Estoy leyendo un libro, lo que en mí no es nada especial, pues desde que tengo uso de razón soy un empedernido lector. Pero en éste que ahora tengo delante (del que después daré autor y título) he encontrado ciertas frases que, por su aparente actualidad, reproduzco a continuación:
“Para hacer frente a sus deudas... el gobierno elevó la tasa de la recaudación indirecta. Hubo agudos conflictos con los miembros de las Cortes” (pág. 325). “No es posible sostenernos yo no digo años sino meses” (misma página). “Se invirtió mucho tiempo en la urgente tarea de resolver la situación financiera” (pág.326). Se “escribió un largo 'memorandum' sobre cómo equilibrar el presupuesto corriente” (págs.326 y 327). El gobierno tomó “una medida que hasta entonces no se había atrevido a adoptar: elevar la tasa...” (pág. 327). “Estaba toda España penada y afligida y puesta en turbación” (misma página). “La carga fiscal se incrementó” (pág. 238). “El aumento fue extremadamente impopular” (misma página). “El descontento se agravó” (misma página).”La oposición a los impuestos dio lugar a incidentes periódicos” (misma página). “Muchos en el reino están amargos y desgustados y alterados...”(pág. 329)...
Para dar una pista más clarificadora sobre la época a la que hace referencia el libro, recojo ahora un más amplio párrafo contenido en su página 232, en el cual, tras resaltar que “España tenía poco dinero disponible”, se añade:
“Los diversos estados de la monarquía, incluidas las provincias de Aragón,.recababan dinero sobre todo para cubrir las necesidades internas”.”Los ingresos del gobierno estaban totalmente comprometidos, sobre todo debido a los gastos de Carlos V, y la deuda acumulada era inmensa. Esto dificultaba la obtención de préstamos de los banqueros internacionales, como los Fugger”, apellido éste de los mayores acreedores de aquel Rey -y de su hijo- tan citados en “Carlos V y sus banqueros”, obra de mi Catedrático de Economía y Hacienda en la Facultad de Derecho de Sevilla, el erudito, ingenioso y siempre recordado Ramón Carande y Thovar.
El libro en cuestión, que aún no he terminado de leer, se titula “Felipe de España” (colección Punto de Lectura, nº 229, Madrid, 2001) y su autor es el profesor británico Henry Kamen, quien lo publicó mucho antes de la presente crisis, en 1997 y en inglés, bajo el nombre original de “Philip of Spain”. Se trata, pues, de una amplia y documentada biografía de Felipe II, que reinó en España desde 1554 hasta 1598.
Si en el último párrafo antes transcrito nos permitimos sustituir “los diversos estados...” por “las autonomías”, Carlos V por Zapatero (que nos perdone aquel gran Emperador) y los Fugger por el Banco Central Europeo, todo queda más que ajustado a los tiempos actuales. “Las autonomías recababan dinero sobre todo para cubrir las necesidades internas. Los ingresos del gobierno estaban totalmente comprometidos, sobre todo debido a los gastos de Zapatero, y la deuda acumulada era inmensa. Esto dificultaba la obtención de préstamos de los banqueros internacionales, como el BCE”. No puede ser más clavado a la realidad presente.
También, cuando el propio Felipe II escribió de su mano aquellas palabras según las cuales “no es posible sostenernos yo no digo años sino meses”, es evidente que aún faltaban más de cinco siglos para que el Ministro Luis de Guindos manifestara en la tribuna del Congreso, el pasado mes de septiembre, que “será imposible seguir manteniendo las prestaciones sociales si no se consigue en los próximos tres meses una modificación de la situación de los últimos cinco años”..
Y es que la historia se repite, al igual que las situaciones de crisis. Hasta tal punto es así, que ello me lleva a recordar cierto axioma, enunciado por el maestro Gevaert en el siglo XIX, sobre el ritmo histórico de la periódica alternancia de estilos y circunstancias.
En definitiva, nada nuevo bajo el sol. Y conste que de aquella época de profunda crisis económica, con la subida del IVA de entonces (las alcabalas), con los demás sacrificios impuestos, con los agudos conflictos en las Cortes y pese a las protestas, la impopularidad y el descontento, España supo salir adelante. Así sea también esta vez..
(P.S.- Dedico estas lineas a Antonio Guerra, excelente colaborador de ·El Faro”, en prueba de admiración y asimismo como muestra de agradecimiento ante sus inmerecidos elogios a mi artículo del pasado domingo, “Cuidado con Cataluña”. Confío en que algún día tendremos ocasión de conocernos personalmente, estrechar nuestras manos y conversar).