La recuperación total del litoral ceutí, en lo que respecta a la bahía norte, está a expensas de la demolición de las última de las construcciones distribuidas a lo largo de la costa, concesiones administrativas que, en algunas casos, ya habían caducado y, en otros, se encuentran pendientes de la resolución de la Dirección General de Costas dependiente del Ministerio de Medio Ambiente.
Según explicaba a ‘El Faro’ el director del Área Funcional de Fomento de la Delegación del Gobierno, Jesús Padillo, la granja avícola que aún se levanta en el litoral norte de la ciudad sería el “último escollo” antes de proceder a la recuperación del litoral. El expediente fue remitido hace casi un año a Madrid, después de que fuera necesario reabrirlo e iniciar una nueva tramitación, dado que su propietario presentó un recurso para impedir su demolición.
Así las cosas, este último paso sería el definitivo antes de comenzar el proyecto de reforma del litoral que se viene anunciando desde hace varios años.
Concesiones
Se da la circunstancia de que, pese a contar con una concesión para el desarrollo de actividades avícolas en la zona, el establecimiento “no cuadra dentro de las concesiones que deben ser utilizadas en el dominio marítimo público terrestre”, apunta Padillo.
Una vez se derribe el inmueble queda aún por determinar el lugar al que se podría trasladar, ya que al parecer el propietario podría estar pendiente de la cesión de un nuevo terreno en el que desarrollar su actividad, una cuestión que aún no está confirmada, señala Padillo.
Una vez liberado el terreno y con plena disponibilidad sobre el mismo, la Administración central iniciará los trámites pertinentes para estudiar las posibilidades de recuperación de la zona, tanto de la playa de Benítez como de su entorno.
Tres inmuebles demolidos
En la bahía norte ya se han demolido edificaciones como la de Casa Fernando, hace casi dos años, o el emblemático restaurante Los Pulpos. La desaparición de este último marcaba un paso más en el proceso de demoliciones que se ejecutan en la zona de Benítez y a la que siguió la fábrica de Guano, después de caducar su concesión, tras una solicitud de prórroga presentada por sus propietarios con el fin de recuperar el material que aún permanecía en el interior de la fábrica.