La Guardia Civil, en el punto de mira

Han fallecido 14 personas. Se teme  que la cifra aumente. Es sin duda uno de los mayores dramas migratorios producidos al lado de nuestras costas. Hombres y mujeres que escapan de África y que, engañados por las mafias, terminan topándose con los engaños o con muertes trágicas como las ocurridas. La madrugada del jueves le tocó a Ceuta ser testigo directo de ese drama. Curiosamente, ese mismo día, llegaban cientos de inmigrantes a Lampedusa. Ayer 1.400 querían entrar en Melilla. La problemática migratoria ofrece su cara más trágica en distintos puntos de una Europa que tiene y debe replantearse su modo de actuación y de prevención. Esa es la clave de toda esta historia: ¿qué puede hacer Europa para controlar los imparables flujos migratorios nunca frenados con sistemas millonarios de control? Las medidas vigentes son erráticas, prueba de ello es que siguen muriendo personas.
Entendiendo esto, no cabe la auténtica campaña atentatoria contra la Guardia Civil que se está produciendo en estos días. Se han dicho y escrito auténticas barbaridades: que si los agentes han disparado a los flotadores de los subsaharianos, que si les lanzaron pelotas de goma a la cabeza, que si, prácticamente, ejecutaron un acción preconcebida para atacar a los subsaharianos. Tras estas primeras manifestaciones, difundidas a través de redes sociales, ha comenzado la campaña político-social que busca únicamente un hueco en los medios y efectúan valoraciones cual pollos sin cabeza. Sin informarse siquiera de lo ocurrido, asumen como verdaderas unas cuantas generalidades contando las verdades a medias, que terminan siendo las peores de las mentiras. Todos atacan a la Benemérita, piden ceses (cuestión política de moda), cuestionan las actuaciones, entrevistan a subsaharianos elegidos por oenegés... pero nadie habla con los guardias que estuvieron actuando, nadie quiere ver los apedreamientos que se produjeron contra los agentes y las infraestructuras, nadie repara en contar lo que sucedió en zona internacional ni en el lado marroquí. Eso no interesa, así que no es noticia. Vende más ofrecer una imagen atentatoria contra los derechos humanos que conocer cómo fueron los hechos. Vende más hablar de expulsiones ilegales, que empaparse de los acuerdos que están en vigor entre España y Marruecos que permiten entregas en caliente. Vende más hablar de violaciones de las leyes que entender cuál es el dispositivo de seguridad válido, porque si consideramos que es solo la valla, a partir de hoy ya pueden ir ordenando la retirada de todos los guardias civiles que vigilan las fronteras porque su misión no sirve para nada. Vende más hablar de guardias que golpean a inmigrantes y provocan su muerte que de los guardias que recogen a los inmigrantes en la playa y que en ningún momento les golpean.
Hoy toca la Guardia Civil y toca hasta situar la muerte de los inmigrantes en la playa del Tarajal en vez de en Marruecos. Toca que partidos políticos echen en cara que los guardias no se arrojaron al mar a salvar vidas (¿a cuál?, ¿al de Marruecos?, ¿acaso no saben que la Benemérita hizo todo lo posible y que la mejanía sacó a muchos subsaharianos del agua salvándoles la vida? Deben saberlo, pero no interesa contarlo).
Lo fácil hoy es atacar a la Benemérita y transformarle en un Cuerpo cuasi criminal. Lo difícil es hacer lo contrario porque puede quedar mal ante la cadena de críticas, la mayoría hipócritas y cargadas de desconocimiento, que se están escuchando.
AUGC, asociación de la Benemérita que nunca se ha caracterizado por hacerle la pelota a la Dirección General, habla claro y defiende a los guardias civiles. Y estamos hablando de la misma asociación que llevó hasta Europa la muerte de inmigrantes en las playas y la que ha denunciando un sinfín de atentados contra los inmigrantes. Pues bien, esta asociación es la que arropa sin fisuras la gestión y acción de los efectivos de este Cuerpo.
El presidente Vivas hizo gala de la misma contundencia, defendiendo la labor de los guardias, al igual que ha hecho ya el director general de la Benemérita. No hay nada que esconder, ni se están produciendo cambios de las versiones oficiales, ni se están descubriendo videos para pillar con el culo al aire a la Guardia Civil puesto que todo lo que se está viendo a nivel nacional no solo se conocía sino que nunca se ha ocultado y, de hecho, se han visto esas fotografías ya reproducidas antes. Pero las grandes cadenas, en su afán por justificar el despliegue mediático, tienen que apostar por lo contrario, cueste lo que cueste.
Lo realmente trágico en todo esto es que han muerto 14 personas, que puede haber más y que esa tragedia no tiene, de momento, un punto y final. El objetivo es intentar poner medios adecuados, no criminalizar a una Guardia Civil a la que se le encomienda el control de las fronteras y que no por ello es la mala de la película, sino que únicamente tiene que cumplir su deber. De lo contrario, ¿de qué estaríamos hablando?, ¿de una clara dejación de funciones?, ¿a quién pediría explicaciones la clase política... por cierto la misma clase política que pide tener un número no superior a 500 inmigrantes en el CETI? Cuando menos debería explicar cómo hacerlo porque habrían descubierto la cuadratura del círculo.
La Guardia Civil es la institución más valorada del país, tiene a sus espaldas miles de rescates de inmigrantes, actúa en consecuencia a las normas y protocolos que existen y que, de ser cambiados, provocarán un cambio en las directrices seguidas sin reparo alguno.  Pero esto quienes deben dejarlo claro son las instituciones políticas, las Delegaciones del Gobierno de cada territorio. En Ceuta, la Delegación debería haber emitido un comunicado amparando y defendiendo a la Benemérita tras el acoso sufrido en el día de ayer. No lo han hecho.
Quizá consideren que no es necesario, que no es asunto de peso, que no alcanza la relevancia de las colas que se organizan en la frontera y que sí provocaron la difusión  de un comunicado oficial. Cada cual saca su conclusión, pero lo cierto es que la Guardia Civil no puede ser acusada, ni un minuto más, de una forma tan gratuita como injusta. No lo merece.