Poco a poco ‘La Colina’, ubicada en la carretera del Jaral justo en los bajos del CETI, se ha ido llenando de viviendas que han convertido esa zona en un punto residencial poblado ya por más de 15 familias. Eso sí, familias olvidadas que soportan la dejación y ausencia de los servicios básicos que abonan pero no reciben. El más básico y fundamental: la limpieza. En los últimos cuatro meses han recibido la visita una sola vez de estos servicios. Los baldeos son inexistentes a pesar de las reiteradas quejas cursadas tanto a la desaparecida Urbaser como a la actual adjudicataria, Trace. A esto se añade la dejadez más absoluta en el mantenimiento de infraestructuras y los robos. Los vecinos cuentan ya los huecos existentes en la carretera en donde antes había alcantarillas, sustraídas por quienes se dedican a desvalijar las barriadas de unos elementos a los que luego dan salida en el mercado marroquí.
Los afectados reclaman ser atendidos, presentando los derechos que deberían ser equiparados a los de otras zonas de la ciudad pero que, en su caso, está claro que no se respetan. Denuncian lo que les afecta, pero también valoran lo que se ha hecho. Por ejemplo, la actuación llevada a cabo sobre la vivienda que quedó a medio construir y que se había convertido en un asentamiento de inmigrantes que no quieren estar en el CETI.
Argelinos y algún subsahariano habían convertido ese solar en el lugar de reunión, en donde se producían enfrentamientos y reyertas relacionadas con el elevado consumo de alcohol y las prácticas de actividades delincuenciales además de la prostitución. Aquellos hechos, que fueron denunciados por este medio, dieron pie a una actuación policial más contundente que ha provocado la desaparición del asentamiento, aunque sus restos todavía son visibles.
‘La Colina’ demanda que, cuando menos, no permanezca en el olvido. Tienen su derecho.