La nueva vida de los Ouattara

Alí Ouattara se bajó del avión el 9 de junio dispuesto a comenzar una nueva vida junto a los suyos en Fuerteventura y, poco a poco, empieza a acariciar su sueño tras recuperar su trabajo y ver cómo Adou es un niño feliz, al que en septiembre podrá llevar cada día al colegio.

El sábado pasado, este trabajador marfileño volvió a ponerse frente a las maquinas de la lavandería de Puerto de Rosario donde se ganaba la vida hasta que fue detenido el 8 de mayo, acusado de un presunto delito contra los derechos de las personas extranjeras porque su hijo acababa de ser detectado dentro de una maleta por un escáner de la Guardia Civil en la frontera del Tarajal. Luego de un mes en prisión, los análisis de ADN se pusieron de parte de la familia Ouattara y certificaron que Adou era hijo suyo. Poco después, su mujer Lucie pagaba 5.000 euros de fianza y podía volver a estar con los suyos y viajar a Fuerteventura. Alí intenta volver a la normalidad ahora que las cámaras han dejado de seguirlo, pero de vez en cuando le asaltan los recuerdos: “Ese momento triste me viene a la cabeza como una película, aunque en la familia nos apoyamos unos a otros e intentamos superar todo esto”, confiesa el padre del famoso ‘niño de la maleta’. El cabeza de familia de los Ouattara está contento de haber vuelto a la lavandería y de reencontrarse con sus compañeros -”me han acompañado cuando lo necesité”- y agradece a la empresa donde trabaja desde hace siete años que haya vuelto a confiar en él y le haya guardado el empleo durante el tiempo que estuvo en prisión. Con el dinero que gana en la lavandería y una cuenta bancaria que ha abierto para quien quiera ayudarlo, espera conseguir los 4.000 euros que sus amigos majoreros le prestaron para pagar la fianza. El resto fue donado por una familia alemana que, desde que saltó la noticia, se solidarizó con los Ouattara. En sus caminatas por las calles de Puerto del Rosario, a Alí le suelen reconocer los ciudadanos y lo paran para felicitarlo por haber conseguido el sueño de reagrupar a su familia tras dos intentos fallidos. Ahora, sueña con sacarse el permiso de conducir y subir al pequeño Adou en el asiento de atrás de un coche para mostrarle la isla. “Lo llevaré al sur para que vea los hoteles y pueda darse un baño en la playa”, dice Ouattara, que tampoco descarta animarse a cruzar a la vecina Lanzarote para enseñarle al niño los volcanes. De momento, ya ha aprobado la prueba teórica, pero no oculta que el práctico se le “está resistiendo”. También le queda otro sueño por cumplir: traer a España al hijo de 19 años que aún vive en Costa de Marfil, porque los otros dos ya están en España, uno en Murcia, donde trabaja recogiendo fruta, y Enmanuella, de 11 años, que reside con él en Fuerteventura. La próxima semana Alí hará la gestiones necesarias para matricular a Adou en un centro escolar de Puerto del Rosario de cara al próximo curso. “Nos gustaría que pudiera ir al mismo colegio que su hermana Enmanuella”, explica. Antes de que llegue el inicio del periodo escolar, el pequeño Adou aprovecha al máximo las horas de juego junto a su hermana y sus nuevos amigos majoreros, con los que comparte horas en el parque y partidos de fútbol con el balón que se trajo de Ceuta y al que no ha parado de darle patadas en los últimos días.