El Museo de las Murallas Reales alberga desde mañana la muestra ‘Guiños’, una recopilación de imágenes en gran formato del reputado fotógrafo melillense Hamadi Ananou en busca de visitantes tan cómplices como los protagonistas de las obras A varios metros de distancia ve claramente una flor. La acompaña un fondo verde mar. Empieza a acercarse, lentamente, y queda asombrado ante tal ilusión. Ni rastro de la flor. En su lugar encuentra un trozo de plástico que parece bailar con otro de cuerda rota. Dobla la esquina y le sorprende la mirada penetrante de un niño que parece estar ahí, junto a usted, a apenas un par de metros de distancia. Viste una sudadera a rayas y le observa con insistencia, ajeno a las señoras que analizan los objetos ofertados en un mercadillo de Viena. Todavía sopesando si el chaval habrá percibido su gesto de sorpresa baja las escaleras. Siguen las percepciones ópticas, continúan las interpretaciones hasta que topa, ahora sí, con un par de ojos conocidos. Esos que le venden el cupón de la ONCE cuando toma un café en la plaza de los Reyes o pasea por el Revellín. Los ojos de la querida Estrella Heredia que, apostada en una columna, le hace un guiño. “¡Adelante!”, se lee tras sus lentes.
“He perseguido la complicidad, de ahí el título de ‘Guiños’, tanto de los fotografiados como de quienes vengan a ver las imágenes”, explica Hamadi Ananou cuando se le pregunta sobre el título escogido para su primera gran exposición en Ceuta. Los nervios están a flor de piel. Ha mostrado su trabajo muchas veces, sí, pero ahora debe ‘dar la talla’ ante sus vecinos y amigos. Un reto que, a la vista de las historias que los operarios empiezan a colgar de las paredes del Museo de las Murallas Reales, superará con creces. Porque las fotografías que nacen de su objetivo son mucho más que capturas momentáneas o fruto de la casualidad. Tras ellas hay una explicación, un instante buscado, una intensidad de luz cazada... En ‘Guiños’, que abrirá sus puertas mañana a las 19.00 horas y podrá visitarse hasta el 15 de enero, Ananou trabaja en grandes formatos que incluso hacen dudar sobre si lo que nos muestra es fotografía, pintura o la mezcla de varias técnicas. De lo que no cabe ninguna duda es de que es arte, de ese que se escribe con mayúsculas.
Cuatro son los ejes sobre los que pivota ‘Guiños’. “Casi todos son trabajos recientes, de los últimos dos años”, comenta Ananou. Como los frutos recogidos durante su estancia en el Centro Internacional de Arte de Ifitry ubicado en Essaouira (Marruecos) donde convivió junto a otros 14 fotógrafos de todo el mundo. Allí nacieron buena parte de las imágenes que han situado en la sala superior del museo. “Muchas están hechas en el matadero de Casablanca, pues aunque hay una parte que se utiliza como sala de exposiciones, fui a la parte trasera y ahí encontré unas paredes alucinantes llenas de graffitis y con objetos antiguos, tal y como había quedado”, rememora el fotógrafo melillense.
De otro lado las fotografías más antiguas de las cerca de 70 que ha escogido de entre las miles que arrastra su envidiable currículum, nacieron en 2008. Tres mujeres las protagonizan. La mencionada Estrella, a la que hace honor a su nombre iluminándole el rostro, África García, conocida por regentar la ‘Librería Tótem’ y Antonia, la propietaria de un modesto comercio que, aunque no hayamos intercambiado con ella ni una sola palabra, se nos muestra como una mujer auténtica.
Otro de esos ejes, precisamente el que ilustra el cartel promocional, está en relación a la tauromaquia. “Reconozco que ha sido el trabajo más difícil, pues he estado en varias arenas y, aparte, buscaba una ubicación muy concreta para poder aislar solo al toro y al torero”, confiesa el artista, “no busco posicionarme sobre el asunto, sino que solo persigo dar los ingredientes para que cada cual saque su propia conclusión y, sobre todo, mostrarles la parte estética”. Ananou salda así una cuenta pendiente consigo mismo desde que, en los años 90, el torero Roberto Domínguez le felicitase por una fotografía que le hizo. Toros y maestros se funden a través de su mirada en un mismo movimiento aunque, dentro del mismo, siempre pueda detectarse cierto grado de nitidez. A veces es la pisada del toro, otras el pie del torero o la banderilla que está a punto de clavar. Imágenes, todas ellas, para ser degustadas sin prisa. Instantáneas con las que hay que dialogar de tú a tú para captar toda su esencia.