Exdirector de Europa Press y de ABC, Ángel Expósito Mora (Madrid, 1964) se coloca cada mañana frente al micrófono para poner voz a ‘La mañana de Cope’, el programa informativo y de análisis de la primera franja horaria que dirige desde hace casi dos años, cuando en marzo de 2013 tomó el relevo de Ernesto Sáenz de Buruaga.
Hoy estará en Ceuta para emitir, para toda España, desde el Hotel Tryp. La actualidad de la ciudad, narrada en directo entre las 6:00 y las 10:00.
–Ceuta se ha colado de nuevo en el primer plano de la actualidad por la amenaza yihadista y, además, está a punto de cumplirse el primer aniversario de la tragedia del 6-F. No es difícil adivinar que el guión del programa tendrá mucho de eso...
–Hace poco hicimos La mañana en Melilla y nos propusimos no olvidarnos de que hay otra parte de España que es Ceuta y Melilla. Lógicamente, aprovechamos la actualidad y todos esos elementos que acaba usted de poner sobre la mesa son el motivo por el que venimos hasta Ceuta. Para no olvidarla y para aprovechar la actualidad.
–Desde la Ciudad se insiste en el riesgo de que la imagen que proyecte Ceuta en el exterior sea la de ‘nido’ de focos radicales o ‘tapón’ de la inmigración. No sé cuál es la idea que manejan de nosotros por Madrid...
–Sinceramente, en un enorme porcentaje, y no digo en el caso de los periodistas, que estamos más al loro de muchos asuntos, sino en el del resto de la gente, hay un alto porcentaje de olvido. No sólo en Madrid, sino en toda la Península. Para una enorme cantidad de españoles, las islas son España por el turismo y por lo que son, y para esa misma cantidad de españoles, que son la inmensa mayoría, Ceuta y Melilla son dos plazas que están allí lejos, casi casi militares, y que aguantan la inmigración. Y punto y final. Seamos sinceros: eso es tremendamente injusto. Por eso algunos tratamos de romper ese arquetipo, pero es la realidad. La imagen que tenemos es una imagen de olvido. A partir de ahí, es una imagen de problemas, de inmigración y en los últimos tiempos, sobre todo en Ceuta, de extremismo, en algunos casos terrorismo y en otros de chicos o chicas que se van a Siria o a Irak a hacer la Yihad. Esa es la imagen, la verdad: una mezcla de olvidos y problemas.
–¿Y eso cómo se combate? ¿Hace falta más decisión política, más tarea pedagógica...?
–Contra eso hay que recordar, por ejemplo, que hay una Historia con mayúsculas, y que en cualquier otro lugar del mundo dos ciudades o dos plazas como éstas no estarían en absoluto olvidadas sino todo lo contrario. Pero hay que reconocer que los españoles, por desgracia, somos así. ¿Desde el punto de vista de los periodistas qué podemos hacer? Pues venir y hablar de historias como las que nuestro programa tratará desde aquí.
–Cuando arrancó la nueva temporada de ‘La mañana de Cope’ insistió en intentar rebajar la carga política de los contenidos. ¿Es posible hacerlo con citas electorales en marzo en Andalucía, las municipales y autonómicas de mayo, las generales de otoño...?
–Y espérate, las de septiembre catalanas que no has mencionado. Irá a más porque hay campañas electorales. Pero desde el punto de vista del interés informativo eso también depende mucho del periodista. ¿Tienes que fijarte en las elecciones? Faltaría más. ¿Tienes que fijarte en una entrevista a Artur Mas o en lo que dice Susana Díaz? Pues por supuesto que sí. Pero también hay que fijarse en cómo vive la gente en Ceuta, en Melilla, o en cómo esta mañana [por ayer] han vuelto a intentar saltar aquí la valla casi cien inmigrantes. Todo eso hay que contarlo también y hay que hablar de educación, y de sociedad... Hay que hablar de muchísimas más cosas, no sólo de política. Si ahora mismo salimos a la calle y preguntas en un taxi, en un bar, en el quiosco de la esquina o en el hotel si la gente está hasta el gorro de política, ¿qué crees que respondería la inmensa mayoría? Que sí. Conclusión: somos los periodistas los que nos retroalimentamos con los políticos y viceversa.
–Concluimos entonces que los periodistas hemos cometido el grave pecado de perder el contacto con el ciudadano..
–Totalmente. Ya no sólo con el cliente, que es el receptor de la información, sino que nos hemos interrelacionado demasiado con la política. Al final nos hemos confundido: muchos políticos piensan que son periodistas y, seamos sinceros, muchos periodistas han o hemos pensado que éramos parte de la política. Y no es así. Luego nos quejamos del alejamiento, pero es también culpa nuestra.
–Pero el fenómeno de las tertulias políticas parece que vive uno de sus mejores momentos...
–Creo, sinceramente, que no tanto. Es como todo. Cuando uno habla de tertulias políticas mete todo, pero habrá de todo: buenos, malos y regulares. Yo no generalizaría. Las hay de todo tipo: de cierta categoría, pluralidad y educación, y las hay para echar a correr. Como todo en la vida. Yo relativizo la influencia de las tertulias y de la opinión en la gente. En mi programa tengo 30 minutos de tertulia política. El resto son análisis, expertos y gente que sabe de los temas. Como todo, ahí también nos hemos pasado.
–Pero viendo algunos programas, sobre todo en televisión, da la impresión de que la tertulia política se ha transformado en todo un espectáculo...
–Es que puede que, en cierto sentido, en las tertulias políticas lo que hayamos hecho sea juntar lo peor de la televisión y haber traspasado un género como era la tertulia política, seria y educada, a la tertulia de determinados programas del corazón. Si lo piensas ha ocurrido, y también en las tertulias deportivas ha pasado algo parecido. Hemos copiado el género, porque lo hemos multiplicado, pero hemos reproducido un estilo y unas maneras que a lo mejor no son los más ejemplarizantes en muchos casos.
–El tema estrella de esos debates parece ser el ‘fenómeno Podemos’. ¿Acabará desinflándose en su camino hacia las urnas?
–Depende de lo que se entienda por desinflar. Yo no creo que vayan a sacar cien diputados, pero si estos tíos sacan 50 ya son muchísimos. Podemos forma parte de una amalgama de gente que nunca había votado, porque tenían 15 o 16 años, que además no iba a votar, más los antisistema que ahora han encontrado una percha, y de gente cabreada que igual tienen sus motivos legítimos para estarlo. Todo esto se mete en una coctelera, manejada u organizada por un grupo de profesores de Ciencias Políticas, sobre todo de la Complutense de Madrid, que son muy inteligentes, muy manipuladores, con redes y televisiones a su servicio, y con dinero de fuera, por que ya me contarán para que era el medio millón de Venezuela. Todo eso es este producto.
–¿Sabrán gestionar el éxito, la cresta de la ola? Una cosa es protestar desde la oposición y otra bien distinta gobernar...
–Es una opinión muy personal... pero ojalá no. Ojalá no tengan ni la posibilidad de saber si pueden gestionar ese éxito. Pero la gente sabrá... Es un partido legal y están en su derecho. La gente tendrá que decidir si quiere que salga elegido un partido que puede pactar con Bildu sin ningún problema, que puede pactar con la CUP en Cataluña, o con lo más rancio del comunismo en Andalucía, o que quiere ser Venezuela, y que entre Bruselas y Moscú elige Moscú... Pues oye, allá cada cuál. Yo desde luego lo tengo muy claro.
–Defíname a Pablo Iglesias. Ha tenido algún que otro encontronazo público con él...
–Bueno, es que me llamó puta. Eso es más que una anécdota. Pablo Iglesias no es el jefe de esto, de Podemos. Es un tipo con un verbo y una capacidad de locución estupenda, fabricado completamente por los que mandan y manejan ahí, que son Monedero y alguno que otro más. Ésa es la verdad. A partir de ahí, si la gente quiere dejarse embaucar.. allá cada cual. Pero insisto, aquí los listos son Monedero y alguno que otro más.
–En ese fenómeno, ¿ha triunfado Podemos canalizando el descontento o ha fracasado el Gobierno al no saber ‘vender’ su gestión para salir de la crisis?
–El descontento lo han sabido canalizar bien, pero la gente tiene que ser consciente, y ahí apelo a la responsabilidad de cada votante, de que nunca el remedio puede ser peor que la enfermedad. Si estás cabreado con tu novia o con tu familia eso no quiere decir que te vayas de casa o la quemes, ¿no? Ojo, y estás muy cabreado. En cuanto a la segunda parte, no es tanto un problema de comunicación como de actitud. Un problema de este Gobierno es que no es que no dijera la verdad de la crisis, es que no dijo que estábamos en quiebra. O igual no podía decirlo. Tuvo que tomar una serie de medidas absolutamente inexorables. Pero no se ha explicado, igual porque no podía o igual no consideraba tan importante la opinión pública. En cualquiera de los dos casos es un grave problema de comunicación, sí.
–¿Los periodistas nos hemos obsesionado con las redes sociales?
–Las redes sociales no son periodismo, son sólo un instrumento. Es como si me preguntas si Internet se está convirtiendo en fundamental para el periodismo. Sí, pero depende. La web de tu medio y el mío son periodismo, pero la de la farmacia de la esquina no, y usan el mismo medio y el mismo sistema de comunicación, que es la Red. ¿En un periódico las cartas al director son periodismo? No, pero están en sus páginas. Las redes sociales son algo parecido. ¿Las podemos utilizar los periodistas para difundir? Sí. ¿Pero te puedes fiar de cuántas veces en las redes sociales ha muerto Fidel Castro? Ésa es la diferencia.
–Pero hay una angustiosa carrera por la inmediatez, por publicar antes que el ‘contrario’...
–Allá cada cual. Yo vengo de agencias, donde he estado más tiempo que en prensa o en radio. Si alguien tiene un sentido especial de qué es noticia somos los agencieros. De ahí a volverte loco con las redes sociales como si fuera el oráculo pues, sinceramente, creo que hay un abismo. Yo no soy de los que me vuelvo loco, por ahora, pero hay algunos periodistas que se sienten influidos por estas redes como si fueran las urnas. Me parece una exageración.
–¿Tiene luz al final del túnel la crisis que azota a las empresas periodísticas?
–Tiene salida como la de todos los sectores industriales, aunque hemos llegado los últimos. En el periodismo en general, y en España en particular, tenemos tres o cuatro componentes que hacen que esto sea una tormenta perfecta. Una, la revolución tecnológica y digital, que no ha hecho más que empezar. Dos, un cambio de cliente que requiere más información pero la quiere distinta. Tres, un cambio en la manera de ejercer el oficio. Tú no puedes contar la misma historia que un redactor en tu mismo puesto hace diez años. Seguro que no. Hay distintos soportes y se hace de diferente manera. Y todo ello sin un puñetero duro por efecto de la crisis, tanto pública como privada, y de la publicidad. Se saldrá, pues claro, como han salido los taxistas, como van a salir los del bar de la esquina y como saldrán las administraciones públicas. ¿Saldremos de manera distinta en modelo de negocio y en el producto? Tajantemente sí. ¿Cómo y cuándo? Pues no lo sé, porque si lo supiera estaría en The Washington Post.
–¿Pero es de los que creen que el papel tiene los días contados?
–Tengo mis dudas. Creo que no, pero lo que tiene sus días contados es tanto papel. Hay demasiados periódicos. Habrá que normalizar el sector, como todas las industrias. Antes en España había sesenta y pico bancos y ahora quedan 14.
Cuatro horas de programa para trasladar la realidad de la ciudad
El equipo de ‘La Mañana de Cope’ tratará hoy, de 6:00 a 10:00, de trasladar al otro lado del Estrecho las claves de la actualidad que han vuelto a colocar a Ceuta en primera plana de los informativos nacionales. Los redactores del programa pudieron comprobar ayer, en directo, el intento de entrada de inmigrantes por Benzú. Sobre esa condición de la ciudad como frontera sur de la Unión Europea girarán parte de los contenidos, más aún con el inminente aniversario de la tragedia del 6 de Febrero como telón de fondo.
‘La mañana de Cope’ visitará el barrio del Príncipe, donde intentará averiguar si como aseguran otros medios ese extremo de la ciudad es “cantera del yihadismo”, y también se acercará, entre otros destinos, hasta el CETI para conocer cómo viven los inmigrantes que aguardan el momento de dar el salto a la Península. Entre los invitados, pasarán por el Hotel Tryp el presidente de la Ciudad, Juan Jesús Vivas, y el delegado del Gobierno, Francisco Antonio González.
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