“The show must go on”. Lo alardean felizmente quienes, en situaciones preocupantes, utilizan la política del miedo para justificar sus acciones que van en contra de los derechos fundamentales. Y es que de nuevo y para inaugurar el año, se ha vuelto a reflejar la nula política internacional y de cooperación entre dos países que deben resolver algo que desde hace mucho tiempo vemos en las fronteras de nuestra Ciudad, aquellas que presencian esas devoluciones en caliente “exprés”. Y es este el momento que cualquier miembro del Partido Popular se echa las manos a la cabeza y dirá aquello de “vosotros lo hicisteis en 2005”. Y, antes de que suceda, vais a permitirme la licencia de exponeros una cosa: rectificar es de sabios. Cometer errores y aceptarlos también, lo afirmo como socialista.
Pero, evidentemente, eso el Delegado del Gobierno no lo tiene muy claro (es más, la palabra claro no entra en su diccionario frecuente). Tan sólo hay que ver los acontecimientos recientes. A todo le busca algún/a culpable, en vez de hacérselo mirar. ¿La seguridad? “Eso es cosa de la ciudadanía” ¿La migración? “Eso no es cosa nuestra” ¿La frontera? “Hacemos lo que podemos”.
Y que siga el espectáculo. Un espectáculo lamentable, bochornoso. Donde se saltan a la torera los derechos humanos, las políticas migratorias de la UE, todos los tratados y, lo más terrible, segregan a esas personas que deciden emigrar, como si fueran ciudadanos de segunda.
Y los derechos están para cumplirlos, las leyes también. Aquí y en Pekín. Y si alguien tiene alguna duda y está en algún cargo representativo, que se marche. No podemos tolerar la ciudadanía una dejadez absoluta de funciones. Que reine la intranquilidad en la vida de nuestra ciudad, que la nefasta gestión en el perímetro fronterizo (por falta de recursos humanos) desesperen tanto a turistas como a las y los ceutíes y que, en situaciones como las vividas la madrugada del 1 de Enero, apliquen la política del “ordeno y mando”, y saquen rédito de sus devoluciones en caliente. Digo sus, porque son suyas, las del PP, unas siglas cuyo lema es sembrar miedo allá donde van. Pregúnteselo a Aguirre.