El ceutí Pedro Orozco ultimaba ayer los detalles para volver a colgar, a partir del jueves, parte de su nueva creación pictórica en el Museo del Revellín.
La muestra, bautizada como Espacios acuarelados, inundará hasta el día 31 las salas con la paleta de colores que le elevó hace tiempo a la condición de uno de los artistas más aplaudidos en su estilo en los foros nacionales e internacionales. La exposición cierra además un paréntesis de tres años desde que sus obras dieran forma, en febrero de 2011 y en el mismo emplazamiento, a Cuadernos de viaje, la última recopilación pictórica presentada al público en Ceuta.
A lo largo de 40 cuadros, Orozco concibe la muestra como una continuidad de aquella cita, pero también de todo lo que presentó el pasado verano en Brioude (Francia), “el salón internacional más importante del mundo para los acuarelistas”. Hasta allí acudió para exponer sus obras tras ser seleccionado por el jurado, que alabó su maestría con los pinceles. “Muchos de los cuadros que presento ahora en el Revellín son los que traigo de aquel certamen, incluso algunos pintados allí, pero también ampliados con otros nuevos”, detalla.
Quienes se acerquen desde el día 8 hasta el Museo se reencontrarán con esa pintura tan característica de Orozco, que gira en torno al paisajismo en su doble vertiente rural y urbana. “Yo soy ante todo eso: paisajista. En mis obras no hay muchas figuras”, define. Es la forma que utiliza para dar rienda suelta a un estilo claramente mediterráneo, inundado de color y luminosidad y que toma como excusa cualquier escenario, incluida Ceuta. “Soy un gran estudioso de la luz. Vivimos en una ciudad donde tenemos el privilegio de verla de cota a cero a cota cero, desde que el sol sale hasta que se pone. Eso se plasma en un espectro lumínico cambiante a lo largo del día del que no se puede disfrutar en otros muchos lugares del mundo. Somos unos privilegiados. De hecho, los ceutíes sabemos mucho de luz”, asegura.
No obstante, invita a los visitantes a que sean ellos quienes descubran la evolución de su producción. “Es el espectador quien debe comparar y concluir en qué ha cambiado mi obra. Mi puntura es quizás ahora más espontánea, más sintética, más sutil. Algo distinto hay”, avanza sin desvelar más detalles.
Asume que no puede “dedicar más tiempo” a su gran pasión artística porque el trabajo absorbe buena parte del tiempo que desearía dedicarle. Pese a todo, ha encontrado tiempo para pasear sus obras, y sumar elogios, en Francia (Toulouse, Burdeos, Caussade, Rodez...), Inglaterra, Portugal, Valencia... “Todo no lo puedo atender, pero se hace lo que se puede”, reconoce. La última gran noticia le ha llegado de un concurso internacional de acuarelistas al que se presentaban 2.500 autores. Ha pasado el primer corte y ya figura entre los 294 supervivientes. Los 30 mejores, entre los que espera figurar, expondrán en la Bienal de Narbona (Francia).