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“La corrupción es la justicia de Marruecos”

Aún tiene pesadillas con el rostro quemado del juez que tras decretar prisión en una vista “completamente injusta”, le hizo pasar siete interminables meses entre rejas en Tánger. “Fue horrible, y eso que dicen que es una de las mejores del país”. Su voz se entrecorta. “Estoy mal”, reconoce. Hacinado en escasos metros cuadrados compartía habitación con decenas de presos que apenas comían un quesito rancio o un huevo podrido al día y hacían sus necesidades en un agujero en una de las esquinas de la celda.
Antonio López habla sin miedo porque no tiene nada que perder. Sumido en una depresión, quiere que España no haga oídos sordos “a algo que está sucediendo porque no sólo me pasa a mí, hay más personas inocentes en esas cárceles que son tratadas peor que perros y no se les está ayudando”. Él tuvo la suerte de contactar con la plataforma Presos en Marruecos que pudo auxiliarle, pero aun así nadie puede ya quitarle el peso de esos siete meses tras los barrotes. También sigue escuchando los gritos de los que eran confinados a un habitáculo en el que un chorrito de agua daba en sus cabezas durante horas y el miedo a que su corazón de volviera aún más débil, enfermo ya antes de entrar en la cárcel y de que su mente no aguantara aquella situación.
“La justicia en Marruecos no existe, existe la corrupción. Es una dictadura pura y dura y no tengo miedo a decirlo por mucho que me amenacen porque yo reclamo una indemnización por lo que he tenido que pasar y las consecuencias de eso y porque son muchas las personas que sufren de manera injusta las consecuencias de este sistema corrupto y eso tiene que terminar”. En Marruecos hay abogados, jueces y fiscales. Es el fiscal del rey el que tiene la última palabra. Casi cuatro décadas de camionero parece que no han servido de nada. Condenado al desempleo, López insiste en limpiar su imagen y tratar de normalizar su vida para seguir sacando adelante a su familia.
Nació en El Ejido hace 56 años y desde que terminó el servicio militar es camionero. Hace unos meses la empresa para la que trabajaba le propuso bajar maquinaria para una constructora marroquí. Debían hacer traslados de dos trailers como mínimo dadas las dimensiones de las grúas que transportaban y en uno de esos viajes detectaron que un compañero al que habían contratado por ser marroquí y poder hacer el servicio desde el puerto de Tánger al destino final fue pillado con una carga de hachís. “Yo no tenía nada que ver y dije a la empresa que podía haber problemas en los siguientes viajes. Me dijeron que no, pero no me fiaba porque yo quiero las cosas muy claras y legales y fui a trabajar con otra empresa que me hacía viajar más hacia Europa”. Su jefe le dijo que fuera a Marruecos personalmente a hablar con algún conocido para ampliar el mercado y López accedió. fue entonces cuando al llegar a Tánger no sellaron su pasaporte de entrada. Le retuvieron. Le llevaron a comisaría y de ahí a los calabozos sin darle explicación. “Nunca en mi vida estuve en un calabozo ni en un juzgado... Por fin me tomaron declaración y me dijeron que se me acusaba de ser jefe de una banda internacional de tráfico de drogas. Lo negué. Llamé al consulado, me dijeron que estaría un máximo de 20 días, me parecía absurdo, era inocente y no daba crédito pero me dijeron que era lo que había”.
Le pidieron 100.000 euros para quedar libre. “Yo no tengo dinero y aunque no tuviera no lo pagaría porque formaría parte de toda esa corrupción. Hay que luchar por la justicia y repito que no tengo miedo, aunque me han amenazado desde Marruecos de nuevo porque quieren que me calle”. Dice que no lo va a hacer. Que la cárcel en la que estuvo tenía capacidad para 1.500 presos pero llegó a haber 3.500. Unos encima de otros, sin ducharse y en condiciones infrahumanas. “Primero estuve en el módulo preventivo dos semanas. Estoy enfermo del corazón y todos fumaban no sólo tabaco, todo tipo de drogas y yo me ahogaba. Me trasladaron a enfermería y pude optar a una cama y no dormir en el suelo porque pagaba diez euros por ella a la semana”. López recibió la visita de uno de sus hijos pero no quería que le fueran a ver más personas que quería. “Si les acusaran de algo y les pasara lo mismo no me lo perdonaría”.
Cuenta que en la enfermería había “tuberculosos, enfermos de sida y ningún tipo de prevención para el resto de personas que estábamos allí”. Y en las noches cuando se le venía el mundo abajo pensaba en su mujer y en sus hijos para seguir sobreviviendo. El 28 de mayo se celebró el juicio. El antiguo compañero que le había acusado, reconoció que no tenía nada que ver y lo hizo para evitar denunciar a los verdaderos. Le pidieron perdón y le soltaron. “El abogado me dijo que cogiera el pasaporte y me fuera por si cambiaban de opinión. Así. Sin más. Y nadie me rinde cuentas de haberme tenido encerrado ahí todos estos meses, han manchado mi nombre, no encuentro trabajo... Si Marruecos no responde que lo haga España y si tan buenas relaciones tienen que lo demuestren. Todo es injusto”, lamenta. Pide ayuda a algún abogado para que le ayude a pedir justicia y explica que “aunque no tenga dinero, le pagaré. Aún estoy pagando al de Marruecos”.
Y no se olvida de muchos compañeros que siguen en esa situación en el país vecino. “Se indulta a un pederasta y otros inocentes siguen allí e incluso algunos que han sido indultados siguen allí”, entre ellos un ceutí. Antonio trata de seguir adelante con su vida. No se olvida de la ducha que se dio en una pensión cuando salió tras siete meses sin poder asearse y luchará por limpiar su nombre y el de los que sufren su situación.

 

Su única ayuda “Nuestro objetivo es denunciar el trato degradante que sufren”

La entidad Cárceles Marruecos es la única ayuda que Antonio encontró cuando la desesperación se apresó de él al ver que pasaban los días y su situación no cambiaba. La propia entidad denuncia desde hace tiempo que en las cárceles de Marruecos tanto los presos españoles como del resto de nacionalidades viven en condiciones totalmente infrahumanas, sufren continuas vulneraciones de sus derechos y libertades fundamentales, no se respeta la presunción de inocencia, se hace un excesivo abuso de la prisión preventiva… “Nuestro objetivo es denunciar el trato degradante, la indefensión y la inseguridad física y jurídica que los presos sufren, siempre desde el respeto, con el propósito de que se empiece a cambiar. Nuestras únicas armas son la voluntad, el trabajo, el respeto, la tolerancia y la solidaridad”, explican en su blog, que sigue recibiendo peticiones de ayuda.

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