Fui el otro día en mi retiro vacacional (que no me impide cumplir con esta cita que tengo con el lector) a ver la película ‘Secuestro’ con una persona, llamémosla “Y”, de esas que aún mantiene cierta reticencia al cine en español.
Cuando fui a sacar las entradas me comenta Y “oye, mira a ver que no vaya a ser una sesión en versión original”, a lo que yo respondí mostrándome menos socarrón que lo que el cuerpo me pedía y la corrección recomendaba que más nos valía que fuera en versión original si queríamos enterarnos de algo. La noticia fue recibida con espanto, pero ya poco remedio tenía y el valor que Y acopió fue recompensado, puesto que pasó parte de la película reconociéndome que la experiencia le estaba resultando interesante. Los prejuicios son muy malos y siempre peligrosos…
Pero yendo a lo que vamos, la actriz, productora y realizadora entre otros menesteres Mar Targarona nos dirige y plantea una historia que, efectivamente tiene una primera parte de metraje muy intrigante que engancha hasta a los desconfiados con su originalidad y dinamismo. Se nos presenta a un niño que aparece magullado y desorientado revelando posteriormente que ha sido víctima de un secuestro del que ha logrado escapar. Cuando la investigación policial logra señalar un posible culpable, la madre del muchacho, una prestigiosa abogada interpretada con entrega por Blanca Portillo decide tomarse la justicia por su mano, qué poco apropiado, ¿verdad?
Hasta ahí la mayor parte de lo atractivo del metraje, pero lamentablemente la propuesta va de más a menos a partir del primero de los muchos giros argumentales que da la trama, desinflándose entre rizo y rizo del libreto para acabar ahogándose en la inverosimilitud. Es a partir de algo después del citado punto de inflexión cuando uno comienza a mirar el reloj, mala señal cuando estás en el cine a menos que te espere en la puerta un o una modelo con intenciones de retoce próximo.
En lo referente al resto del reparto tenemos a figuras tan conocidas como José Coronado, en un papel tan pequeño como importante, Macarena Gómez o Antonio Dechent, en el rol de policía que cuando menta a la madre de alguno recuerda con cierta hilaridad, seguro que no es su intención, a su personaje del Alatriste de Agustín Díaz Yanes.
Producto irregular que llenó más, ironías de la vida, a Y (espero que aún se acuerden de mi compañía de butaca contigua) que a un servidor, thriller vibrante a fogonazos con buenas intenciones de directora e intérpretes que se reflejan en el metraje y con personajes estereotipados en exceso y viviendo aventuras que, a menos que enciendas la televisión a la hora del telediario, no puede salir más que de una “peliculilla de intriga” con estructura de manual, por mucho que algunos detalles le aporten aire fresco. Ni chicha ni limoná por parte en este caso de una película que, como todas, puede ser buena, mala o regular, pero generalmente de forma independiente de su país de procedencia.