Al cabo de mil lunas, la luz atravesará la línea del tiempo y habitará en el alma, que será corazón despierto. Al cabo de mil lunas, y sólo entonces. La lentitud del astro gris marca el paso del escriba en el oficio de las manos, y letra a letra, aplaudirá los secretos de la creación, pues nunca se vio tanta materia en la noche, ni tanto aura alrededor.
¿Cuántas espacios caben en una línea? ¿Cuántas voces en las sentencias? O por el contrario, ¿quién puso tinta en las palabras y las llenó de belleza? A un paso del regocijo, con mucho cuidado, hay que señalizar los silencios. Para que hayan pensamientos hay que tentar al olvido; para que haya memoria basta con mentar el número infinito.
Tened en cuenta la fe a un paso de la monserga, pues sólo a ella se debe el monje, que se desvive lentamente ante el atril de la ceguera. Porque hay citas que brillan como la plata, y hay enseñanzas que se cierran como cerrojos. ¡Ah del argumento y del resumen honesto! ¡Venga el sello del escriba y de su gloria, venga el círculo perfecto!
La escritura es el eslabón perdido en la cadena del tiempo; es fiebre; es la lluvia en el desierto; el único ser capaz de apagar el incendio de las ideas con su sigilosa atención. Pues es cierto que la escritura es como el agua: transparente es su color. Hasta allí han de volver los que invocan su nombre cada mañana para descubrir el misterio de la alegría, mientras repican las campanas.
Todo está dispuesto sobre el tablero de la creación: los caros pliegos de Alejandría atrajeron a comerciantes de toda nación (por su forma de retener la tinta, que se plasma a la menor intención). No quisiera el escriba invertir el sentido de la Historia, pero sí hacerla feliz. En el concurso de los sentimientos venció el corazón del escriba, aquel que exprime los instintos para descubrirnos tanto nuestra fuerza como nuestro temor.
¡No abracéis la incertidumbre; escribid de sol a sol! Sólo así las letras devolverán al alma sus principios, su figura y su reflexión. En la mayoría de los casos el despierto vence al soñador, a no ser que el sueño sea grande, en cuyo caso vencen los dos.
Despedida: la escritura es un reino donde media el respeto. El respeto es contrario a la sinrazón. “Quien medita sus oraciones tiene el cielo conquistado”, - dice el escriba sin pudor.