La figura jurídica de la conformidad sirvió ayer para cerrar uno de los sucesos que mayor conmoción causó en el seno de la UDYCO, después de que varios de los agentes de esta unidad de la Policía Nacional fueran objeto de disparos cuando se encontraban investigando un tiroteo en plena barriada del Príncipe.
Aquella madrugada del 30 de enero de 2013, buena parte de los componentes de la unidad estaban en la calle San Daniel buscando casquillos relacionados con un tiroteo ocurrido solo horas antes. Se toparon con lo inesperado: hasta seis disparos dirigidos contra los agentes con ánimo claro de atentar contra sus vidas. Las dos personas que fueron detenidas por estos sucesos, los llamados M.Y.A. y A.L.A., se sentaron ayer en el banquillo de los acusados para reconocer su implicación en los hechos después de varias horas de negociación entre sus abogados y el Ministerio Fiscal. Ambos, en prisión preventiva por esta causa, asumieron su implicación en los hechos sellando una conformidad que evitó la celebración de juicio (la Sección VI había previsto cuatro días para su desarrollo) y dio pie a que el tribunal de la Audiencia dictara sentencia condenatoria. El llamado M.Y.A. fue condenado a 4 años y 2 meses de prisión por un delito de atentado agravado con uso de arma de fuego y otro de tenencia ilícita de armas (3 años y dos meses por el primero y un año por el segundo). Este joven es la persona al que la Policía Nacional señaló como el autor de la ráfaga de disparos producida contra la UDYCO mientras huía por los callejones del barrio, armado. Ninguno de esos disparos alcanzó a los agentes, pero pudo haberlo hecho. Uno de aquellos efectivos lo identificó desde el primer momento antes de perderlo en la escapada. El Ministerio Fiscal llegó a pedir en su calificación inicial hasta 12 años de prisión por un delito de homicidio intentado que ayer quedó modificado tras el acuerdo con la Defensa. Por su parte, el llamado A.L.A. asumió una pena de 2 años y 5 meses por un delito de resistencia y otro de tenencia ilícita de armas (11 meses por el primero y 1 años y 6 meses por el segundo). A él se le detuvo esa misma madrugada con un revólver del calibre 38 especial y once cartuchos en su poder (algunos en el cargador, otros entre sus prendas). Nunca lo llegó a sacar del cinto para disparar contra los agentes, quedando su gesto en un mero amago después de que se le diera el alto y de que se le detuviera impidiendo tal acción. Esa noche la Policía solo pudo detener a A.L.A. pero se llevó a la Jefatura la completa identificación del otro imputado que sería finalmente arrestado cuando, de forma voluntaria y tras permanecer varios meses en busca y captura, fue presentado por su abogado en el Palacio de Justicia. La Fiscalía pedía para él 4 años y 6 meses de prisión, calificación inicial que también quedó modificada. Al haber cumplido buena parte de la pena, quedará en libertad en breve tras la liquidación que realizó ayer el tribunal. El suceso que ahora ha tenido su resolución judicial causó gran impacto en su momento y provocó el rechazo de los propios vecinos de la barriada, puesto que los mismos agentes que estaban intentando esclarecer unos hechos violentos previos se veían implicados en un atentado con el que se pretendía mermar su efectividad, causando daño a sus propias vidas. Los policías no resultaron heridos porque se parapetaron junto a las paredes de los callejones, teniendo que hacer uso de sus armas reglamentarias para frenar el ataque. En todo momento se identificaron ante los detenidos tanto por los petos oficiales que los señalaban en la oscuridad como por los gritos con los que hicieron saber a ambos condenados que eran agentes del CNP.