Como se sabe, el Rif es una región montañosa del Norte de Marruecos que comprende los territorios limítrofes con Ceuta y Melilla, desde la Yebala hasta Kebdana (Nador). Sus habitantes originarios fueron los bereberes, primeros pobladores autóctonos del territorio.
La mayoría eran inicialmente de religión cristiana, pero cuando los árabes el año 710 invadieron el Norte de África, su líder venido de Yemen, Salih ibn al-Mansur, fundó el emirato de Nekor por concesión califal y les convenció para que se convirtieran al islam, aunque se resistieron durante bastantes años. Todavía hoy hablan su lengua materna, el tamazight, junto con el árabe. Los bereberes son un pueblo de espíritu guerrero, muy celoso de su independencia y libertad, habiéndose opuesto con las armas a la presencia extranjera en su territorio y también al sometimiento a los propios Sultanes marroquíes. Por eso Marruecos sólo fue una amalgama de tribus y kabilas sin llegar a constituirse en Estado hasta que en 1672 Muley Ismail logró someter todo el territorio bajo su poder, que hasta entonces había sido ingobernable. Él consiguió reunir los tres elementos básicos que el Derecho Internacional exige para que pueda formarse un Estado: “territorio”, “población” y “autoridad única”. Pero, aun así, los rifeños nunca abandonaron su independencia, hasta llegar a constituir en 1921-1926 su ansiada República del Rif, como veremos. Cuando España comenzó su penetración en Marruecos en el siglo XIX, se encontró allí con dos poderes: 1. El Bled el-Majzen, (Gobierno). Y 2. El Bled es-Siba (religión del Islam). El monarca ejerce allí esos dos poderes, político y religioso; pero los rifeños sólo acataban la autoridad religiosa del Sultán, rechazando al Majzen o Gobierno con el que estaban en conflicto permanente. Las tropas españolas se confrontaron con las marroquíes en 1859, en la llamada Guerra de África, que ganó España. Ante el caos, desorden y ausencia de autoridad real efectiva, en 1906 la Conferencia de Algeciras acordó el establecimiento del Protectorado marroquí, en el que Francia se reservó la Zona Sur llana y fértil, y dejó a España la Zona Norte, agreste y pobre. La tutela franco-española fue aceptada por el Sultán Mulay Yúsuf en el Tratado de Fez de 1912. En 1909 los rifeños desencadenaron una serie de hostilidades contra la ocupación franco-española, iniciándose la guerra del Rif. Tuvieron varios líderes: El Rogui, El Raisuni y Abd el-Krim, este último el más carismático. Con él la guerra tuvo su punto álgido entre 1921-1926, cuando al mando de 3.000 rifeños de su kabila de Beni Urriaguel aniquiló al ejército español mandado por el General Fernández Silvestre en el "Desastre de Annual". Según datos oficiales, murieron 13.192 españoles (hay autores que elevan la cifra a 19.000), perdimos 20.000 rifles, 400 ametralladoras, 129 cañones, depósitos de municiones, etc. En unas semanas, los rifeños recuperaron todos los territorios que los españoles les habían ganado en los 12 años anteriores. A rescatar Melilla tuvo que salir a marcha forzada la Legión, recibiendo allí su bautizo de guerra, apoyada por Regulares y otras Fuerzas de élite. Además, en 1924 Primo de Rivera ordenó el repliegue español en la zona Occidental, que también costó la pérdida de vidas humanas y territorios (otros 10.000 españoles). La victoria de Abd el-Krim de 1921 lo envalentonó y creyo que ya expulsaba a españoles y franceses. Acrecentó tanto su autoridad que consiguió poner bajo su mando a casi todas las tribus y kabilas rifeñas. Y como el poder del Sultán era débil, se vio ya dueño de todo el Rif y comenzó a poner los cimientos del nuevo Estado. La misión y el empeño de España en Marruecos eran pacificar su zona y mantener la autoridad del Sultán Mohamed V. Por el contrario, Francia lo destronó, desterrándole primero a Córcega y después a Madagascar, sustituyéndolo por un tío suyo llamado Mohamed Ben Arafa. Tras la derrota de los españoles en Annual, Abd el-Krim convocó una Asamblea General que el 18-09-1921 nombró a 80 miembros representantes de otras tantas tribus, aprobaron una Constitución de 40 artículos y proclamaron la llamada Jummurhiya Rifiya (República del Rif), con capital en Axdir. Informó a la entonces Sociedad de Naciones, creó la bandera y el escudo del nuevo Estado y se erigió en Presidente de la República, “una nación moderna basada en los principios del Corán, pero incorporándole los últimos adelantos de la ciencia y de la industria occidentales", según dijo. Nombró un Gobierno formado casi todo por familiares suyos, como, Vicepresidente, un tío. Ministro de Finanzas: Muley Abdeselam El-Khatabi, también tío. Ministro de Asuntos Exteriores: Mohamed Azerkán, cuñado, etc. Creó el Banco del Gobierno rifeño, declarando moneda del Rif el rifán, equivalente a la peseta española. En materia de Justicia, Abd el-Krim implantó tribunales y cárceles que nunca habían existido en el Rif, como la temida mazmorra de Tajanust, en el río Isli. El sistema penal creado era durísimo, sobre todo, para los prisioneros españoles, a los que torturó, mutiló, masacró y vejó sin piedad, pese a que el Gobierno español favoreció mucho a Abd el-Krim y su familia. Su padre Sidi Abd el-Krim percibía 250 pesetas mensuales de España y fue indemnizado con otras 10.000 pesetas por daños y asesinatos a familiares que sus enemigos rifeños le causaron en su casa; al propio Abd el-Krim España lo nombró redactor del “Telegrama del Rif”, profesor de árabe de niños y Oficiales españoles y lo condecoró; y el hermano menor M´hamed estudió en Madrid Ingeniero de Minas con una beca española. Abd el-Krim tipificó como delitos mayores la insumisión de las kabilas al Estado rifeño, ayudar a escapar a los prisioneros, incurrir en cobardía y ser homosexual, penados todos con la muerte. Ejerció una dura represión con la que consiguió imponer en el Rif el orden y la seguridad a base de miedo y terror, terminando con todos los conflictos tribales. Ordenó llevar nueva vestimenta, cortarse la coleta, recortarse la barba, y prohibió fumar kif, lo que generó un gran malestar. En algunos aspectos dio pasos innovadores, porque abolió la esclavitud y la venganza o “deuda de sangre”, dictó normas contra el racismo anti-judío, implantó penas para los hombres que maltrataran a sus esposas, fomentó la cultura y para él rechazó el titulo de Sultán y el tratamiento de Sedna (nuestro señor). Y, a partir de 1923, ordenó que en las oraciones del viernes en las mezquitas no se invocara su nombre. Creó el ejército rifeño integrado por 80.000 hombres. Pero sólo formaban parte de él los Regulares, élite de luchadores rigurosamente adiestrados y seleccionados entre urriaglíes que nunca sobrepasaron los 7.000 guerreros; los demás eran movilizados entre los 16 y los 50 años en caso de ataque o defensa. Cada tribu poseía su propia milicia. Los soldados rifeños eran bravos y temibles cuando en la batalla iban ganando, pero “chaqueteaban” cuando la lucha le era adversa. Eran excelentes tiradores que donde apuntaban con el ojo ponían la bala. Creó también la Policía Secreta y recaudó impuestos con agentes fiscales y voracidad recaudadora. Construyó dos hospitales (Axdir y Xauen), y Escuelas de alfabetización para jóvenes y adultos. La República fue reconocida por algunos países europeos. El Gobierno de Abd el-Krim, aunque continuó con la religión islámica y la aplicación de sus normas coránicas, pero emprendió tímidos avances modernos para la sociedad rifeña. La nueva República parecía marchar bien, aunque se dejaba sentir cierto mucho descontento popular. Pero en 1925, Abd el-Krim cometió el gravísimo error de atacar a sus amigos los franceses en sus posiciones del Werga, ocupando 43 de las 66. Los rifeños mataron a 12.000 franceses, capturaron otros 2.000, se apoderaron de 51 cañones, 200 ametralladoras, 5.000 fusiles, millones de cartuchos, 16.000 proyectiles, 60.000 granadas y 35 morteros con 10.000 proyectiles. A partir de ahí, Francia fue a la guerra sin cuartel contra Abd el-Krim. Antes apenas había colaborado con España, pero luego se coaligó con ella y organizaron el desembarco de Alhucemas en el que España soportó el mayor peso. Primo de Rivera también rectificó su gravísimo error anterior cuando ordenó el repliegue español. Las tropas españolas fueron ganando terreno e infligiéndoles continuas derrotas a las rifeñas, hasta que Abd el-Krin se vio acorralado y perdido, y no le quedó más remedio que entregarse; pero lo hizo ante los franceses, porque había dado un trato tan cruel a los prisioneros españoles que tuvo pánico de que pudieran hacer con él lo mismo. Tras su entrega, finalizó la guerra en 1927, aunque algunas kabilas aisladas siguieron oponiendo resistencia hasta 1932. En aquella guerra del Rif murieron miles y miles de jóvenes soldados españoles del Reemplazo, y también lo más selecto de la oficialidad, la flor y nata de nuestro Ejército profesional, los llamados oficiales “africanistas”, a los que su corazón se les quedó prendido en el Rif, prefiriendo la lucha permanente en campaña a la comodidad que tenían los “junteros” destinados en la Península que llevaban una vida sin riesgo alejada de los frentes de batalla. Uno de los primeros fue mi paisano el bravo Capitán José Ledo Rodríguez, de Mirandilla, que estuvo más de 12 años seguidos en campaña jugándose a diario la vida, y en cuanto que en 1932 la guerra finalizó y los últimos combates cesaron, para él la vida tranquila del cuartel dejó de tener aliciente, y solicitó la excedencia voluntaria, yéndose a su pueblo a hacer obras de caridad, donde por eso era llamado el “padre de los pobres”. Antes, el 7-05-1927, había caído herido grave al mando de su Compañía de Regulares de Larache nº 4, avanzando el primero para alentar a la tropa en las alturas de Beni Arós (Ayven), donde el 5-06-1923 murió el heroico Teniente Coronel Valenzuela. José Ledo fue muy condecorado. Se salvó en el Rif, pero luego murió el 12-10-1936 cuando su Unidad intentaba entrar a Madrid por Campamento, yendo al mando de una Compañía. Por su gesta, fue ascendido a Comandante por méritos de guerra. Mirandilla le tributó un sentido homenaje, dedicándole una placa en la casa y calle donde nació, que todavía hoy se llama Calle Capitán Ledo. Derrotado Abd el-Krim, fue desterrado a la Isla Reunión y a Egipto. La República del Rif fue disuelta el 27-05-1926 por fuerzas españolas y francesas. Pero los rifeños volvieron a rebelarse en 1958, ahora contra el mismo Marruecos, al que se enfrentaron proclamando los 18 puntos de Abd el-Krim, con 30.000 soldados rifeños mandados por el que después fuera Hassan II, desembarcaron en Alhucemas y Tánger y, según las hemerotecas de la época, en febrero de 1959 la aviación marroquí bombardeó con bombas de napalm y fósforo los aduares y refugios de los rifeños. Murieron más de 3.000 imaziguen. Tras la independencia de Marruecos en 1956, Mohamed V visitó en 1960 a Abd el-Krim en Egipto y le pidió que regresara del exilio; pero viendo que su antigua "República del Rif" se había convertido ya en "dominio" del Reino de Marruecos, se negó a regresar. El 8-02-1962 falleció en Egipto.