La escalera de caracol

Dice el presidente de ADESC (organización que trabaja para el desarrollo y buenas relaciones entre España y Marruecos) que la frontera del Tarajal es como una escalera de caracol, en la que las vueltas son muchas, tantas como la imaginación quiera, para, al final, terminar en el mismo punto de entrada y el mismo de salida.

¿Cuántos años llevamos hablando de las eternas colas que se producen a un lado y otro del paso del Tarajal? Son varios los delegados del Gobierno que se vanagloriaban de que las relaciones entre ambos lados eran fantásticas. El actual tiene hasta un asesor, pero todos ellos arrastran el mismo problema: no han conseguido ponerle el cascabel al gato.
Los cierres de la verja están a la orden del día, los problemas con los aduaneros y con la Policía también, hasta el punto de que se pasan la pelota eludiendo la responsabilidad de una problemática que afecta, directamente, al ciudadano.
“Hace poco un alto funcionario de Marruecos me contaba que habían propuesto a España el ensanchamiento del puente, a fin de aumentar el número de carriles en ambos sentidos, siendo la respuesta que esa decisión dependía de Schengen”, comenta Abdelmalik Amar, dirigente de ADESC. “Pudimos ver las maquetas de la nueva aduana, moderna y de bella arquitectura y hubo un comentario de un responsable político que viene a resumir la filosofía de futuro de Marruecos sobre Bab Sebta: cuando esté lista podrás poner agua a hervir para el té en Ceuta e ir a Fnideq a comprar hierbabuena y volver sin que el agua haya alcanzado ebullición”, añade.
¿Será esta realidad posible? Hasta ahora hablar de Tarajal es hablar de retenciones, de colas eternas que desmoralizan a cualquiera, de veto, incluso, al desarrollo comercial y turístico de la ciudad. El portavoz de Caballas, Mohamed Alí, recuerda cómo en tiempos de UDCE se llegó a solicitar la puesta en marcha de un carril de residentes, una vía que viniera a agilizar el tránsito. Él, como otros ceutíes, se detiene en lo que ve cada vez que cruza al otro lado. “Se producen largas colas pero cuando llega tu turno o no te piden el pasaporte o cruzas rápido. ¿Qué pasa entonces?”, advierte.
Abdelmalik Amar cree que el momento de la solución aún no ha llegado, y “aunque se ha ganado en agilidad, queda mucho por hacer, sobre todo la búsqueda de soluciones para la amalgama y los embudos que se dan cita en los carriles con dirección Marruecos”, señala.
¿Y en el paso hacia Ceuta, qué sucede? “Ahí Marruecos hace lo posible por regular tanto la masa a pie como el tráfico rodado, aunque bien es verdad que todo es mejorable, cosa que también afecta a los ceutíes, pues mucha gente, mucha, tiene un concepto sobre las colas bastante pobre, a la vez que egoísta. En cuanto al paso del Tarajal, se hace necesaria una reforma que permita ganar en agilidad, cosa que puede estar en el visionado de pasaportes, entre otras carencias de tipo físico, como los famosos pasos con rejas, que hacen flaco favor a la imagen de Ceuta, así como que suponen un peligro para los claustrofóbicos”, indica Amar.
Sobre los famosos tubos opina el dirigente de ADESC, también oenegés peninsulares y hasta asociaciones de vecinos. La del Príncipe Alfonso, en época de Laarbi Mohamed como presidente, ya se denunció lo que suponía aquella infraestructura, capaz de convertirse en una ratonera si se produce algún mareo en su interior.
Eso precisamente es lo que teme la Policía Nacional. Aun marcada y presionada por el fallecimiento de las dos porteadoras en la llamada ‘escalera de la muerte’ que conduce hasta el Biutz, la Dirección General no quiere que hechos así vuelvan a producirse. Sin protocolo alguno, tras la muerte de las dos mujeres saltaron todas las alarmas y se creó el primer protocolo policial para evitar que en el polígono haya un número considerable de personas que pueda dar lugar a nuevas avalanchas.
Las ‘diferencias’ entre Policías (española y marroquí) están a la orden del día, al igual que las de los aduaneros. Esa situación se traduce en el comportamiento que se da en el paso. Los cierres de la frontera que provoca la Policía española para evitar concentraciones en las naves obtienen una respuesta: Marruecos también provoca retenciones al otro lado. En medio quedan los ciudadanos, sin distinciones entre porteadores, trabajadores transfronterizos, turistas de uno u otro lado o ceutíes.
“Son muchas las cosas que podrían mejorarse, tantas como se quieran. Lo cierto es que Marruecos quiere, y suponemos que España también, pero esto es cosa de dos, no se entiende una sin la otra. Es la frontera”, apunta Abdelmalik Amar, que, desde ADESC viene a reclamar la puesta en marcha de un “marco de actuaciones, en el que las figuras y paisajes parezcan conscientes de que Bab Sebta y Tarajal son como dos siameses para los que no existe bisturí para su separación, pero sí todo el calor para que puedan cultivar los mejores comportamientos, y para eso hay que pensar en comisionado con aportación ciudadana, no únicamente policial. Marruecos es un país dispuesto a oir y a colaborar”, apunta.
Fuentes oficiales no pueden sino confirmar la realidad de las largas colas y retenciones que se producen, pero señalan al cambio drástico que, hace tan solo unos meses, se produjo en las filas de la Gendarmería.
El golpe asestado por Mohamed VI a la corrupción en las fronteras de Ceuta y Melilla fue brutal. Más de 50 gendarmes, policías y aduaneros fueron detenidos tras una investigación ordenada por el monarca marroquí, al comprobarse que ponían la mano a los que más mima Marruecos, sus inmigrantes que retornan al país de origen y que inyectan dinero a la economía local. Al Rey no le viene bien que estos ciudadanos denuncien esas corruptelas, así que optó, el pasado agosto, por cortar de raíz en uno de los mayores operativos contra la corrupción.
Para saltarse la larga cola de pasajeros que desembarcan y conseguir que el aduanero no abriera todos los regalos había que darle la oportuna propina. De lo contrario se generaban largas colas y se importunaba el regreso al hogar tras muchas jornadas de carretera y manta. Fuentes oficiales insisten en las buenas relaciones, y apuntan a este origen. ¿Pero y antes? Porque los tiempos son cíclicos y las retenciones se vienen produciendo más atrás en el tiempo.
Mohamed Alí, de Caballas, insiste. “Hay un pasotismo claro para no poner mejoras en la frontera. Hemos reclamado algo tan sencillo como una regulación para los residentes de las zonas colindantes a la frontera, es decir, los ciudadanos de Ceuta y los de los puntos limítrofes como Castillejos... hasta Tetuán. Es sencillamente poner orden, porque a veces es tan raro lo que sucede que no se sabe a qué obedecen estas colas”, señala.
Alí insiste en que son necesarios los controles policiales, pero insiste en que no resulta incompatible la palabra seguridad con la diligencia en el paso. “Es algo, consideramos, puramente organizativo”, advierte.
“Lo que sucede es vergonzoso”, apunta un ciudadano que cruza diariamente el paso. Hay quienes apuntan a la existencia de bloqueos mutuos, es decir, cuando las fuerzas de seguridad de ambos lados no están de acuerdo en algo responden bloqueando la frontera, y causando este tipo de situaciones que termina provocando efectos negativos para ceutíes pero también para marroquíes. “Hay días en los que se empieza a echar gente para atrás porque las tiendas están cerradas”, advierte este ceutí, o jornadas en las que se pide que se disponga de un carril adicional que no llega a ponerse y la respuesta llega en forma de presión. Si los funcionarios españoles cierran la verja, los marroquíes responden con otro tipo de medidas y así sucesivamente. ¿Y oficialmente que se dice ante esto? Niegan la mayor: el discurso no refleja más que bonanzas situándose los colapsos en momentos puntuales, versión que choca con lo que ya, prácticamente de forma habitual, ocurre en la frontera.

¿Y cuál es la respuesta del gobierno?

El punto de vista del Estado: siempre a Marruecos

“Las deficiencias en el tránsito en la frontera son consecuencia del marco jurídico aduanero marroquí y de su control a la entrada y salida de su territorio, no de la aduana española”. Esta es la última respuesta conocida que ha dado el Gobierno de la Nación a las colas que se forman en la frontera. Se la dio oficialmente el pasado año al diputado Francisco Márquez, que en pregunta parlamentaria cuestionaba el origen de las largas colas que se forman en el Tarajal y que, por ejemplo, el pasado diciembre tuvieron uno de los picos más relevantes provocando un auténtico caos de tráfico rodado.
En su respuesta el Gobierno evita culpar a las fuerzas de seguridad españolas o a las autoridades de estos colapsos que se producen cuando existe un aumento en el tráfico y éste no se canaliza de forma adecuada. De acuerdo con los datos publicados por el Gobierno, la intensidad media diaria de vehículos por el Tarajal en 2010 fue de 12.217 mientras que el número medio de personas que transitaron diariamente por dicho paso fue de 30.000, con picos de hasta 38.000 en momentos puntuales.
Ante los problemas ocasionados desde el vecino país, el Gobierno argumentó a Márquez que se habían adoptado medidas que podían ser paliativas. Por ejemplo la construcción del vial que comunica al Hospital llevado a cabo por SEPES. Con este entramado viario se decía que se iba a solucionar una problemática que tiene otras raíces más complicadas a las que también apunta el Gobierno en su respuesta. Y es que, señala, “la aduana del Tarajal está habilitada con todos los requisitos legales, abierta a todo tipo de comercio, sin embargo las autoridades marroquíes no reconocen el paso del Tarajal como aduana comercial, lo que origina el tráfico de porteadores que son la causa de las aglomeraciones”, señala. El hecho es que con el vial ya operativo, los problemas siguen siendo los mismos. Quizá la clave radique en la política entre ambos países, en una relación tortuosa que tiene sus más y sus menos. La pregunta de Márquez sigue siendo hoy válida, aunque el tono político del Gobierno de la Nación haya cambiado.