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“La cárcel de Los Rosales hace tiempo que debía estar cerrada”

Empezó siendo un buen estudiante pero no terminó el COU. Ahora acaba de cumplir quince años como funcionario de Prisiones, ha conseguido la licenciatura en Criminología y está desarrollando el Grado en Psicología.

A groso modo son los pasos que ha dado Guillermo González Corrales, un joven ceutí que ha convertido la prisión de Los Rosales en su primera casa, aunque reconoce que se trata de una “casa” que tenía que haber cerrado sus puertas hace muchos años debido a sus deficientes condiciones para prestar el servicio que debe a sus “inquilinos”.
Tras dos años destinado en Melilla, desde julio de 1997 desempeña su labor entre las paredes de la vetusta penitenciaría local, donde actualmente desempeña labores de atención al público y comunicaciones. Además, es el delegado de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP), desde la creación de este sindicato en el año 1996.
Su experiencia le permite decir que la nueva cárcel supondrá un “antes y un después” pero pide que se den los pasos adecuados para que las condiciones de trabajo sean las óptimas.

–¿Dónde pasas tu infancia?
–En el barrio del Mixto, donde viví hasta que me casé en el 2000, a pesar de lo cual todavía voy a diario a esta barriada donde vive mi padre y mi tía, que es como mi madre desde que ésta falleció hace ya veinte años.
–¿Qué educación te inculcaron tus padres?
–El respeto hacia los demás y otros muchos valores que hoy en día se han ido perdiendo como ser responsable, no molestar a los vecinos y tener un respeto por los profesores.
–¿Y los estudios?
–Tuve una época buena hasta que llegué a COU, el cual no terminé porque tenía el servicio militar cerca y no me lo saqué hasta varios años después cuando recuperé la afición por los libros, tras haber aprobado las oposiciones a funcionario. Yo tenía claro que no iba a hacer una carrera en Ceuta porque no me sentía motivado así como tampoco me podía permitir el lujo de irme a estudiar fuera.
–¿Por qué te dio por estudiar las oposiciones para funcionario de Prisiones?
–Fue en el año 1993 cuando vi un anuncio en la prensa, concretamente en el Marca, de la academia Adams donde se convocaban plazas. Yo estaba trabajando en una empresa privada de suministros donde no era muy bien pagado y me interesé por estas oposiciones.
–¿Fue dura la preparación?
–Era volver a estudiar. Empecé a prepararme en una academia dedicando muchas horas porque el temario era muy amplio y con mucha legislación. Me examiné en el año 1.994 en Madrid, había unas 300 plazas y tuve la fortuna de aprobar.
–¿Qué supuso esa satisfacción?
–Un cambio muy importante porque me daba la tranquilidad de tener un trabajo fijo y muy bien remunerado en comparación con el empleo que tenía. Además, supuso la primera vez que salía de Ceuta porque me destinaron a Melilla.
–¿Cómo fue esa experiencia en tierras melillenses?
–Muy positiva, nunca había salido del entorno familiar, me tenía que buscar la vida y hice muy buenas amistades, por lo que fue una época muy bonita. Lo más complicado fue buscar una casa porque no había muchas en condiciones y tuve que abonar un buen dinero por una vivienda que no estaba muy bien. La adaptación a Melilla no fue difícil aunque es muy distinta a Ceuta, en particular porque allí se vive mucho más en la calle por la lejanía con la península.
–¿Cuándo te afincas definitivamente en Ceuta?
–En julio de 1997 cuando terminé el período de prácticas salieron unas plazas y me vine para Ceuta porque aquí tenía a mi familia y a mi novia.
–¿Cuál fue tu primer destino en la prisión de Los Rosales?
–Empecé en el Gabinete de Dirección de la prisión con Miguel Fábrega como director, encargándome de la gestión de personal y secretaría. Estuve en ese puesto durante unos ocho años hasta que decidí pasar al interior de la cárcel cansado de la rutina de la oficina.
–¿Cómo encajas el cambio?
–Muy bien, sobre todo porque mejoraba en el tema económico y en los descansos. Sin embargo, lo principal era formar parte de un grupo de trabajo donde se crean más vínculos afectivos con los compañeros y tienes más dependencia de ellos.
–¿Qué cárcel te encuentras al llegar?
–Una muy distinta a Melilla, que era nueva, ya que aquí la prisión estaba masificada, los presos dormían en los suelos, no había espacio para comer y existía poco personal, por lo que no se ajustaba a un país desarrollado sino más bien daba pena verlo.
–¿Han cambiado mucho las cosas con el paso de los años?
–Algunas cosas se han mejorado, aunque sigue estando masificada pero no con las cifras de otros años. Se han acometido mejoras para los internos y los funcionarios después de una época muy mala donde no se invertía nada, lo cual cambió a raíz de una visita en el año 2004 realizada por la secretaria general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, quien reconoció que la cárcel no estaba en condiciones.
–¿Cómo están las cosas en la actualidad?
–Aguantando como se puede con buenas y malas rachas. A nivel de plantilla está completa pero la relación de puestos de trabajo no está actualizada, por lo que hay un déficit de funcionarios ya que existen dos trabajadores en un módulo de ciento cuarenta presos y, además, en la oficina hay poco personal para el volumen de trabajo que se genera por los traslados y las conducciones.
–¿Debería estar cerrada la penitenciaría de Los Rosales?
–Sí, desde hace años porque hubo una Inspección de Trabajo a raíz de una denuncia de nuestro sindicato en el año 2002 que recomendaba el cierre por no ofrecer un servicio acorde a un estado moderno.
–¿Se solucionarán todos los problemas con la nueva prisión?
–Supondrá un antes y un después por las posibilidades profesionales y laborales en cuanto a promoción y también por unas mejoras en las condiciones de trabajo y para los presos, que tendrán celdas más amplias y espacios para cultura, deporte y acciones formativas adecuadas. Asimismo, supondrá un aumento en cuanto a las condiciones de seguridad.
–¿Es peligroso trabajar en esta prisión?
–Hay trabajos más peligrosos como minero, pescador o taxista pero el nuestro tiene sus riesgos ya que cada módulo tiene su problemática y surgen conflictos, agresiones y amenazas al personal, lo cual se soluciona en el día a día porque no son hechos graves.
–¿Se ha reducido el índice de agresiones físicas?
–Las físicas sí han desaparecido, después de una época mala, aunque sí se producen roces a diario.
–¿Tendrá tanta incidencia la nueva cárcel para la ciudad a muchos niveles?
–Es mentira que se vayan a crear muchos puestos de trabajo ni tampoco que habrá muchos presos por la calle los fines de semana. Pienso que se ha hablado mucho y mal sobre la prisión porque no creará muchos empleos directos pero sí aumentará la plantilla de funcionarios y se dejarán dinero en la ciudad.
–¿En qué medida ha influido ACAIP en la vida de la prisión?
–Desde que se constituyó la agrupación en Ceuta se han mejorado las condiciones de trabajo, nuestras demandas han tenido hasta repercusión en medios nacionales y se han presentado denuncias ante la Inspección de Trabajo que se han atendido. Ahora esperamos que la nueva cárcel suponga un cambio para satisfacer a todo el mundo.
–¿Para qué te han servido los conocimientos en criminología?
–Era una vocación que tenía dormida, empecé la diplomatura en Salamanca y luego la licenciatura en Alicante y se ha convertido en una pasión. He aprendido muchas cosas, sobre todo a comprender por qué se cometen los delitos, a diferenciar a un enfermo mental de uno que se hace pasar por él, a ver cómo influye el absentismo escolar en comportamientos delictivos y tener una visión global.
–¿Qué conclusiones has sacado de ello?
–Que en España hay un abuso de la pena de prisión y se debería ir pensando en medidas alternativas porque la cárcel no es la solución a la delincuencia.
–¿Es Ceuta una ciudad insegura?
–Las estadísticas oficiales no reflejan la realidad y sería necesario efectuar una encuesta de victimación para que los ciudadanos digan si han sufrido algún delito y poder tener datos más reales de todas las barriadas.
–Por último ¿Qué esperas de las elecciones sindicales para la Junta de Personal de Funcionarios de la Administración Periférica del Estado?
–Concurrimos ACAIP conjuntamente con USO y esperamos que se reconozca nuestra labor en los últimos años, sobre todo porque no hemos hecho cosas que hayan perjudicado a los funcionarios.

 

“Ahora me ha dado por estudiar”

FICHA. Guillermo González Corrales (Ceuta, 1970) es el mayor de una familia de dos hermanos que se crió en la barriada del Mixto, con la que todavía tiene una estrecha vinculación.
Casado y con un hijo -José Layos-, es funcionario de Prisiones desde el año 1995, ocupando actualmente las funciones de Atención al Público y Comunicaciones dentro del centro penitenciario de Los Rosales, donde está desde julio de 1997.
Es delegado de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP) desde la fundación del mismo en la ciudad en el año 1996, un cargo donde es estrenó en Melilla -donde estuvo dos años destinado.
En el 2008 aprobó la licenciatura en Criminología por la Universidad de Alicante y ahora está estudiando un Grado en Psicología por la UNED. “Me ha dado por estudiar”, nos dice.

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