De un tiempo a esta parte, hay a quienes les está dando por opinar con el ombligo. Con las miras tan cerradas, son incapaces de ver más allá y comienzan a plasmar su lenguaje plañidero con las mismas proclamas de hace años: ‘que si mi Ceuta’, ‘que si nos la van a arrebatar’, ‘que si cualquier tiempo pasado fue mejor’... serían felices colocando una muralla para echar a todos los que ellos, y solo ellos, consideran extranjeros, invasores, foráneos llegados para destruir los cuatro pilares sobre los que se basaba su pequeño mundo.
A Ceuta hay que defenderla, por supuesto, pero al igual que otras sociedades que se están perdiendo a pasos agigantados por una degradación producto, única y exclusivamente, de gobiernos cobardes y ciudadanos demasiado cómodos. La situación de miedo, de pérdida de identidad, de fraude y marroquinización que está siendo advertida por la Delegación del Gobierno está siendo aprovechada por esas viejas mentes para sacar a la luz sus mensajes caducos, recordándonos que ellos llevan años y años alertando de lo que iba a pasar. Eligen los términos que les benefician, los adaptan a su situación particular y hasta creo que la gozan esperando una revolución social o incluso un nuevo Ángulo... capaces son hasta de sacar la pistola... de nuevo.
A mí este tipo de personajes siempre me ha dado miedo, son incapaces de acercarse a lo que no conocen pero son los primeros en parir discursos radicales sobre lo que sólo está en sus mentes... satisfaciendo ecos del pasado, odio al diferente, conclusiones inexactas que, además, nada tienen que ver con las medidas dispuestas desde la Delegación del Gobierno para poner orden en donde, antes, sencillamente, solo existía caos.
No van a volver las épocas del pensamiento único, por mucho que haya quienes las estén esperando. Ni vamos a bloquear los cambios, ni a separar barriadas, ni hablar de razas, ni utilizar una problemática para criminalizar a todo un colectivo. Hay a quienes les gustaría seguir viviendo dominados por una cultura provinciana que aseguraba el poder de unos y la anulación de otros. Tiene que ser difícil asumir la realidad, los tiempos, los cambios... debe serlo porque con sólo advertir meros controles hay quienes ya, equivocándose de tren, están sacándole brillo a lo que tenían guardado en el arcón... por si vuelven a ser reyes.