Después de unas merecidas vacaciones ayer el Teatro del Revellín abría de nuevo sus puertas para vivir un comienzo de temporada, cuanto menos, intenso. Y lo hizo a lo grande, para celebrar uno de los días más importantes que vive la ciudad, el de la autonomía. El primero de los actos programados para la celebración del citado día fue una obra de teatro que, con solo su título ‘Bazar del siglo XX’, evocaba al pasado e invitaba a vivirlo en el presente. Quizá fue esa la razón por la que muchos se animaron a disfrutar de una de las últimas tardes del verano entre añoranzas y recuerdos, aunque también entre mucha, mucha comedia.
‘Bazar del siglo XX’ no sorprendió por el nivel de actuación, aunque cuanto menos bastante aprobado teniendo en cuanta el carácter no profesional del grupo, sin embargo es innegable que hizo disfrutar e, incluso, llegó a sorprender por ser el primero que ha apostado en la ciudad por el teatro inclusivo, pues durante toda la obra, como dos actrices más las dos intérpretes de LSE de Acepas se sumaron al elenco.
La obra se presentaba con una escenografía simple, escueta y sobria que engañó a los espectadores en los primeros minutos, quedando sorprendidos cuando los propios actores fueron los encargados de ‘levantar’ el telón para introducirlos hacia las entrañas del propio bazar. El mismo que se encargó de trasladar a los asistentes hasta aquella añorada época dorada de Ceuta, la de los bazares, que enamoró a los presentes sumidos entre el alma de los personajes y sus propios recuerdos a través de los que pudieron retroceder tres décadas y volver a vivir el ambiente y la atmósfera de aquella época.
‘Bazar del siglo XX’ fue una comedia romántica, en la que amistad, amor y desamor se entrelazaron en un trayecto que cambió la vida de sus protagonistas. Un viaje con sorpresas, risas y mucha emoción, pero a la vez una comedia romántica realista. Diferentes historias con las que cualquiera pudo sentirse identificado y, de trasfondo temas como la lealtad, la amistad, la infidelidad o el amor propio.
La de ayer fue una invitación para emprender un trayecto hacia la propia vida. Un viaje que propuso temas y debates que hicieron reflexionar sobre la complejidad del amor. Fue una obra con matices que transcendieron lo puramente artístico: un homenaje a Ceuta, a su época dorada y de esplendor como regalo en su gran día. Así como la muestra evidente de que la cultura evoluciona a la vez que lo hace la sociedad, haciéndose extensible a todos los que quieran y deseen disfrutarla, fue una obra del pasado con miras al futuro.
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