Opinión

La pequeña y mediana empresa llaman a la puerta

En España existen aproximadamente 3,2 millones de empresas, de ellas el 99,7% son pymes  es decir tienen menos de 250 trabajadores en sus plantillas y de ellas  el 95% tienen menos de 10 trabajadores, por lo que el tejido empresarial en nuestro país se estructura claramente en este tipo de  pequeñas empresas  que solo son capaces  de producir el 63% del valor añadido total. De los 12,4 millones de trabajadores asalariados del sector privado, 7,7 millones desarrollan su actividad en el seno de una pyme. La crisis económica les ha obligado a abrirse al exterior, así casi la mitad del aumento de las exportaciones se debe a las ventas de las pymes fundamentalmente por las oportunidades habidas en los sectores de comercio electrónico y las nuevas tecnologías. Las estructuradas  como medianas empresas han disminuido considerablemente desde el inicio de la crisis en 2008 (24.303) hasta su finalización en 2014 (16.976), lo que supone una caída del 30,2% mientras las estructuradas como pequeñas  disminuyeron solamente en el 8,7%.

¿Por qué se continua con la creación de pequeñas empresas cuando es conocida la relación de eficacia entre el tamaño empresarial y la productividad, la capacidad exportadora y la propensión innovadora de la empresa? Pues  la estructura del estado de las autonomías tiene mucho que ver  al producir barreras a la creación de empresas junto a las cargas burocráticas a las que las someten, las complejas normas emanantes de la legislaciones autonómicas,  junto a las dificultades de acceso a la financiación y el diferente tratamiento fiscal a las empresas según su tamaño, sin olvidar las restricciones del mercado de trabajo.

Paradójicamente en el macro sector servicios  el peso de las pymes es relativamente bajo, siendo el sector financiero en el que tiene menor peso, siendo también débil en actividades relacionadas con la sanidad, los servicios sociales y los seguros. Por el contrario es más elevado su peso, dentro de este sector en actividades inmobiliarias y en la hostelería. En el sector de la industria las pymes representan la tasa más baja del conjunto de sectores, siendo el sector de la construcción el que cuenta con mayor proporción de trabajadores empleados en las pymes, aquí el 89,8 de los trabajadores desarrollan su actividad en una pyme, como ocurre prácticamente en el sector agrícola.

Lógicamente en estructuras tan débiles económicamente la crisis que comenzó en 2007 en Estados Unidos con las denominadas hipotecas basura o “subprime” ha afectado durante todo el periodo en que se ha desarrollado y con una gran profundidad, existiendo un gran paralelismo entre el ciclo económico español por la crisis financiera y la situación económica y financiera de las pymes.

Pero no obstante, si consideramos que el tamaño de las empresas es muy importante también debemos considerar cuales son los obstáculos que impiden su crecimiento en cuanto al tamaño o su implantación además de las barreras burocráticas ejercidas por las distintas Comunidades Autónomas, teniendo en cuenta que parece que la economía española aunque muy lentamente ha recuperado la senda del crecimiento de acuerdo con los datos de evolución de empleo y PIB y  ayudada por la caída del precio del petróleo, la depreciación del euro y la política monetaria de la Unión Europea, aunque siga siendo insoportable la tasa de desempleo, y los coeficientes de deuda y déficit que no logramos dominar. El hecho de querer crear una empresa no es motivo suficiente para crearla, es decir el espíritu emprendedor es necesario pero no suficiente. La estabilidad económica es una condición indispensable aunque en parte es un factor exógeno a la economía del país, ahora de nuevo amenazada dicha estabilidad por factores políticos como pudiera ser el Brexit.  Ahora bien, yendo a la raíz doméstica, en España existen disposiciones fiscales y laborales  que discriminan por tamaño de empresa y desincentivan su crecimiento, lo que explica en gran parte la concentración de pequeñas y medianas empresas, así en el terreno laboral si la empresa tiene 50 trabajadores o más, debe crear un comité de empresa con liberados, elecciones, etc. En el terreno fiscal la discriminación se hace sobre la base de los 6 millones de euros para el pago fraccionado del Impuesto sobre Sociedades, la liquidación del IVA y la integración o no en la unidad de grandes contribuyentes y en el terreno del control, la discriminación surge a partir de los 2,85 millones de euros de Activo  y con empresas de menos de 50 trabajadores (Auditorías, cuentas abreviadas, Inspecciones tributarias).  En el terreno financiero,  el tamaño de la empresa está asociado a su poder de capitalización y endeudamiento por lo que independientemente del ciclo económico  la brecha de financiación que sufre la pyme, lastra su crecimiento. Esta brecha  surge principalmente como consecuencia de la dependencia de la pyme de su financiación bancaria y los elevados gastos financieros en el balance de estas  empresas por lo que aumenta la necesidad de recurrir a fondos propios que aumentan proporcionalmente  conforme disminuye el tamaño de la empresa. Sin embargo la  banca ha conseguido abundantes fondos debido a las medidas de expansión monetaria del BCE  desde 2014, pero el flujo para las pyme  no circula en las mismas condiciones que en el periodo anterior a la crisis.

De lo expuesto anteriormente hemos de considerar seriamente fortalecer el tejido empresarial formado por las pyme en el sentido de ayudarlas a que se hagan mayores, es decir a que aumenten considerablemente su tamaño favoreciendo la competitividad y su salida al exterior, lo que exige un estudio previo de como facilitar su andadura por el camino empresarial suprimiendo, en lo posible, las trabas de todo tipo expuestas anteriormente. Las empresas han de realizar por sí mismas  importantes esfuerzos  para crecer, fundamentalmente en profesionalizar su gestión y organización internas  así como ampliar sus redes de colaboración externa no solo con otras empresas sino con todo tipo de instituciones afines a su actividad. Para ello la financiación tanto pública como privada deben ayudar a las empresas que muestren proyectos claros de crecimiento en lugar de financiar solamente la inversión  en activos fijos, lo que significa apoyar directa o indirectamente  el avance tecnológico, y los procesos de apertura al exterior. Las pyme llaman a la puerta y es necesario abrirla de par en par.

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