Día bueno para darse un paseo. Me fui por la parte de arriba de la playa del Chorrillo, cuando baje las escaleras antiguas que hay junto al Caballa me entró una añoranza que tuve que reprimir por ver en las fechas que estamos. La mar estaba serena y no se veía ni una ola. Mucha gente iba por tu orilla con los pies descalzos. Y muchos perritos jugaban cerca de la orilla y otros, incluso, se arriesgaban a entrar en tus aguas. Viendo esto más celoso me ponía, pero claro, estamos en otoño.
Ganas hay pero las posteriores consecuencias no las quiero vivir. Vi esa estela reflectante que te servía tu amigo el Sol, dándote una majestuosidad que te hacía mucho más interesante. Y es que estas puestas del Dios del calor y la luz son una bendición del Todo Poderoso.
Me atrajo mucho por eso decidí ponerme mucho más cerca de ti. A pesar de llevar gafas de sol, el brillo constante me deslumbraba y me hizo incluso llorar. Creo que fue de la emoción por encontrarme nuevamente cerca de ti. Es un éxtasis que no se puede contar con unas pocas de palabras. Quise, pero mis adentros me decían “no lo hagas”. Tú y yo tenemos un idilio y lo sabes. Pero lo tenemos reprimido. Mi paseo con paso firme, mirada al frente... me condujo a una reflexión: las pisadas de las ruedas de un tractor indican que alguien ha estado conduciendo, luego con las vibraciones puede que se le haya caído algo del mismo.
Otra fue que el borde de la mar es un lugar romántico para cualquier escarceo lunático y consentido y, entre vuelta y vuelta, unas monedas de un euro o dos se podrían haber caído de los bolsillos distraídos por el calor del amor por acá o por allá. Luego se cambió automáticamente la vista de dirección hacia el suelo, por si podía ver alguna cosa brillar y tener la reconfortante recompensa que al agacharnos nos encontremos con un signo de la economía actual. Más de una vez me lo he encontrado. Y yo, confiado ya que a último de mes cualquier monedilla ayuda a terminar el inagotable mes de octubre. También los restantes son iguales.
Un poco más adelante vi una pareja sentada en un banco dándose un pequeño refrigerio de besos y caricias que por unos instantes te los dediqué a ti. Escuché las noticias donde decían que venía un alto cargo para ayudar a uno de los candidatos del partido que siempre quiere el pueblo votar. Y yo solo pensaba que debía volver hacia atrás donde lo que nos gustaba era jugar con tu líquido elemento y sentirte.
Pero todo va a su tiempo y el que tenemos es el que nos merecemos. Para eso debemos de pensar que todos juntos tenemos que construir algo sólido. Todo debe de ser amor y no odio. Los sudores me corren por mi cara y una llamada al móvil me dice: “Tienes que volver a la realidad”. Así que me despido de mi bella y amada mar. Hasta mañana, cariño.