Daba alegría ver esas imágenes en las que la genta que buscaba un lugar seguro para sus vidas podían subir, con normalidad, a los trenes adecuados, así como las de la acogida disoensada en la estación de destino. en Alemania, y los regalos que les hacían para atender sus primeras necesidades. ¿Cómo ha sido posible ese cambio? Pues de una parte la sensatez y de otra el amor a la gente que sufre. Este es nuestro mundo, en el que nos movemos y en el que cada día toda persona tiene ante sí esa doble obligación.
Hay motivos, más que suficientes, para sentirse intranquilo e incluso agobiado. Los mensajes que se reciben desde distintos puntos de influencia y hasta de poder, nos van mostrando las apetencias políticas de unos y otros, siendo necesario hacer esfuerzos muy serios para llegar a las conclusiones que no se aparten de la verdad y que animen a trabajar con seriedad y eficacia por aquello que es la verdad. Es nuestra obligación personal, para con nosotros mismos y para toda la soiedad de la que formamos parte.
Aquí también en los distintos niveles por los que discurre la vida de la Nación Española hay necesidad de claridad, de una buena acogida a los sentimientos más profundos de la gente. No se puede obrar con ligereza y con falta de sentido de la normalidad. Hay personas que cada día dicen cosas contrarias entre sí y que suponen unas variaciones de criterio sumamente importantes. ¿Cómo pueden ser acogidas favorablemente esas personas, a la vista de sus contradicciones'? Es necesaria la verdad clara para una buena acogida.
Son muy dispares las figuras de quienes huyen de la persecución material y abordan ,como sea, trenes ,embarcaciones de todo tipo e incluso a nado para huir de donde se niegan los principios básicos de la hermandad humana y para todos ellos es necesadia una disposición firme para la acogida. Es cierto que sin muchos y variados los casos de dificultad de vida y de pensamiento, pero la tendencia natural sel ser humano debe ser la búsqueda de la paz y de la concordia. Hay que ayudar esa actitud,
La alegría de la acogida debe estar siempre en nuestro ánimo y hacerla realidad tantas cuantas veces sea necesaria. No debe ser éste mundo una tierra de desgraciados sino de personas que se sientan satisfechas de amar plenamente al prójimo, aunque puedan existir diferencias de forma en su ejecutoria. Nada hay que produzca tanta satisfacción como el ayudar a cualquiera en sus apuros materiales y en los de su entendimiento. Hemos de ser amigos de todo el mundo, con sinceridad y con la elegancia de la comprensión.