Opinión

La Bahía del Sarchal

Tanto si se hace caminando, desde una embarcación o nadando es siempre una experiencia hartamente gratificante relacionarse personalmente con los acantilados y arrecifes costeros que salpican esta interesante costa que se extiende desde la escalera de acceso al litoral del Recinto hasta el comienzo del camino de Ronda. La geología de esta zona es una preciosidad plena de los duros gneis con granates o sin ellos y de las verdes peridotitas que con tanta originalidad han contribuido a diseñar las páginas más bellas y auténticas de la arquitectura ceutí. Los colapsos de gravedad y el trabajo del mar han dejado unos paisajes costeros muy poderosos con cantos bien trabajados y enormes peñas aglomeradas aquí y allá. Al principio de nuestro periplo podremos observar a las bellas y gráciles gaviotas de Audouin que llevan varios años anidando en los acantilados cercanos.

Es un ave más pequeña y mucho más discreta, para ser una pavana, que la gaviota patiamarilla, aunque no renuncie a su cuota de agresividad natural cuando se trata de defender a sus nidos y polluelos. Además tiene un precioso gris en sus alas que remata con unos ribetes negros y un elegante pico rojo, su vuelo es suave y aerodinámico; ciertamente es una gozada ver desplazarse por el aire a un ejemplar de esta especie. Sus huevos salpicados de manchitas negras y los pollos que parecen de angora me hacen sentir una bondad inmensa cuando los contemplo en los vertiginosos escarpes donde anidan. Sin embargo, enseguida mi naturaleza salvaje se rebela cuando pienso en la cantidad de basuras que soporta el acantilado y la de restos orgánicas que alimentan a un buen número de ratas y gatos que siguiendo su instinto terminan diezmando la población de estos preciosos pollitos. Puedo decir que trabajando con la sociedad ornitológica de Ceuta y sus aguerridos y sensibles voluntarios he podido acercarme a estas aves y aprender aspectos de su biología y capacidad para sobrevivir, además de poder compartir emociones y sentimientos hacia la conservación de la naturaleza. Lanzo preguntas al aire que cuestionan y ponen a prueba mi capacidad de comprensión y a veces el necesario autocontrol que evita la exaltación, por tantos humanos insensibles y contaminadores que a sabiendas o no perjudican la diversidad de especies con sus comportamientos irresponsables y su incapacidad para la emoción y elevación espiritual por todo lo libre y salvaje que diría Thoreau. Claro que afortunadamente las gaviotas de Audouin y otras especies de aves tienen alimento debido a la productividad de nuestro litoral y a las poblaciones de peces e invertebrados litorales que crían en nuestras aguas costeras. Pero las basuras son también consumidas por muchas de estas especies y han sido la fuente fundamental del exagerado incremento de la población de la gaviota patiamarilla a la que ahora algunos, los más alienados de todos, quieren masacrar. Esta es además una de las zonas dónde mayor número de arrecifes rocosos se interponen entre el mar abierto y los acantilados costeros lo cual favorece un reguero de zonas muy protegidas y recónditas en las que investigar buscando especies insólitas e incluso indicadoras de zonas poco batidas con características idóneas para especies termófilas. Por estos vericuetos marítimos se producen encuentros ocasionales con especies de algas que no proliferarían en otras zonas.

Ciertas especies de algas pardas del género Cystoseira (C. humilis y C. compressa) se pueden observar en charcos de marea encerrados entre los arrecifes y el acantilado, y justo a medio metro de profundidad aparecen las espléndidas formaciones de C. tamariscifolia que tiene una consistencia áspera y cuyas ramificaciones albergan enormes poblaciones de diminutos crustáceos. En nuestro litoral esta es una especie que tiene gran importancia ecológica pues estructura los ambientes de los primeros metros bajo el agua pero sus poblaciones han sufrido la competencia de algunas especies invasoras como la denominada Asparagopsis armata que hace aproximadamente 80-100 años que apareció en nuestras costas como comenta mi colega y brillante botánico del ámbito Mediterráneo Kike Ballesteros. Él me está ayudando con las algas invasoras y yo con los corales invasores que tiene en sus costas catalanas. Las especies del género Cystoseira son muy importantes y además poseen una belleza marina muy peculiar que pocas algas pueden igualar; hay varias Cystoseiras que se van sustituyendo de oeste a este y que forman hábitats similares en diferentes regiones del Mediterráneo. En profundidad también lo hacen y si aquí en nuestro mar de Alborán se produce el fabuloso bosque de C. usneoides en el Mediterráneo central es la especie C. spinosa la que puede llegar a formarlos desde los treinta metros de profundidad. En estos rincones olvidados del Sarchal se pueden ver cuadros de la naturaleza botánica y marina únicos como los que se forman en algunas rocas con pequeñas rampas, recovecos y charcos dónde crecen bellas y sofisticadas plantas de Sargassum vulgare mientras que en las rampas rocosas al albur de las mareas se desarrollan céspedes variopintos en los que podríamos incluso observar durante el verano las delicadas y pegajosas algas rojas espagueti.

Es en la profundidad, sin embargo, donde me quisiera detener para finalizar el artículo de hoy. Hace tiempo en este mismo periódico una joven periodista hacía entrevistas a diferentes personas de la ciudad. Una de las preguntas que me hizo era donde no me encontraría el domingo por la mañana y sin dudarlo le dije que en misa pues a pesar de pertenecer a la cultura cristiana y no tenerle ninguna alergia a la religión he decidido cambiar las iglesias y templos monoteístas por otros diferentes que están recorridos por una sinfonía de dioses y potestades coloridas que habitan en las profundidades marinas y también en los ríos y las montañas. Una vez dicho esto, es importante hablar del extenso y diverso jardín o bosque de gorgonias que se extiende a lo largo y ancho de la bahía del Sarchal. Comparten espacio ocho especies diferentes de estos octocorales que además aportan una estructura ecológica única en todo el Mediterráneo; no existe diversidad mayor de gorgonias a lo largo de todo este variopinto mar. Ningún ambiente fuera de las zonas tropicales me ha recordado más a ellos que los fondos de mi tierra caballa sumergida, en estos lugares me siento dichoso y deambulo entre el bosque fotografiando todo lo que se mueve o me llama la atención ya que se visita un habitat de plantas animadas o de animales que parecen plantas. Los colores de las diferentes gorgonias oscilan entre el blanco níveo, blanco sucio, gris, salmón, amarillo, ladrillo, anaranjado y rojo bermellón; la gorgonia látigo es la más espectacular por el gran tamaño que puede llegar a alcanzar. Además un bello parásito de algunas especies de gorgonias, que es también otro tipo de coral, exhibe un color amarillo limón. El sotobosque es variado y compuesto por especies de esponjas y ascidias que son ambos animales filtradores que solo se desarrollan en las aguas marinas. El gran bosque de gorgonias ceutí se extiende mucho hacia ambos lados de la bahía pero siempre comienza alrededor de los 25 metros de profundidad. Podemos encontrarnos zonas elevadas y paredes mezcladas con llanuras aplaceradas donde escasamente sobresale algo del fondo.

En estos ambientes los grandes crustáceos como los centollos y las langostas pueden salir de su mimetismo y grupos de samas pueden cruzar por delante de nuestros ojos, también algunos abadejos ociosos y las garopas nos salen al paso desafiantes y sin complejos. Al adentrarnos en el Mediterráneo este bosque se simplifica y más allá de la costa Argelina no existen jardines de varias especies y más bien son dos o tres las gorgonias que se alternan según los ambientes. Significativamente una gorgonia exclusivamente mediterránea denominada Eunicella cavolinii no alcanza nuestras costas. Al salir del agua, dejar la embarcación o dar por concluido el paseo costero siempre me embarga la misma agridulce sensación de haber disfrutado de algo excepcional y único que por otra parte es habitualmente despreciado, ignorado y mancillado continuamente por un tropel de insensibles y estúpidos simios desnaturalizados y sin conciencia de sí mismos y mucho menos de lo que ellos y el resto de la naturaleza representan para el sostén de la biosfera y de nuestro bienestar espiritual.

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