En un país donde la presencia de profesionales o empresarios en el Congreso y Senado es minoritaria a favor de los que desempeñan funciones públicas, es normal que a menudo se legisle sin tener en cuenta las especiales circunstancias que rodean a la empresa moderna. El hombre de negocios necesita cada día una gran dosis de entusiasmo para enfrentarse a los cientos de problemas que debe afrontar, desde el pago inexorable de impuestos aún antes de tiempo, hasta abonar nóminas aunque no existan ingresos suficientes, soportar la presión de los créditos bancarios o trabajar con un marco de relaciones laborales pensado para otros tiempos.
Pero es que, además de ese entusiasmo, precisa de otro componente que es la confianza. Cuando debe aumentar su plantilla, abrir un nuevo negocio, buscar la financiación y arriesgar su capital en un proyecto, necesita creer, tiene que poder confiar en el futuro.
Y al comprobar que se demoniza la actividad empresarial, se le culpa de muchos males, advierte cerradas las líneas de crédito y el gobierno, en vez de proponer leyes y afrontar su responsabilidad, intenta conseguir acuerdos de representantes con intereses contrapuestos y diálogos eternos, resulta explicable que sin entusiasmo ni confianza, ese emprendedor o ese hombre de negocios con experiencia, se repliegue a sus cuarteles de invierno a esperar tiempos mejores.
Pero ese empresario debe saber que, aunque no organice algaradas ni huelgas, aunque soporte críticas por desavenencias en las negociaciones, aunque muchos no entiendan que el empleo debe crearlo precisamente él mismo, su poder es muy importante y, aún separados por ciudades, provincias o autonomías, la coincidencia en definir los problemas actuales y las posibles soluciones, son compartidas por casi todos.
Por eso, dichos empresarios deben unirse en ese acto de reafirmación empresarial que se ha convocado en Sevilla para ratificar, alto y claro, el papel de estos agentes económicos y de la propia empresa en el conjunto de la economía y la sociedad. La cita del día 30 de junio a las 12 de la mañana en el Palacio de Exposiciones FIBES de la ciudad andaluza, significará un encuentro entre personas que tienen objetivos y problemas comunes. La finalización está prevista para antes de las dos de la tarde, con lo que los participantes, haciendo frente a sus obligaciones, puedan regresar a sus lugares de trabajo en el día.
Se espera que miles de empresarios provenientes de todos los rincones de Andalucía y de Ceuta o Melilla confluyan ese día en Sevilla para que se reconozca el liderazgo de la empresa, se propicie la cultura empresarial junto a la creación de empresas, reafirmando, de paso, el valor de la unidad y el asociacionismo empresarial.
Ya hemos visto a los trabajadores manifestarse o convocar huelgas, a los indignados explicar sus reivindicaciones en la calle, a los ciudadanos optar libremente en las elecciones pasadas. Ahora es el momento de que los empresarios dejen de quejarse en silencio, de lamentarse en reuniones privadas, de sufrir callados una crisis que no acaba. Es el momento de asistir a esa Convención de Sevilla conde no hay que inscribirse ni avisar previamente, para que la voz de la empresa de Andalucía y Ceuta se oiga en este panorama difícil que atravesamos.
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