A nadie se le oculta que los mejores hombres, salvo excepciones, no se encuentran en la política por mucho tiempo. El cansancio, la deriva personalista, narcisista y dictatorial que el tiempo y los hados de la arrogancia acaban imprimiendo en el liderazgo político, se traduce en la exclusión de vías de alimentación, saneamiento y renovación ideológica de los partidos, que de alguna forma intentan ocupar ese vacío con la mediocridad intelectual del rencor destructivo, el fomento de la sandez de turno, o la egoísta esterilidad social del seguidismo agradecido.
Las civilizaciones caen, los partidos hegemónicos sucumben y ambos lo hacen por la infidelidad de sus responsables a los principios fundacionales. El primer partido en descubrir esto fue el exiguo y agónico PSOE, que además añadió, y sigue añadiendo a sus errores, una purga que más bien parece un laxante antes que un catártico. El derrumbamiento aparente, la puesta en relieve de su pensamiento, que no la perversión, y por tanto, la radicalización de la izquierda en España, ha conseguido que se pase de “la izquierda gana o pierde las elecciones” a “la derecha gana…”.
El raquitismo intelectual no es patrimonio exclusivo del progresismo. Ningún partido está a salvo de esta pandemia ,los hay quienes están afectados de gravedad, y quienes llevan tosiendo estupideces sintomatológicas cuya etiología es preocupante. La vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular, recalco las palabras “estudios y programas” , Andrea Levy, nunca ha destacado por testimoniar la profundidad de su pensamiento político, o quizá por hacerlo con los 140 caracteres que Twitter le ofrece. Esto pasa factura, y al final queda retratada en frases como: “Claro que somos un partido revolucionario, y nuestra revolución funciona” , “La casa de Bernarda Alba es el libro que me ha hecho revolucionaria”, refiriéndose al partido conservador, autodenominado reformista, PP, y a ella misma; o la consigna : “en España pueden existir naciones sin Estado”, de traca y diccionario de lo irracional e incongruente. Esta última, ni siquiera un adolescente de secundaria se hubiese atrevido a pronunciar.
Si a esto le añadimos los intentos de purga por parte de Celia Villalobos afirmados en su dictatorial frase: “en el PP no caben las personas que dicen no al aborto”, o la reducción al absurdo de Mariano Rajoy con: “No he cumplido con mis promesas pero he cumplido con mi deber”, evidenciando que para él una promesa no es un deber.
Andrea Levy, Celia Villalobos o Mariano Rajoy muestran la afectación de los populares, y a tenor de la última encuesta del CIS, se les pueden atragantar las próximas elecciones, como resume Alfonso Ussía en la frase: "el próximo CIS será un ¡zas!". O los populares ponen remedio, y pronto, o al quietismo de Don Tancredo no le van a bastar las buenas noticias económicas para seguir manteniendo el Gobierno.
El Partido Popular, el único en estos momentos preparado para gobernar y sostener la democracia, no está enfermo, pero comienza a tener fiebre.
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