La cifra jamás alcanzada

La situación de crisis que sangra a muchas familias marroquíes sumada a la permeabilidad de una frontera, en la que nunca se invirtió de manera inteligente ni tampoco lo suficiente, tienen su consecuencia directa en el aumento de Menores No Acompañados que acoge la Ciudad Autónoma.

Se ha pasado de los no más de 80 que se atendían como pico máximo en 2003 a los más de 160 que hoy son asistidos en el centro de La Esperanza, en el corazón de Hadú.
La Ciudad Autónoma ha tenido que duplicar su trabajo para atender a una población MENA que ha aumentado en forma de goteo, reflejando de manera clara cuál es la situación que se vive al otro lado de la frontera, en donde muchas familias ven como un triunfo que sus hijos terminen quedándose en Ceuta para poder formarse e incluso tener más fácil su regularización.
De cada menor no acompañado que llega hasta la ciudad por sus propios medios o es abandonado en las cercanías del centro por sus propios padres, Ceuta informa al consulado español de referencia, el de Marruecos. Hasta la fecha no se ha logrado que el país vecino reclame a uno solo de estos niños que, supuestamente, figuran en el vecino país como desaparecidos, teniéndose constancia oficial de que se encuentran a este lado de la frontera. Ni tan siquiera las gestiones que hace unos años realizó la Delegación del Gobierno para forzar el beneplácito de la Fiscalía General del Estado para reagrupar a los que superaran una franja de edad determinada han fructificado.
La Ciudad, de hecho, se ha visto obligada a disponer de otra de las alas del centro La Esperanza dada la cantidad de menores que hoy por hoy atiende, alcanzándose de hecho el pico máximo de ocupación desde el año 2003, de acuerdo con las estadísticas oficiales a las que ha tenido acceso El Faro. Los años en los que ha habido menos presión han sido los de 2004 (con 63 de máxima), 2005 (con 60) y 2008 (con 76). Los de mayor presión fueron 2014 (con 111 de ocupación máxima), 2011 (con 134) además de 2012 (con 147) y 2013 (con 115).
Ahora se vive un periodo de mayor número de entradas, incluso de niños de no más de once años. Muchos llegan al centro con documentación, están plenamente identificados y se conoce claramente su origen, pero nunca son reclamados por su familia ni país de origen. La explicación a este incremento es tan variada como la fuente que la sitúa, abarcando desde la crisis hasta el menor control en la frontera, lo que posibilita que haya menores que accedan a la ciudad en compañía de adultos y éstos puedan regresar a Marruecos sin que nadie verifique que regresan sin el menor.
Al margen de los MENA que sí están controlados en el centro, sometidos a los programas que lleva a cabo el área de Menores y al régimen disciplinario establecido, queda la bolsa de niños que intenta ser localizada por las fuerzas de seguridad e incluso por miembros del propio Área para que habiten voluntariamente La Esperanza. Es una labor complicada ya que se trata de menores que no quieren estar en el centro y que pernoctan en el puerto para intentar colarse en alguno de los ferry que enlaza la ciudad autónoma con la península. De ser interceptados por las fuerzas de seguridad son trasladados a Hadú aunque su estancia en el centro no puede obligarse al no ser de internamiento.