La otra frontera del Tarajal

Voluntad política. Esa debe ser la diferencia para que, años después, el Gobierno de la Nación atienda la petición trasladada por el delegado Francisco Antonio González Pérez, para devolver la dignidad a la frontera: que existe una voluntad de hacerlo. Ahora solo falta el dinero, después de que Madrid haya confirmado que sí, que apoyarán cualquier proyecto que sirva para que el actual paso del Tarajal sea más ancho de lo que es y pueda disponer de los carriles necesarios para evitar los cuellos de botella que hoy se generan y las largas colas que ya han puesto en pie de guerra a comerciantes y políticos. La bolsa de los fondos europeos parece ser la salida a la que podría aferrarse la Delegación, captando unos millones que tradicionalmente se destinan a proyectos transfronterizos y que han sido desperdiciados por Ceuta. Empresarios de peso en la ciudad, auténticas voces autorizadas en este campo, han mostrado sus lamentos porque las administraciones nunca hayan atendido las posibilidades económicas que mostraban estos fondos. Ahora, calculadora en manos y posibilidades  sobre la mesa, se intenta dibujar el tipo de frontera que quiere implantarse en el Tarajal. Quedan cuatro años por delante para, al menos, empezar a bosquejar un proyecto que siempre ha sido arrinconado por los anteriores delegados del Gobierno. ¿Qué la frontera de Ceuta llega a ser más tercermundista que la de Marruecos?, ¿que la entrada al vecino país es más presentable la que se muestra en Ceuta? Son interrogantes que todos se hacían año tras año, sin dar el paso adelante para poner la frontera ‘patas arriba’ y volverla a dibujar de nuevo.
Sobre la mesa del delegado del Gobierno un proyecto, el que hoy muestra ‘El Faro’ y que González Pérez quiere recuperar del olvido. Este plano en el que aparecen diez carriles de uso y cuya amplitud se logra al ganar espacio al mar es el que se encuentra ya en la carpeta de ‘deberes por hacer’ que engorda bajo el brazo del mandamás de los Reyes. Lo que González Pérez lleve a Madrid será “algo parecido a esto”, señala una voz autorizada de la plaza de los Reyes. “Nos vamos a centrar en este proyecto”, sentencian. Así que sobre la idea que tienen ustedes delante se centrará la actuación que persigue llevar a cabo la administración central. Aunque hablar de planos, de futuros carriles y de nueva infraestructura no constituye el actual quebradero de cabeza en la Delegación. Éste está en la búsqueda de las inyecciones económicas necesarias para hacerlo viable a tenor del actual y desolador panorama de crisis que está frenando, por ejemplo, que la futura Comandancia de la Guardia Civil salga adelante.
“La voluntad política, al menos, existe”, advertía el delegado del Gobierno, lamentándose ante los micrófonos de La Voz del Faro esta misma semana de que con anterioridad nadie se hubiera preocupado de, sencillamente, devolver la dignidad al Tarajal. Permitir que Marruecos crezca y vaya desarrollando su entorno fronterizo mientras que Ceuta se queda obsoleta y arrastra una frontera que ya no sirve para canalizar el flujo actual de vehículos y personas es un crimen. Es por ello que, sin que González Pérez haya cumplido todavía los dos meses de mando en plaza, ya se ha apresurado a garantizarse el respaldo de Madrid en esta obra.
¿De cuántos millones estaríamos hablando para que el proyecto ahora en papel cobre realidad? Unos 20 millones de euros. Dinero suficiente para lograr un paso en el que se delimite una decena de carriles, previendo incluso el tránsito de camiones con miras a la consecución de una aduana comercial tan demandada por las instituciones. La ampliación de los carriles y viales se lograría mirando hacia al mar, ya que hacia el otro lado (comiendo terreno al polígono del Tarajal) se topa con un obstáculo insalvable: la existencia de propiedades privadas con las que resulta imposible negociar. Dicha ampliación llevaría consigo el cambio actual de la frontera también en lo que se refiere al paseo de las personas, que hoy, en el caso de los porteadores, se ven obligadas a transitar por un tubo y un enrejado contra los que ya se han alzado voces   de oenegés clamando por el tercermundismo que rodea todo esto. Las declaraciones críticas que el sindicalista Andrés Carrera (secretario general del SUP) hacía hace ya cuatro años, advirtiendo de que la frontera era ya obsoleta para absorber el tráfico de personas y vehículos se hacen hoy más graves. De las 3.000 personas que frecuentaban el Biutz hace seis años se ha pasado a cifras de escándalo, con más de un millón de identificaciones al año y con pases diarios de hasta 30.000 personas de las que el 60% son porteadores. Aumentan los vehículos y la frontera no soporta el flujo generándose una espiral a la que las fuerzas de seguridad no pueden poner solución provocando problemáticas que son sentidas en toda la ciudad.
González Pérez dibuja ya la forma de girar esta situación como un salvavidas al que deben aferrarse para que Ceuta, sencillamente, no se pliegue como una ratonera mientras el vecino nos cuelga la etiqueta de tercermundistas.