No es fácil ser juez sobre todo cuando se tiene la responsabilidad de juzgar a personas de relevancia y patrimonios sustanciosos. Esto lo debe saber bien la juez María Isabel Rodríguez, después de decidir mantener en prisión provisional al exministro de Trabajo Eduardo Zaplana. Una decisión que argumenta con frases como “hospitales hay en todos los países, incluidos los paraísos fiscales y por la posible destrucción de pruebas”.
Un argumento muy válido cuando hay evidencias de que Zaplana estuvo gestionando telefónicamente sus negocios desde el hospital pese a haber tenido una grave recaída de la leucemia que padece y, por supuesto, por el patrimonio que amasa el investigado. No falta nadie o casi nadie por levantar la voz pidiendo humanidad a la jueza.
El hematólogo que lo trata ha declarado que el encarcelamiento del expresidente la Generalitat Valenciana es “inhumano”, algo que parece compartir algunos medios de comunicación, cargos políticos y hasta el arzobispo Cañizares se lamenta de no poder visitar al enfermo. Naturalmente es inhumano que las personas enfermas de gravedad estén privadas de libertad, incluso es inhumano que las personas estén privadas de libertad, pero existen unas leyes que legitiman esa posibilidad. Pero también es injusto que otros muchos enfermos graves estén en prisión y sólo se pida humanidad para uno de ellos.
Existen otros puntos de vista para pedir la libertad del investigado, como el del abogado Ignacio del Burgo, que ha remitido un escrito dirigido a la juez María Isabel Rodríguez, recordándole que Eduardo Zaplana, lleva en prisión ocho meses, que tiene derecho a la presunción de inocencia y padece una enfermedad incurable. Además le recuerda –entiendo para que recapacite– artículos del Código Penal referentes a la prevaricación ante la posibilidad de muerte súbita y le indica a la juez que la prisión preventiva es apropiada para “delitos muy graves” (terrorismo y delitos de sangre, violencia de género, narcotráfico, etc.).
El prestigioso abogado no considera delitos de gravedad los que presuntamente se siguen contra Zaplana, entre otros, los delitos de cohecho y prevaricación continuada, fraude en la contratación y delito fiscal, falsedad documental, tráfico de influencias, blanqueo, malversación, pertenencia a asociación ilícita para delinquir y a grupo criminal.
Estos últimos delitos no son graves, son aquellas pequeñas cosas, como la canción de Serrat. Está acusado presuntamente de blanquear 10,5 millones de euros, pero esto no es nada grave. El exministro de Trabajo Eduardo Zaplana y de la Generalitat Valenciana padece una enfermedad que ninguna persona debería sufrir. Una enfermedad grave que junto a otras muchas necesitan combatirse con inversión en la investigación, que necesitan equipos médicos de ultima generación, de recursos económicos para que los españoles podamos tener la mejor atención posible.
Unos recursos que vienen pidiendo los investigadores españoles, que vienen pidiendo los responsables de los hospitales, que vienen reclamando los españoles que sufren enfermedades graves. Sin embargo, no se puede invertir en sanidad todo lo que se necesita, porque falta dinero para invertir, mientras la corrupción cuesta a los españoles 90.000 millones de euros cada año.
Una cifra que les puede sonar a mucho o poco, pero es cuatro veces más el presupuesto destinado a subsidios para desempleados y dos veces mayor que el dinero invertido en educación (43.000 millones), no parece precisamente una cantidad irrisoria. Una cifra que podemos contraponer con el gasto en sanidad, unos 73000 millones de euros.
Hoy salen muchas voces a pedir generosidad y humanidad a la juez María Isabel Rodríguez, vienen a recordarle que es “inhumano” mantener en prisión al reo Zaplana, y yo pienso que hasta llevan razón, pero también es inhumano que millones de personas en este país no puedan tener la mejor tecnología, los mejores investigadores, los mejores médicos para intentar curar a millones de españoles que sufren enfermedades graves, que tienen que esperar meses en listas de esperas para ser atendidos; mientras los corruptos se apropian de 90.000 millones de euros anuales de todos los españoles, millones de euros que podían dedicarse a curar e investigar enfermedades tan graves como la que tiene Zaplana.
En este último artículo del año le deseo a Zaplana su pronta recuperación. Deseo que él y todos los presos que tengan enfermedades graves salgan de prisión y, por supuesto, que dejen trabajar a la Jueza, porque tengo la absoluta certeza que resuelve estas cuestiones con pesadumbre y humanidad, pero con la obligación de impartir justicia con responsabilidad y lealtad al cargo que juro. Una lealtad que no tienen los corruptos que traicionan a los ciudadanos robando recursos para combatir muchas enfermedades.
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