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La libertad, como base...

¿Cómo plasmar el horror, el asco a los “pero”, la sangre derramada, las imbéciles justificaciones, las conclusiones facilonas/populistas y las lágrimas de rabia en una sucesión de palabras formando un artículo?

Quizás debería empezar como se debería empezar todo, por el principio, con una declaración de principios simple y contundente. Dicen que cuando el judío Albert Einstein llegó a los Estados Unidos huyendo del los nazis, el servicio de inmigración le hizo rellenar una ficha tipo. Entre las preguntas del formulario, el genio de la Teoría de la relatividad tenía que rellenar el apartado de “Raza”, a lo que el físico contestó con un lacónico “Raza: Humana”.
Obviamente, Einstein también formaba parte de esa gente que se adelanta un siglo al curso de la Historia, de esos hombres y  mujeres que acaban en las distintas hogueras que los intolerantes de turno (siempre hay alguno de guardia, créanme) suelen alimentar con animosidad en nombre de cualquier causa/dios/ideología/llámenle “x”… El caso es ponerle cadenas a un concepto básico: EL DE LA LIBERTAD.
Francia, ese país del que nos acordamos por el 2 de mayo napoleónico o por los camiones de fresas volcados cerca de la frontera, es también el hexágono donde, en 1789, empezó La nueva Era. Con la toma de la Bastilla (prisión en la que se encerraba sin razón justificada, sin sentencia, ni nada que se asemejase al concepto del Derecho, a quien molestara al Rey) se puso fin a mucho mas que a una fortaleza/penal en pleno corazón de la Ciudad de la Luz.
La Révolution française instauró la separación de poderes proclamada por Montesquieu. Por fin, Ejecutivo, Legislativo y Judicial se encontraban –afortunadamente, ¿o no?- en parcelas perfectamente compartimentadas e independientes. A su vez, se apartaba a la religión de los órganos de Poder… que ya era hora.
Además, con la declaración de “Derechos del Hombre y del Ciudadano” de 1789 se sientan la bases de que Usted y yo hoy seamos capaces de vivir, expresar, opinar, escribir, discrepar, adherir, disentir, agruparnos, reivindicar o simplemente Pensar.
Con sus imperfecciones, sus rectificaciones, sus contradicciones, eso que concibieron los que se juramentaron en el frontón que se encuentra cerca de La Concordia sigue siendo luz y guía de quienes seguimos creyendo que, por encima de todo, el concepto de SER HUMANO debe presidirlo todo.
Al mismo tiempo, los poderes paralelos fueron tejiendo sus oscuras telas de araña para no perder comba… y en ello estamos, sin distinción de nacionalidad, raza o religión que no sea la del dinero a raudales.
Hoy, con tenebrosas intenciones absolutamente opuestas a los primigenios principios religiosos, los mercenarios del Siglo XXI insultan nuestra memoria (al menos la mía y la de lo míos, ausentes/presentes-siempre) vistiendo un negro color que lejos de querer cambiarlo todo y adelantarse a los tiempos, quieren con el mismo prisma cromático, devolvernos al Medievo tan exquisitamente descrito por Umberto Eco en el El nombre de la Rosa.
Así, frente a la intolerancia de supuestos escritos sagrados, del fascismo religioso mil y una veces plagiado/retocado/adaptado/arreglado,  de la barbarie sinsentido (¿alguna vez tuvo sentido?) o de La Doctrina del Shock (con el permiso de Naomi Klein) sólo nos queda la Palabra… como si fuese poco.
El viernes unos hijos de puta (lo siento, no encuentro otra forma de denominarlos, como diría Léo Ferré) asesinaron de forma coordinada a cientos de personas, aunque el objetivo no era matar personas, sino aniquilar una forma de concebir la Sociedad. No, no quieren que los seres podamos/queramos vivir en Libertad, por ello deberíamos entender que en el concepto “TODOS” entran tanto las mujeres como los hombres… Es lo que hay (observación nada baladí, ¿verdad?).
Está claro, meridianamente claro. No toleran que pensemos, no admiten que tengamos capacidad de raciocinio, que creamos en la evolución, que entendamos que 1+1 es igual a 2, digan lo que digan los escritos que afirma haberse encontrado un día un astronauta en la constelación de Ganímedes.
Por eso, la carnicería de París va más allá de un ataque de unos lobos solitarios. Se trata de un ataque a un sistema de libertades que nos incumbe a todos… absolutamente a todos; porque todos y todas necesitamos de la Libertad para seguir avanzando.
Por eso, el deliberado asesinato de cientos de Voluntari@s de Cruz Roja/Media Luna Roja en Siria y demás países en guerra (algunas supuestamente santas, disculpen las ganas de vomitar) mientras intentaban ayudar a personas en situación de vulnerabilidad (heridos, enfermos, niñ@s) ilustra perfectamente la filosofía de estos bestias arropados con hábitos que ellos creen hechos a medida. Como si el negro lo pudiese abanderar cualquiera, y Ellos, desde luego, ¡NO!
Por todo ello, no han sido -en ningún caso- unas matanzas gratuitas. Nunca lo son; los que les mandan pueden ser asesinos e hijos de puta, pero tontos, nunca. Estamos ante un ataque deliberado a una forma de entender la Vida que, a base de sangre (mucha), sudor (mucho más) y lágrimas (para rellenar cuarenta océanos) ha logrado que el concepto de SER HUMANO vaya más allá del de animal capaz de pensar lo que quiere comer.
Evidentemente, al margen de la Rabia (enorme), de la Pena (interminable) y del espíritu de 1789 (infinito, al menos por mi parte) que sigue vivo, debemos (nos lo debemos, al menos a nuestros padres/abuelos a y nuestros hijos/nietos) defender lo que con tanto sufrimiento logramos conquistar.
¡No! No van a ser unos cuantos, unos miles, unos cientos de miles de verdugos los que van a cambiar el curso imparable de ese viejo axioma que dice que “el agua moja y Amanece todos los días”. Lo quieran o no, vamos a seguir proclamando que no hemos nacido para vivir en jaulas, estén hechas de versículos/leyes/mandatos o estén en las Bastillas de turno.
Como decía  Gabriel Celaya, “la poesía es un arma cargada de futuro”; pues como el poeta gritemos, como lo hizo Ricardo Mella con un siglo de adelanto, que la Libertad es la base, la Igualdad es el medio, y la Fraternidad, el fin… El resto es, nos guste o no, un sucedáneo de Dachau… digan lo que lo digan.
Sentenciaba el anarquista italiano Carmelo Berneri, en el año 1937 en su obra Guerra di classe que “las bombas que hoy caen sobre Madrid, mañana lo harán sobre Barcelona y pasado caerán sobre París y Londres”. Desventaja de nacer antes de tiempo.
La masacre de París, de MI París, no es un ataque contra el Gobierno de Hollande (como si hubiese sido el de Sarkozy) es un intento de demolición de un sistema que tiene la Libertad como base. A partir de aquí, que cada cual elija el lado de la línea tras el que quiere estar. Por si hubiese dudas, mi lado de la línea es la forma de Sociedad que se inició un 14 de julio de 1789 con la destrucción del despotismo… y aquí, no caben medias tintas.
Al final, no nos quedará más remedio que admitir que, como decía el físico judío que aseguraba ser de la raza humana, “la mejor organización de Sociedad es aquella que considera que  cualquier individuo JAMÁS puede ser más que otro”. Más allá de esto está la esclavitud, usted sabrá si hoy es de París, o no… En la decisión nos va mucho más que un gentilicio.

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