El Tarajal II y los menores extranjeros no acompañados. Dos temas que tienen que ver con el hecho fronterizo, pero que cuentan en Ceuta con diferentes responsables. En el primero, el delegado del Gobierno, Nicolás Fernández Cucurull; en el segundo, el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan Vivas.
Aunque los sindicalistas de la UFP no me hacen mucha gracia, lo cierto es que el otro día esbocé una sonrisa cuando leí en un comunicado público que enviaron a los medios de comunicación que el Tarajal II iba a terminar por convertirse en el museo de la frontera. Y les doy la razón, ya que cuando al final se vaya a abrir, si es que este hecho se produce en alguna ocasión, lo mismo se debe invertir otra vez una cantidad ingente de dinero para reparar lo que haya que reparar.
Durante los últimos meses se han ido dando fechas para la apertura: a comienzos de abril, antes del inicio de la Operación Paso del Estrecho, cuando finalizara la OPE, cuando las legislativas marroquíes tengan lugar y una vez que ninguna de ellas se ha cumplido, es la primera vez que el delegado del Gobierno ha disparado hacia arriba y habla de que se están manteniendo negociaciones entre las administraciones española y marroquí, que ahora mismo escapan a la competencia de la Delegación del Gobierno.
Por otro lado, el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, vuelve a comentar, después de su conversación informal con la Defensora del Pueblo de la necesidad de que Marruecos admita la readmisión de sus nacionales, en este caso los menores extranjeros no acompañados.
Por supuesto, como contestó a un compañero, no es retomar la idea, pero también debe coincidir el presidente que es un proyecto que lo han tenido aparcado mucho tiempo, porque Marruecos siempre ha puesto mil y un problemas a la hora de la admisión de estos jóvenes. Si la prueba la tenemos con otras comunidades, como la andaluza, que hasta ahora ha sido incapaz de devolver nunca ni a un solo menor de los que les llegan. Es verdad que dentro de esas buenas relaciones que existen en materia de inmigración, el fleco de los mena debería abordarse con absoluta normalidad, pero no es así y es porque Marruecos no quiere.
El problema del Tarajal II y la situación de los menores extranjeros no acompañados se convertirán, como ya sucede con este último, en deficiencias crónicas que aparecen y desaparecen como el Guadiana, pero que no se abordan con realidad, porque cuando entre dos partes, uno no quiere entendimiento, es imposible, a pesar de las buenas relaciones.