de Ceuta han disminuido más de la mitad. La explotación de los bancos en la costa de esta parte del norte de Marruecos está agotando los recursos. El sector pesquero en Ceuta compite directamente con el mercado marroquí. El desarrollo al otro lado de la frontera permite que Ceuta esté abastecida de pescado todos los días.
La lonja de Ceuta, única
Es la ley de la oferta y la demanda que en nuestra ciudad mantiene abierta, a duras penas, la lonja pesquera.
Juan Manuel Sánchez es el responsable de la subasta en la lonja. Recuerda que hace unos años todos los pescaderos acudían a la lonja a comprar el pescado, hoy sólo unos pocos se acercan para comprar melvas, bonitos, jureles y caballas. La variedad de pescado también ha disminuido en la ciudad en los últimos años.
La lonja de Ceuta no es especial por el hecho de que unos pocos pescadores y pescaderos acudan allí. Es especial porque es la única en toda España en la que la puja se realiza de viva voz y en pesetas. Juan Manuel Sánchez asegura que hacerlo en pesetas es más fácil. Comienza un precio y va subiendo hasta vender las cajas disponibles. En las lonjas españolas, la subasta ya está completamente digitalizada. Cada comprador tiene un mando con el que puja por el pescado que se oferta a través de una pantalla. Aquí la subasta comienza con un precio alto y va bajando hasta que algún comprador pulsa su mando.
Hace unos meses la Autoridad Portuaria realizó algunas mejoras en la lonja de pescadores. Arreglos indispensables para poder albergar allí el pescado cumpliendo los requisitos higiénico-sanitarios. Además, el presidente de la Cofradía, Rafael Ariza, compró recientemente una máquina de hielo, para poder conservar el pescado y venderlo no solamente en Ceuta, sino también para transportarlo a Algeciras, donde también va gran parte del pescado ceutí.
Allí, sí sale algo más rentable vender el pescado del día. Pero incrementa los costes de transporte y la competencia es mayor.
El puerto pesquero
El actual presidente de la Cofradía de Pescadores y todos los que han pasado por este cargo han tratado de solventar con nuestras autoridades otros obstáculos a los que se enfrenta el sector pesquero en Ceuta. Las normativas europeas exigen unos requisitos para poder exportar nuestro pescado. Requisitos que no son fáciles de conseguir, dadas las circunstancias especiales de la ciudad, pero que tras reuniones varias con el presidente de la Ciudad y con su homólogo en la Autoridad Portuaria, las gestiones no han dado frutos. “Nos tiene casi olvidados y digo casi porque a veces preguntan. Pero no somos votos para ellos”, lamenta Sánchez.
El puerto pesquero está ahora frente al muelle Alfau. No hace muchos años cambió de ubicación y ha quedado reducido en espacio para albergar los pocos barcos que se dedican a faenar. Es un lugar un tanto solitario, únicamente transitado por los trabajadores del sector y los ceutíes que por la mañana o por la tarde pasean por allí.
Pero este espacio también sufre problemas. No es la primera vez que Ariza y los trabajadores se han encontrado una mañana con las redes rotas o echan en falta alguna pequeña embarcación o patera. Los robos y el vandalismo están a la orden del día. “Se llevan los plomos de las redes para venderlas en Marruecos”, apunta Luis, uno de los trabajadores del puerto pesquero, mientras sus compañeros realizan las maniobras rutinarias de devolver al agua las pequeñas barcas con las que acuden a la almadraba.
Su propietario nos explica que al final de cada día de faena tienen que sacar del agua estas pequeñas embarcaciones y dejarlas en el muelle para evitar que se las roben. Frecuentemente son utilizadas para el tráfico de inmigrantes.
“El Gobierno de Ceuta no hace nada por los pescadores. Están locos por que se pierda”
José Galán también comenzó en el arte de la pesca a los 14 años y le quedan pocos meses antes de que se jubile. Explica que a lo largo de su carrera pesquera ha tenido varias embarcaciones, pero cuando el sector en Ceuta empezó a decaer los fue vendiendo. Salir a faenar no ha sido tarea fácil para llevar un jornal a casa. A la falta de pescado y los costes de los materiales, el barco y la Seguridad Social, “que se come todo”, se le suman los problemas de competencia con el mercado pesquero marroquí. “Ceuta no tiene aguas ni para bañarse, me han llegado a decir”, asegura. También, los pescadores se tienen que enfrentar en solitario al problema de las aguas jurisdiccionales. “A mí me pusieron dos multas. Dijeron que estaba pescando en sus aguas y era mentira, yo estaba pescando legalmente. Pero aquí te dicen que es su palabra contra la de ellos”, lamenta. “Aquí quedamos los últimos de Filipinas y cuando nos vayamos jubilando, esto se pierde, porque no se gana. Nosotros que estamos aquí ganamos 80, 90 o 100 euros a la semana y hay semanas que menos”, explica. Dada la situación, entiende que ni siquiera los jóvenes se interesen por la pesca “porque no se gana. Cuando les dices que aquí se gana a la parte, salen corriendo”. “Un hijo mío no se dedicaría a la mar porque no juntaría ni para casarse ni para nada porque no se mantiene un barco de pesca. Nosotros seguimos porque con 60 años, ¿a dónde vamos a ir? Así que estamos esperando a jubilarnos y ya, pues esto está todo perdido”. “El Gobierno de Ceuta no hace nada por los pescadores, no nos dan ninguna ayuda. Están locos por que esto se pierda. Esa es la realidad de la pesca en Ceuta”, lamenta.
Los años dorados de la pesca en Ceuta, 200 barcos, la cooperativa y las conserveras
“Yo estuve cinco años en Carranza y se pillaban las melvas y los atunes que era un contento”, así rememora sus buenos tiempos en la pesca Manuel Ariza. Cuando el sector comenzó a flojear, formaron una cooperativa a principios de los 80, para repartir los beneficios que aún se podían sacar. “Los primeros años míos, tenía yo 10 ó 12 años, trabajando en la mar. Y de ahí para adelante. Había mucho pescado, se ganaba bien en la mar porque había cantidad de pescado. Había melvas, sardinas, boquerón... de todas las clases. Hoy no hay nada. Ya se ha perdido todo. Está todo perdido”, lamenta. “Antes había más de 200 barcos y se han perdido, había cinco o seis fábricas conserveras y se han perdido. La almadraba de Carranza eso era una fortuna. Se cogían 3.000 atunes y de ahí para arriba. Luego vinieron un par de temporadas malas y ya todo eran deudas y más deudas y ya se perdió también. Y hasta ahí mi historia de la mar”, concluye con una amplia sonrisa.
Así sobrevive la pesca de almadraba en Ceuta, entre veteranos y noveles
Rafael Ariza es pescador desde los 14 años. Vivía en la bahía sur, aunque luego se mudó, pero toda su familia se ha dedicado a la mar. Sus hijos no recogen el testigo familiar, pero no lo lamenta porque el trabajo de pescador “es muy complicado. Es un trabajo muy duro, muchas noches sin dormir...”. “Mi hija no quiere saber nada de esto, por supuesto, y mi hijo tiene su trabajito en tierra y está muy bien. No le gusta la pesca... le gusta mirar un ratito y ya está”. Rafael no pierde de vista el trabajo de sus empleados en las barcas mientras tiran de la red para ir dirigiendo a los pescados hacia el copo donde después lo distribuirán para ser enviado a la lonja de Ceuta y Algeciras.
La pesca de almadraba consiste en ubicar un conjunto de redes a diferentes profundidades, que a modo de laberinto, atrapa a los pescados, aprovechando las corrientes y la dirección de la migración a lo largo de la costa. Después se ubican varias embarcaciones enfrentadas donde se anclan momentáneamente las redes donde se formará el copo con los pescados atrapados. Los buzos ayudan a dirigir al banco de peces hacia el copo ‘armados’ con unos dispositivos que imitan el sonido de depredadores como las orcas.
Una vez cogida la red se va recogiendo, dirigiendo el banco de pescados hasta el copo y sacándolas a la superficie. Después, con ayuda de una grúa se van sacando los kilos de pescado que se van distribuyendo en cada caja según su especie. Así, pueden ser transportados hasta Algeciras y la lonja de Ceuta para la subasta.
La pesca de almadraba es un arte milenario y gracias a él, el sector pesquero resiste a su desaparición. La mayoría de los pescadores que aún quedan en activo prácticamente están “esperando la jubilación”. Pero la pesca se ha convertido en una salida laboral para personas como Luis, que dedicado hasta hace unos años a la construcción y la hostelería, ha encontrado en este sector su sustento. “Hace falta arrojo, ganas y necesidad. Es muy bonito porque es el hombre contra los elementos, pero es muy duro. Aquí si eres un flojeras y te gusta dormir, mejor te quedas en tu casa. Aquí hay que apencar”, apunta.
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