Ante las opiniones aparecidas en la prensa y ante la preocupación de los devotos del Santo Cristo de Medinaceli de Ceuta, el Obispado de la Diócesis de Cádiz y Ceuta no ha tardado en sacar una nota oficial de prensa el pasado lunes 22 de julio en la que se aseguraba el mantenimiento del culto todos los días, de lunes a viernes, de 12.30 a 15.00 horas. También se informaba de la llegada de una familia al templo, con lo que se garantizaba el culto.
Señor obispo de Cádiz y Ceuta, si de lo que se trata es de mantener el culto cristiano en San Ildefonso a toda costa y a todo coste, hágalo siempre a la altura de las circunstancias. No creo que utilizar una familia procedente de Cádiz para que haga funciones de ermitaños, y sin entrar en detalles que usted ya conoce, sea la decisión más adecuada. Lo lógico sería buscar una orden religiosa que se hiciera cargo del templo y de los cultos. Pero antes de eso, es necesario tener en cuenta varias premisas, primero restaurar y acondicionar debidamente el recinto, que como siempre lo hará usted con los fondos de la Ciudad Autónoma de Ceuta. En segundo lugar, como ya le dije, buscar a las personas religiosas más adecuadas para la supuesta misión evangelizadora que usted pretende realizar allí, y en tercer lugar, y no por ello menos importante, garantizar su seguridad. Pero no sólo la seguridad de las personas físicas que van a hacer su vida en San Ildefonso, sino también del patrimonio histórico, artístico, cultural y uncional que contiene actualmente el templo, y me refiero a las Sagradas Imágenes del Cristo de Medinaceli y su madre la Virgen de los Dolores, que usted se empeña en mantener allí.
Por favor, señor obispo, no utilice estas imágenes de gran devoción popular como sacro reclamo para mantener a toda costa un reducto aislado para una misión evangelizadora perdida en la historia hace mucho tiempo. Si usted quiere mantener abierta al culto el templo de San Ildefonso, hágalo adecuadamente, pero con otras imágenes de menor valor artístico e histórico que las que ahora allí se encuentran, que son patrimonio de Ceuta y de la humanidad. Siga el ejemplo del Padre Miguel Tenorio, que tiene abierta permanentemente la Capilla del Hospital Universitario de Ceuta, muy dignamente presidida por imágenes de Jesús de escayola, de serie, sin valor artístico ni patrimonial, que estaban abandonadas y fuera de culto, como tantas otras en sus iglesias. ¿Porque no se lleva a San Ildefonso, por ejemplo, la talla del Cristo del Madero y su dolorosa adjunta de nuestra Catedral? Por favor, señor obispo, no utilice al Señor de Ceuta como bandera o estandarte de cristiandad en un reducto aislado y perdido para siempre.
Señor obispo, aprenda usted de la historia o estará condenado a repetirla. Uno de los errores que cometió la Iglesia en los años de la dictadura militar de Primo de Rivera, y que pagó a un alto precio posteriormente durante la Segunda República, fue mostrarle al pueblo con reiteración y alevosía que todo lo que tenía en sus templos, incluidas las imágenes, era de su propiedad, craso error que provocó una erupción de anticlericalismo posterior a la dictadura. Si la gente inculta de aquel tiempo hubiera entendido que las imágenes religiosas eran un legado histórico, artístico, cultural y sobre todo uncional y espiritual del pueblo llano, probablemente no hubiéramos perdido ese gran patrimonio artístico y sentimental en los desgraciados incidentes acaecidos en el periodo republicano, y sobre todo en el verano del 1936.
Señor Obispo, la Iglesia que usted representa en Ceuta debe cambiar de actitud, y seguir al pie de la letra las nuevas directrices del papa Francisco. Las imágenes que están depositadas en los templos nunca son de su propiedad, y no debe disponer de ellas a su libre albedrío, y no le hablo ya en términos jurídicos, sino sentimentales, espirituales y uncionales.
Señor obispo, el Señor de Ceuta no es suyo, no es de su propiedad, ni de la Iglesia que usted representa, sino de su pueblo cristiano, que le reza y da culto siempre que le facilitan esa oportunidad. Estas imágenes no tendrían ningún sentido sin sus fieles devotos, y usted lo sabe. Por tanto, debe conocer y respetar la voluntad de sus feligreses antes de tomar decisiones, que le puedo asegurar que desean fervientemente tener a “su Señor” lo más cerca posible de sus domicilios, como ya lo está de su corazón, y de su alma. Ya va siendo hora de que el Señor de Ceuta regrese al lugar que se merece, y que sea cuidado y mantenido por un culto permanente en la Capilla de su Casa de Hermandad, como lo están otras imágenes de gran devoción popular, como la Macarena, la Esperanza de Triana, los Gitanos, la Estrella, el Cachorro… ¿Quiere usted que siga?¿Por qué se opone abiertamente a la propuesta de la Junta de Gobierno de su Hermandad legalmente constituida y a la voluntad de sus numerosos devotos que desean fervientemente tener a su Señor lo más cerca físicamente como cerca está de sus corazones?
No utilice sólo las imágenes como “instrumento para la evangelización”, ése no es su destino principal, entre otras cosas porque no son simples instrumentos, y usted lo sabe. No manipule nuestras Sagradas Imágenes como “herramientas” pastorales ante un mundo y una sociedad que va cambiado radicalmente. En este contexto que nos ocupa ¿ha respondido usted ya a las preguntas del Papa Francisco? El decía en su homilía “¿estamos evangelizando bien?”. Ante una sociedad que ha cambiado y que sigue cambiando, ¿vale el estilo de actuar de antaño, cuando todo el mundo iba a misa, buscando o no al Cristo de Medinaceli? ¿No habremos de ir nosotros en su busca y captura, no de una, sino de las numerosas ovejas perdidas que nos faltan en el censo de nuestro rebaño? ¿No cree usted que primero tendremos que conservar las poquitas ovejas que nos quedan dejando el Cristo donde ellas quieren, y después salir en busca de tantas y tantas ovejas que se nos han perdido por el camino?
Nos quejamos públicamente de que las personas que antes frecuentaban nuestras iglesias ahora se han alejado. Pero ¿se han alejado de motu propio, o hemos dejado que se alejen con nuestra desidia de funcionario por posición del “vuelva usted mañana” o nuestra prepotencia del político, ambos del antiguo régimen? ¿Se lo hemos preguntado alguna vez a esas numerosas ovejas perdidas? No por tener más templos abiertos sin feligresía autóctona vamos a tener más creyentes, no creo que éste sea el caso. No cree usted Señor Obispo que en vez de buscar la oveja perdida en San Ildefonso, que probablemente nunca la encontremos ¿por qué no vamos en busca de las noventa y nueve alejadas y perdidas por el centro y por todas barriadas de nuestra ciudad?
Señor obispo, no podemos estar siempre esperando que venga la gente a San Ildefonso a dar culto al Señor de Ceuta. Somos nosotros los que tenemos que llevar el Cristo de Medinaceli y su mensaje a sus devotos, y no sólo durante la cuaresma y el Lunes Santo, sino durante todo el año. ¿No sería mejor que seamos nosotros, sin alzacuellos blancos ni clérimas negros, los que salgamos sin sotanas ni casullas de la zona sacra del templo en busca de las ovejas perdidas en el “atrio de los gentiles” como hizo San Pablo, para –como dijo el papa Benedicto XVI– poder establecer un diálogo evangelizador, y siempre bidireccional con ellas, para así hablarles, de tú a tú, no sólo de ese Jesús de Medinaceli que late aún en sus corazones, sino también de “aquel que anduvo en la mar”?
¿No cree usted que primero siempre tenemos que ofrecerles nuestro ejemplo, nuestro testimonio de intachable vida cristiana, y no sólo de palabra, sino también de obras y hechos derivados de nuestra caridad para con los pobres y los más necesitados? ¿Y todo eso lo quiere hacer usted en Ceuta manteniendo al Cristo de Medinaceli en San Ildefonso a toda costa y a todo coste?