Categorías: Sociedad

La marca del tatuaje

El pasado septiembre, en plena alerta por avalanchas y solo 24 horas después de que 91 subsaharianos hubieran conseguido plaza en el CETI tras bordear el hoy bautizado como espigón de la muerte, la UCRIF de la Policía Nacional reventaba la operación con la que se conseguía desvelar el funcionamiento criminal de organizaciones nigerianas dedicadas a la trata de mujeres. Este es el vivo ejemplo de un funcionamiento mafioso aplicado a la inmigración.
A las 6.00 horas, agentes de la UCRIF apoyados por la UPR se desplegaban en el Centro de Estancia Temporal del Jaral para sacar del lugar a varias mujeres que estaban siendo víctimas de trata. Aquel operativo fue adelantado por El Faro, pero es hoy, cuando ha pasado el tiempo suficiente para garantizar la integridad de sus protagonistas, cuando cabe conocer hasta qué punto llega la especialización de organizaciones cuyo fin no es otro que la explotación sexual de chicas con un ánimo lucrativo.
Las mujeres son pura mercancía para estas mafias. Las chicas, algunas de las cuales roza la mayoría de edad, son captadas en su país de origen, se les promete trabajo y unas buenas condiciones de vida. Les engañan a ellas, pero también  a sus familias. Lo que les espera no es lo prometido, sino una vida dedicada a ser objeto de comercio sexual para que sus controladores obtengan beneficios.
Las subsaharianas, como las que fueron liberadas por la UCRIF en el CETI, fueron marcadas con tatuajes que simbolizaban la pertenencia a un dueño, a un clan. Las piernas, los brazos, la espalda o las caderas eran los lugares en donde las chicas llevaban su marca. Eran propiedad de un clan, su futuro pasaba por la explotación y no podían protestar. Las mafias dedicadas a la trata, tan perseguidas por el Ministerio de Interior que ha llegado a poner en marcha un plan específica para perseguir esta lacra, juegan muy bien sus cartas. Saben que estas mujeres están muy condicionadas por su cultura de carácter tribal, así que es fácil someterlas mediante ritos espirituales y amenazas basadas en juramentos de sangre. Hacen pensar a las chicas que, en el caso de denunciar, morirán.
Ceuta y Melilla son algunas de las puertas de salida que usan estas organizaciones criminales. El ‘bulo’ de las mafias, al que alude en la entrevista el jefe de la Brigada de Extranjería y Fronteras, Ramón Caudevilla, termina aquí. Es en la trata de mujeres donde sí cabe hablar de organización criminal, con subsaharianos dedicados específicamente a captar a mujeres empleando estas artes, facilitando su llegada a las ciudades autónomas. En los CETI siguen bajo control de otros hombres, convertidos en dueños de las mujeres a las que reconocen por su tatuaje. Ha llegado su ‘mercancía’ y la controlan intentando pasar desapercibidos ante las fuerzas de seguridad. Las mujeres, atemorizadas, son explotadas ya sexualmente en Ceuta y Melilla, ya que se les obliga a mantener relaciones sexuales aquí, con otros subsaharianos o no. Siguen controladas en esta penúltima estación hasta que, una vez conseguido el pase a la península, las introducen en locales de alterne repartidos por la península.
La organización criminal que se esconde detrás de la trata de mujeres es especializada hasta el último detalle. Disponen de un patrón que organiza el viaje de las chicas hacia Ceuta o Melilla e incluso lo costea como forma de asegurar una deuda que termina vinculando durante muchos años a cada mujer con la red. El jefe cuenta con sus propios captadores que llevan a las chicas a sus destinos y entra en escena la madame, que será la que determinará los lugares en donde las mujeres terminan prostituyéndose seleccionando incluso la ropa que deben portar y hasta el contacto, si lo hubiera, que pueden mantener con sus familias. Las mujeres terminan siendo sometidas por las sociedades nigerianas que controlan el mercado de la prostitución y que operan en España a pesar de los continuos golpes policiales.
La investigación llevada a cabo por la UCRIF, y con la que se conoció de la captación de varias mujeres en el CETI, sirvió para conocer el funcionamiento de estas organizaciones, sus captadores y el asentamiento de varios grupos en Marruecos.

quino Momento de la intervención policial.
quino Traslado de subsaharianos, entre los que se incluyeron a las féminas.

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