Categorías: Opinión

La idea de Europa

Muchos son los que piensan que Europa ha de reinventarse. También que Europa no es un continente, ni un grupo de países o regiones, sino una ‘idea’. Madariaga era uno de los que pensaba así. También autores como George Steiner, en su libro titulado ‘La idea de Europa’. Y quizás también uno de los fundadores de la realidad europea, aunque de forma más práctica: Jean Monet. Es de lo que nos ha hablado el profesor Eduardo Cuenca, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Granada y viejo conocido en Ceuta, en la conferencia magistral que impartió en el día del Patrón de los enseñantes, Santo Tomás de Aquino, en el acto que tuvo lugar en la Faculta de Educación y Humanidades de Ceuta el pasado 28 de enero.
De la magnífica conferencia me he quedado con unas notas que resumen la realidad de la Europa actual. Desde sus orígenes, cuando Jean Monet presidió la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, embrión de lo que posteriormente sería la Comunidad Económica Europea, y más adelante la Unión Europea, hasta la actualidad, en la que algunos cuestionan su viabilidad. Fundamentalmente los que más ganarían (económicamente hablando) con su desaparición.
La contribución más decisiva de la creación europea ha sido, sin duda, su política de cohesión y solidaridad, a consecuencia de la cual se han amortiguado muchos desequilibrios económicos entre regiones y países. España ha sido un claro ejemplo de ello. También Ceuta. Gracias a estos fondos europeos hemos podido modernizarnos y crecer a un ritmo que nos ha permitido converger con Europa casi al 100% en la actualidad. No ha sido la obra de tal o cual responsable político. Ha sido la consecuencia de un proceso que se inició en la década de los 50 del pasado siglo, que ha servido para modernizar Europa y para acercar en derechos y obligaciones a sus ciudadanos. En 2013 seremos contribuyentes netos a la Unión Europea y la recepción de fondos se verá muy afectada en regiones que antes eran objetivo número uno. Ceuta, por ejemplo.
También ha contribuido a la consolidación democrática. Dictaduras como la española o la portuguesa tuvieron que adaptarse a las exigencias políticas europeas si no querían mantenerse aisladas. Pero a su vez, nuestro ingreso en la Europa comunitaria fue una garantía de no retroceso en las libertades que se conquistaban. Es decir, a pesar de sus deficiencias y de lo que aún falta por desarrollar, la idea de Europa es algo que está calando más en las gentes. A pesar del escepticismo de algunos. Decía Ortega que “la unidad de Europa no es una fantasía, sino que Europa es la realidad misma y la fantasía es precisamente lo otro, la creencia de que Francia, Alemania, Italia o España son realidades sustantivas e independientes”. Esta es la cuestión que no debemos olvidar.
Sin embargo, la crisis financiera internacional actual, provocada precisamente por los que más interés tienen en que Europa desaparezca, o no se consolide, como realidad económica, ha puesto en evidencia nuestras propias debilidades. Aunque, como decía el profesor Cuenca, también está sirviendo para que nos replanteemos la necesidad de una política económica común, no sólo monetaria. Se habla de ‘federalismo fiscal’, quizás en un intento de emular la exitosa estructura económica del país económicamente más desarrollado del mundo. Los Estados Unidos de América. Y evidentemente es necesario algo así, pues ya se sabe que la política monetaria común, por sí sola, no sirve para superar los problemas económicos en los distintos países que componen nuestra Comunidad. Hay que avanzar más. Fundamentalmente en libertad de movimiento de las personas y en unidad política. Algo parecido a una Europa federal, o como dice Ramoneda, a la Europa de las ciudades.
De lo que no cabe duda es de que es necesario preservar y perfeccionar la Unión Europea. No sólo por los beneficios que ello conlleva para sus ciudadanos. También, y esto es lo importante, porque Europa representa un modelo y una forma de entender el Estado del Bienestar distinto al individualismo extremo del sistema liberal americano. Conservar nuestro régimen de protección social es fundamental, no sólo para nosotros, sino también para los ciudadanos de muchos países del mundo que nos contemplan como un ejemplo a seguir.
Esta es la auténtica batalla que se está librando en la actualidad, que los ciudadanos europeos tenemos la obligación de ganar, pues como decía Coudenhove:“los grandes movimientos históricos fueron primero utopías y se hicieron más tarde realidades”.

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