Opinión

La inundación del plástico en el medio marino

A pesar de que se trata de un producto químico artificial y nuevo en la naturaleza, solo lleva presente menos de 100 años en los ecosistemas, los plásticos han adquirido una velocidad de expansión inconcebible debido a la insufrible demografía humana que por otra parte no está dando la oportunidad a que se desarrollen respuestas de adaptación evolutiva a un material tan dañino como perdurable. Las basuras cada vez constituyen una gran amenaza para el ecosistema marino siendo los plásticos los que más han crecido en las últimas décadas. Los plásticos constituyen el 80% de las basuras marinas y en algunos casos se concentran de tal forma que llegan a constituir barreras contra la navegación que se han llegado a denominar “islas de plástico”. Estos desechos flotantes se diferencian a grandes rasgos en macroplásticos y microplásticos que se forman a partir de la degradación de los primeros debido a múltiples factores físicos y químicos (Mecanización hidrodinámica; efectos térmicos; la radiación ultravioleta; oxidación e hidrólisis). De esta manera, la creciente preocupación internacional por los efectos perniciosos y descontrolados que los plásticos están teniendo a nivel mundial ha llevado a desarrollar iniciativas específicas para luchar contra esta lacra que ha creado el actual proceso de industrialización de la civilización humana. Por ello, la Directiva Marco de Estrategia Marina desarrollada por el aparato legislativo europeo incluye uno de los descriptores, el número 10, de la mencionada disposición legal, dedicado exclusivamente a la lucha contra las basuras marinas. En la mencionada estrategia se identifican cuatro indicadores diferentes incluidos en el descriptor número 10: la evolución de la cantidad de basura arrastrada por las olas y/o depositada en las costas; las tendencias en la cantidad de basura en la columna de agua; las tendencias en la cantidad, distribución y, siempre que sea posible, la composición de micropartículas y por último las tendencias y composición de los desechos ingeridos por los animales marinos. Desde el invento de la baquelita a principios del siglo XX y bajo la palabra “plástico” se han incluido componentes artificiales como las fibras sintéticas de diversos tamaños y muchos productos más que han ido revolucionando el mercado del consumo mundial: forros polares de poliéster, material quirúrgico, piezas de aparatos electrónicos, material agrícola, enseres y sobretodo envases. Esta inundación y distribución suicida con productos sobre los que no sabemos los efectos adversos en clave ambiental y por supuesto tampoco con respecto a nuestra salud es tan preocupante como el dato sobre la mayor parte de su producción: el 50% de los plásticos que se fabrican están destinados a un solo uso. Tan solo en Europa se produjeron, durante el 2014, 59 millones de toneladas de plástico, de las cuales el 13% fueron reciclados y conviene además indicar que las estimaciones de entrada de plásticos en los océanos son del mismo orden de magnitud (6-8 millones de toneladas).

Los plásticos son polímeros procedentes del petróleo que químicamente combinados producen un sin fin de tipos que se adaptan a distintas necesidades del mercado industrial sobre texturas, resistencias a la temperatura, maleabilidad, estabilidad, etc. Si es cierto que se han desarrollado unos tipos de plásticos biodegradables o bioplásticos pero normalmente su degradación no funciona en el medio marino y por ello todos estos tipos de plásticos desde los más dañinos a los que menos repercusión negativa deberían tener en el medio natural, son una fuente potencial de entrada de macro y microplásticos en los ecosistemas marinos. Los más utilizados en la industria son los polietilenos, el policloruro, el poliestireno, el polipropileno y el polietileno tereftalato (HDPE, LDPE, PVC, PS, PP y PET), todos ellos constituyen el 90% de la producción de plástico a escala global. La entrada de los plásticos al medio marino se produce en un gran porcentaje por medio de los cauces fluviales que desembocan toneladas de estos materiales que luego en gran parte terminan repartidos por las playas. Hasta un 80% de las basuras plásticas entran al mar por las aguas fluviales, el 20% restante está representado por las entradas desde los propios océanos, siendo la actividad humana que más contribuye a esto la pesca, y en especial la pesca fantasma: el abandono o pérdida de aparejos (redes, líneas, boyas, etc.) que viajan a la deriva en los océanos atrapando accidentalmente numerosos organismos o se quedan fondeados en un lugar determinado dañando fondos marinos preciosos. Además de los impactos bien conocidos de las masas flotantes de plásticos como los enganches que se producen con peces, aves y mamíferos marinos hay otros impactos menos conocidos que se están empezando a investigar. Estas nuevas y perversas influencias provienen de los llamadas microplásticos que son partículas de menos de 5 mm que a su vez se han clasificado en tres categorías según su tamaño: mesoplásticos (500 micras y 5 mm); microplásticos (50-500 micras) y nanoplásticos (inferiores a 50 micras). Estos últimos son componentes de muchos productos de cosmética y también en medicamentos y son muy peligrosos por desconocerse bien sus interacciones con los procesos biológicos y porque traspasan fácilmente las barreras de las depuradoras entrando directamente en los mares y océanos. Además de esta forma de penetración de plásticos en los océanos también está la fragmentación de envases y restos de mayor tamaño como por ejemplo cuando se desprenden las fibras sintéticas al lavar la ropa o cuando los plásticos de mayor tamaño son expuestos a los elementos. En un solo lavado de prendas sintéticas se pueden liberar miles de fibras de microplásticos que llegarían a través de las emisarios de aguas residuales. Los nanoplásticos por su parte tienen un gran potencial de toxicidad puesto que son capaces de penetrar en el interior de nuestras células y transportar sustancias venenosas asociadas a sus superficies.

Ceuta, a pesar de estar obligada a cumplir con las directivas europeas continua muy por detrás en cuanto a la normalización de las políticas ambientales. Afortunadamente no todos los representantes políticos de la derecha ceutí son iguales pues podemos decir que trabajamos con dos consejeras del área ambiental obteniendo modestos pero reconfortantes resultados entre los que se contaban un plan de residuos. La Agenda 21 y el plan de residuos quedaron en el olvido pues en realidad al actual alcalde poco le importa el ámbito ambiental y a su actual responsable de medioambiente mucho menos. Con respecto a los plásticos y Ceuta, cabe indicar que una ciudad comercial que genera tantos residuos necesita poner en marcha un plan integral de residuos que a ser posible se adelante al ultimátum de la UE. El descontrol de los residuos en el polígono del Tarajal y la extensión del problema a muchos rincones de Ceuta es una buena metáfora de lo que está sucediendo y sobre todo de lo que no sucede en materia de atención integral a los residuos en nuestra ciudad.

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