Detrás de cada elemento de la naturaleza hay arte. Solo hay que ser capaz de verlo. Y los menores acogidos en el centro La Esperanza han tenido esta oportunidad gracias a la clase magistral ofrecida por el escultor gallego, pero afincado en Ceuta, Fran de Noia.
En el patio del centro de Hadú, de una piedra surgió una obra que ha sido donada para que quede de recuerdo en este antiguo albergue en el que a diario conviven decenas de niños marroquíes. ¿El resultado? El rostro de un chico con una sonrisa, porque es el que debe acompañar en sus días a estos jóvenes de los que tanto se habla pero que tan poco se conocen.
“El centro se ha encargado de traer unas piedras que los chicos han ido a buscar. Tiene una forma natural que he aprovechado para hacer un chico, con una sonrisa, para que tengan un poquito de alegría. He ido a Rabat, al Museo de Arte moderno y esta pieza está inspirada en el viaje que he hecho, para transmitir lo que he visto, haciendo esta pieza para el centro”, explicaba Fran de Noia (como se le conoce al artista Francisco Javier Pérez López) dando forma a esa sonrisa que sacó no solo a la piedra sino a los rostros de estos menores que, en grupos, podían asistir a un modelo de aprendizaje que facilita, también, su integración.
De Noia trabajó con herramientas manuales y maquinaria. Los chicos vieron cómo poco a poco iba asomando ese rostro sobre una piedra que permanecerá para siempre en ‘La Esperanza’, reflejo de la visita de un artista que ya ha mostrado su arte en exposiciones y en clases ofrecidas en colegios de la ciudad como el ‘Mare Nostrum’.
Los menores que asistieron al acto reciben además clases de español en las aulas de inmersión lingüística de Digmun que se desarrollan en el propio centro de Hadú.