Por muy pequeño que sea el progreso, siempre es grato observar como se avanza en las mejoras ambientales en nuestra marinera ciudad.
De esta forma, la continuidad de la obra del sellado de Santa Catalina y su conversión en una zona de ocio ciudadano es algo muy positivo. Es también lo mínimo que se podía esperar y no creemos que sea un motivo para dejarse llevar por la vanagloria que por otra parte tanto caracteriza a los gobiernos triunfalistas del señor Vivas que siempre insinúan, cuando no lo dicen directamente, que, son ellos, los únicos políticos profesionalizados en tener interés por Ceuta. Habría que recordar que el sellado, y por lo tanto la obra, fue una obligación impuesta por la UE porque el vertedero de Santa Catalina vulneraba la gran mayoría de leyes ambientales relacionadas con el tratamiento de residuos, y posiblemente muchas otras más.
Fueron las multas y las exigencias de la política común europea al reino de España las que motivaron la respuesta de la corporación municipal, lo mismo que habría hecho cualquier otro equipo de gobierno, fuera o no del partido popular. De hecho, fue otro equipo de gobierno anterior al actual el que puso en marcha la planta de transferencia de residuos iniciando todo este proceso de sellado. De la misma forma, también pensamos, porque somos unos aguafiestas que además no nos sumamos a ningún delirio partidista, que no habrían hecho nada para frenar la montañita de basuras si no se hubiera obligado desde instancias superiores. Decimos esto por la contundencia de los hechos que acompañan al actual presidente del gobierno de nuestra ciudad.
El abandono de la Sirena de Punta Almina después de haberse pagado con fondos públicos es un ejemplo del arte de mirar para otro lado tan apreciado por estos gobiernos de políticos profesionalizados que, con sus acciones y especialmente con sus omisiones, rubrican su falta de altura política. Por lo tanto, conviene matizar el alcance de los hechos, pues existe una particular propaganda que eleva a las más altas cumbres de la política municipal aquello que simplemente es el obvio cumplimiento de la normativa de la UE y además deficientemente cumplido. El recrecimiento exagerado de la vaguada, la falta de finalización de la fase II de esta obra y el retraso de dos años para ponerla otra vez en marcha podría probar que no ha sido una obra modélica. Cuesta pensar que una obra de poco más de un millón de euros haya tardado tanto para volver a ponerse en marcha justo cuando se acercan las elecciones a alcalde/presidente otra vez. Tentador es pensar que los vicios electoralistas están detrás de esta coincidencia. No obstante, no vamos a pensar mal necesariamente puesto que también puede deberse a los muchos y latosos trámites burocráticos y a la propia redefinición del proyecto. La ausencia de coherencia de estos gobiernos del señor Vivas a la hora de cumplir las leyes es también proverbial pues por una parte quiere dar una imagen de seriedad y eficiencia en las gestiones y el cumplimiento de las legislaciones y por la otra lleva varios años sin hacer el seguimiento ambiental que debe en relación a la obra inconclusa, según la propia declaración de impacto ambiental, que también es un decreto legal.
Tampoco creemos que vayan a cumplir los plazos establecidos de siete meses para concluir con los trabajos, pensamos que se puede alargar considerablemente dadas las circunstancias de las obras que se quieren acometer y la dificultad del terreno.
En fin, hace al menos dos años que este sencillo parque debería estar a disposición de todos pero no es así. Y quizá es una buena oportunidad para hacer algo con más ambición espiritual y contextualizado al territorio: una zona que aúne el patrimonio litoral, las singularidades, las artes, las actividades alternativas, la historia y nuestras tradiciones. A ser posible que nos identifique con lo que somos como pueblo y nos reconcilie con el disfrute ambiental dentro de un ámbito montuno singular y pleno de historia. No obstante nuestras críticas anteriores, hay que reconocer también la parte positiva que ha venido de la mano de la participación cívica y podemos indicar que hemos estado colaborando con las empresas y también con técnicos competentes del ayuntamiento en la definición de lo que podría ser un proyecto diferente, que trascienda el mundo de los ladrillos y se adentre más en otros ámbitos de la naturaleza, la evolución histórica y las vivencias propias de los seres humanos. Proporcionar claves sobre la realidad natural y agrandar las posibilidades simbólicas y artísticas del lugar es nuestra modesta aportación al proyecto del futuro parque más conectado con el todo ceutí y alejado por tanto del proyecto puramente técnico y sobre todo de la aniquilante burocracia institucional.
No estamos hablando de entelequias sino de formular preguntas sencillas que abran las vías para plantear de una manera holística la cuestión del parque de Santa Catalina en el contexto del espacio protegido del Monte Hacho. ¿Porqué conformarse con el insulso maquinismo que diseña y ejecuta proyectos sin pensar en clave humana sino solo para derrochar utilitarismo y pragmatismo en sus propuestas?. Obviamente una zona de ocio con una adecuada cubierta vegetal y cerca del mar es un bien en sí mismo que cada uno puede declinar y disfrutar de una forma privada o colectiva. Pero creemos que se pueden hacer planteamientos cívicos mucho más apropiados que sirvan en el futuro para conectar con otros puntos clave que ofrece el promontorio ceutí. Esta conexión a partir de la interpretación litoral, histórica y simbólica del Monte Hacho puede realizarse en este lugar que por muchos motivos es emblemático de la ciudad y que tan maltratado y olvidado ha estado de todos nosotros. El territorio es una de nuestras obsesiones existenciales por eso creemos que debería tomarse muy seriamente, conservarse, cuidarse y escrutarse en sus más íntimos secretos.
La cultura de la muerte es otro aspecto a tener en cuenta por la confluencia de cementerios en esta zona y no estaría mal dignificarlos de otra manera que no sea instalando más grifos o escaleras nuevas para subir a los nichos elevados; la forma de tratar a nuestros muertos explica también parte de lo que somos y quizá de lo que fuimos. Explicar la historia y dotarla de significación es una tarea que no se puede fabricar con planos ni con el más sofisticado programa de ordenador para realizar cálculos de estructura. De la misma manera, la contemplación y lo simbólico son aspectos favorecidos por el lugar, se sienten presentes en toda la zona y son dos puertas importantes que dan paso a las realizaciones artísticas que también podrían formar parte del parque tal y como ocurre en otras zonas costeras y emblemáticas de nuestro país. Si se llena de contenido atrayente y reconfortante podría ser una zona clave en las visitas y los paseos y se conectaría con el resto del monte a través de pasarelas y senderos establecidos.
En fin, nos hemos permitido soñar en voz alta con un tipo de parque diferente al simple espacio habilitado para el ocio deportivo o lúdico. Por el momento, las calificaciones de “pequeño oasis” o “segundo parque marítimo” no van precisamente en la línea de lo que estamos hablando pero ya veremos como comienza la obra y las posibilidades que se presentan a la participación de otras perspectivas.