Aparte de la insuperable capacidad de Puigdemont para la toma de decisiones en todo lo que sea hacer el ridículo en Cataluña y por todos los países que ha visitado, sin que ninguna autoridad relevante haya querido recibirle, desconocía yo esas otras facetas suyas como las de “demócrata” y “estratega militar”, a modo de como hacían la guerra Alejandro Magno, Julio César, Napoleón, Rommel, Hernán Cortés, el Gran Capitán, etc. Y es que, en su trasnochado ensueño secesionista, va ahora y por enésima vez reta al módico de Rajoy emplazándole a que “le diga si el Gobierno de España está dispuesto a utilizar la fuerza contra Cataluña”; ya que, según él, a Rajoy “le importa un rábano el sistema democrático, y lo que le importa es la guerra”. ¿Tanto “canguelo” le ha entrado ahora por eso a Puigdemont?. Pues qué pena que no pueda ya echarle una mano el más grande estratega en la “madre de todas las batallas” (cómicas), autor del libro “Monólogo del Mercenario”, el bueno y ya fallecido Gila, inhumado en Barcelona.
Empezando por la “democracia”, en la “magistral” conferencia que Puigdemont pronunció en la Universidad de Harvard (EE UU), dejó allí apabullados a unos 20 estudiantes que a gastos pagos él mismo se llevó desde Cataluña para “hacer más bulto” y poder recrearse dejándose aplaudir cuando pregonaba en aquel templo del saber que “la democracia española está enferma, y que cabía equipararla a la turca de Erdogán, porque autoriza al ejército a actuar contra sus ciudadanos, y que es de tan bajo nivel, como la de Albania, Armenia, Moldavia y Ucrania”. Pero, ¿es que existe alguna democracia peor y más enferma que la que pretende romper España y destruir al Estado español después de más de 500 años de existencia, mediante un golpe de estado institucional exprés, con la simple declaración unilateral en sólo horas, como Puigdemont y los suyos pretenden imponer a Cataluña y España, saltándose por encima la Constitución, las leyes, las sentencias de los Tribunales de Justicia y todo el ordenamiento jurídico?. No existe precedente alguno tan antidemocrático como ese. Eso sería el más grande de los disparates y la mayor aberración jurídica, política y social de todos los tiempos.
En materia de “democracia”, ¿no se ha enterado este hombre de lo desacreditado que están él y los suyos en todo el mundo tras el enorme déficit democrático que ellos han llevado a Cataluña?. Su “democracia”, la conocemos: Querer decidir el 48% de separatistas, por todo el otro 52 % restante que no son independentistas. También querer decidir el futuro de España, su Estado soberanol y de los 48 millones de españoles sólo con el 1.800.000 electores que el 9-N de forma ilegal votaron romperla, sobre los 5.510.793 de todos los electores que allí figuraban inscritos, sumados los que votaron “no” a la independencia y los que ni siquiera fueron a votar. Y también ese 1.800.000, nos quieren negar el voto al resto de los 36.518.100 españoles del censo electoral nacional, en algo tan decisivo y transcendente como es el futuro de España y su Estado de Derecho.
Más el grado de democracia no sólo se mide por el número de votantes (aunque también), sino por la madurez política de la ciudadanía, si respeta la Constitución y el Estado de Derecho, las leyes y acata las sentencias de los Tribunales. Y en eso saben Puigdemont y los suyos que “cero patatero”. Ser demócrata, no es lo que los separatistas hacen cada dos por tres de saltarse las normas a la torera o ir por la vida a merced de sus variables pasiones simplemente porque a ellos se lo pide el cuerpo. ¿A quién alguna vez no le nacen deseos y sentimientos como volar, alcanzar la luna o vivir 200 años, ahora que dicen que las neuronas van a poder regenerarse?.
Pero, luego, muy por encima de eso, están la responsabilidad y el sentido común de las personas racionales, serias, responsables y sensatas, que vivimos en la sociedad organizada. Y ser demócrata es también someterse a las reglas del juego, sin querer cambiarlas a mitad del partido, tras haber sido Cataluña la cuarta Comunidad que con mayor porcentaje en 1978. el 91,09 %, votó “sí” a la Constitución, cuando la media nacional fue el 88,54 %. Y saltarse la ley y todo lo demás no se puede hacer sólo porque alguna vez nos pillemos un berrinche y nos pongamos a formar un “pataleo” de niños cuando no se les da un caramelo y se enfadan. Las personas, las sociedades, la vida y el mundo en que vivimos es mucho más serio y riguroso que eso de pretender cada uno estar por encima del mal y del bien, como los separatistas en Cataluña pretenden. Otra cosa distinta son los muchos catalanes trabajadores, honestos y gente de bien. Cualquier democracia que haga lo que le venga en gana lleva consigo los tics más pronunciados del libertinaje y el totalitarismo dictatorial. Por eso Puigdemont, cuando habla del más bajo nivel democrático de España, que no mire a nadie, que se puede ver él perfectamente en su propio espejo.
Se lo dice meridianamente claro el Derecho Internacional, que ninguna región que ya forme parte de un Estado puede independizarse. Se lo ha sentenciado un sinfín de veces el Tribunal Constitucional por unanimidad. Se lo ha dicho la Unión Europea, que si Cataluña se independizara automáticamente quedaría fuera de Europa. Sabe que está haciendo una y mil veces de hazmerreir por todas partes y desacreditando a Cataluña y a los catalanes a base de querer lo imposible. Sabe que nadie relevante les recibe en Europa. Le acaba de dar otro gran varapalo la Comisión Europea para la Democracia y el Derecho, con sede en Venecia, tras haberle consultado sobre el referéndum el propio Puigdemont; contestándole que no se puede autorizar por el Estado español el referéndum, en contra de la Constitución y de la ley, porque no se puede apelar a la legitimidad democrática por encima de la legalidad establecida. Y se lo acaba de decir el Círculo Catalán de Empresarios, las fuerzas vivas de Cataluña, que ven que las empresas están cerrando allí para marcharse a Madrid y otros lugares. Pero, nada, siguen tercos y obcecados, jaleando y engañando al pueblo catalán, que es el que ya está sufriendo las consecuencias, sólo para que ellos se queden amarrados a los cargos y los sillones, soñando que algún día pueden ser Presidente o ministros de la hipotética república catalana.
Pero vayamos ahora a la vocación que les ha nacido de tener un ejército catalán propio. Por eso reprochan y afean tanto que el artículo 8 de la Constitución confiera a las Fuerzas Armadas funciones de velar y defender la integridad territorial de España. Pues tanto como Puigdemont presumió en Harvard de que Cataluña es una sociedad más abierta y más democrática que la de España, se le olvidó decir allí que es la Constitución que aprobaron las Cortes Generales, luego en referéndum nacional, y también por tan abrumadora mayoría del 91,09 % los catalanes, la que encomienda tal misión al Ejército. Como también ocultaron que el referéndum que ellos a toda costa quieren celebrar, “sí o sí”, está prohibido por la propia Constitución, para romper España y destruir el Estado español.
Que haga caso a Vázquez Montalván cuando escribió: “el mejor ejército desarmado de Cataluña es el Barça”. Quizá por eso los separatistas, de la forma más antidemocrática que existe de politizar el deporte, han forzado al Club a proclamar una declaración de absoluta e incondicional adhesión. Pero, ojo, que lo del ejército catalán va en serio. Recientemente, el director general de Comunicación de la Generalitat, Jaume Clotet, defendió en un libro la creación del ejército de Cataluña, porque: "la cuestión de la defensa y la seguridad colectiva debe incluir, naturalmente, la obligación y la necesidad de disponer de una fuerza militar, dado que la política de defensa en vísperas de la creación de un Estado catalán, obliga a asumir, de manera responsable y sin complejos, una política de defensa homologable a la de los países de nuestro entorno geográfico. Un Estado independiente sin política de defensa dejaría de ser en realidad independiente y quedaría sometido e indefenso ante los intereses estratégicos de otros Estados, de las organizaciones terroristas globales, de los piratas informáticos, de traficantes de personas y drogas...". Pero, hombre, ¿tan poco formados están y tan poco demócratas son que no se dan cuenta de que en un país democrático ni los piratas informáticos ni los traficantes de personas y drogas se combaten con el ejército, sino con la Policía?.
Se ha calculado ya hasta su magnitud , que debería contar, en principio, con unos 24.000 efectivos, según el coronel irlandés retirado Dorcha Lee. Una nota conjunta de los once autores de “Política de defensa i Estat propi”, asegura al principio del libro que "la posibilidad de dotar a Cataluña de una estructura estatal es una oportunidad histórica que, por primera vez en muchos años, está al alcance". Y las juventudes del PDeCAT, la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC), la rama juvenil del PDeCAT, reivindican la necesidad de unas fuerzas militares, que llaman "Fuerzas de Defensa de Cataluña". En alguna otra ocasión ya amenazaron con el chantaje de que podían pedir la ayuda del ejército francés, o aliarse con Gran Bretaña y los EE UU. Últimamente, el mismo Puigdemont ha declarado a los medios que “el Estado español no dispone de tanto poder para impedir tanta democracia”. Ahí vuelven a verlo. Lla “democracia” a que Cataluña, región, pueda crear su ejército propio contra el Estado al que pertenece.
Con razón los separatistas les repele tanto la presencia del Ejército español en Cataluña, pese a que cuando sufren alguna riada o catástrofe recurren a él para que les salven vidas. Y me parece perfecto, porque los militares españoles disponen de medios, son cualificados profesionales y tienen la mejor voluntad para hacerlo, incluso jugándose sus vidas con tal de salvar la de los demás. Ese es el código genético que llevan grabada en su formación, en su forma humanitaria de ser y de servir: Estar al servicio de España y del pueblo español. Pero, por favor, déjenlo ya tranquilos y en paz. Ada Colau, que tan refractaria es a la presencia de ellos en Barcelona, luego, se ha erigido en anfitriona de un debate sobre la seguridad y defensa de Cataluña, cediendo un local municipal a varias asociaciones secesionistas para que puedan debatir en unas jornadas sobre un ejército catalán, cuando luego al Ejército español veta su presencia en el Salón de la Enseñanza, al igual que a los veteranos de La Legión y cuando pide a Defensa que suspenda las maniobras militares del el Ejército español.
Como también existe un informe del jefe de los mossos de escuadra y otro de la ANC, que son eje del debate sobre la creación de dicho ejército, con “un ejército delegado y unas fuerzas policiales altamente militarizadas”, mediante la selección del personal “más comprometido con la nación catalana, haciendo una selección cuidada que permita seleccionar el personal más crítico y comprometido”, apostando por pedir consejo a EE UU y Gran Bretaña, para que Cataluña pueda ser miembro neutral de la OTAN y tenga “fuerzas de defensas”. Y en noviembre pasado fueron comprados para los mossos de escuadra unos 270 fusiles de “asalto”. ¿Pero qué territorio quieren “asaltar”?.
Mientras tanto, el mismo Puigdemont, se ha regocijado mucho dando la noticia de que un buque de guerra australiano, construido en astilleros españoles “ha hecho aguas”(siendo periodista, debería haber dicho, se le ha abierto una vía de aguas). ¿Ambicionará tener también astilleros catalanes para quitarle la cartera de pedidos a la Armada española?. Pero, aclaro, la noticia es sesgada y malintencionada, dado que dicha avería la ha sufrido en una pieza instalada en otro país. Así es todo.
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