Una imagen vale más que mil palabras. La de la mirada de
Kiara lo verifica. El dolor que ha pasado,
el maltrato sufrido solo ella lo conoce. Quien intente mirar a través de sus ojos llega a la conclusión de que aquello tuvo que ser duro. Mucho.
A Kiara le han salvado la vida tres veces. La primera fue en agosto de 2020, cuando la
Protectora de Animales de Ceuta recibió el aviso de una perra que estaba atada a una chabola en muy malas condiciones cerca de Benzú. Se encontraba desnutrida, con graves problemas en su piel, con sarna y completamente abandonada. Tuvieron que actuar Sanidad y la Policía Local para rescatarla de un lugar en el que no tenía ni agua, ni comida.
La segunda vez que le
salvaron la vida fue cuando Beatriz Rodríguez le ofreció su casa de acogida para mantenerla fuera de la Protectora hasta que alguien se fijara en ella. Kiara necesita cuidados y atención especial debido a la dermatitis crónica que se le ha quedado. Durante cuatro meses Beatriz, con una conciencia animalista que le ha llevado a colaborar en más causas, la cuidó en su hogar, contando con la cooperación familiar. La tercera vez ha sido este sábado, cuando Kiara partió rumbo a La Cala de Mijas para reunirse con Lourdes Anza, la mujer que se enamoró de ella al ver su historia en redes sociales y quien ha decidido adoptarla. Allí, en la Península, tendrá su hogar, tendrá esa casa permanente lejos de lo que se había convertido su vida, siempre atada a una chabola y sin las mínimas atenciones, ni siquiera las más básicas.
A Kiara le ha salvado Lourdes y a Lourdes le ha salvado Kiara. “Quiero tener esta compañera de viaje”, explica rotunda la adoptante en una entrevista con El Faro de Ceuta. “Va a ser mi niña, estará conmigo todo lo que dure yo”.
Son muchos los que han conseguido que ahora Kiara tenga una oportunidad
Nerviosa por encontrarse con quien está destinada a ser su compañera, Lourdes recuerda el impacto sufrido cuando vio la publicación en Facebook en la que se contaba su historia. “Solo verle la cara, los ojos... Aquello fue el antes y el después. Quería darle una vida digna. Ver el reflejo del dolor que está en su rostro... es la tristeza en persona”. Lourdes agradece el trabajo hecho por Beatriz Rodríguez al ser casa de acogida y al haberla cuidado tratándola para aminorar los efectos de la dermatitis que presenta. Agradece el trabajo hecho también por la Protectora y por todos los que, de una u otra manera, han ayudado a que Kiara tenga una oportunidad. “El dolor que ha pasado solo lo sabe el animal, pero te lo dice con la mirada. Le han envejecido en vida”, confiesa Lourdes. Cuando a Kiara la sacaron del cuchitril donde malvivía solo hizo un gesto: mover el rabo antes de introducirse en el coche que la alejó de este lugar. No tenía miedo, aquello fue un alivio en vida, se habían fijado en ella y la sacaban de aquel lugar. Ahora, la más pura casualidad le ha llevado al otro lado del Estrecho.
El dolor que ha pasado solo lo sabe el animal, pero te lo dice con la mirada
Lourdes era casa de acogida en Mijas, habiendo cuidado a animales que también han sido víctimas de maltrato. Recuerda cómo le impactó la acogida de un cachorro que había estado atado toda su vida, que no llegaba siquiera a un año y presentaba ya toda la piel arañada, las orejas partidas, el hígado hecho polvo... “Lo tuve 3 semanas, se le rompían las uñas, no se le cerraban las heridas... Era un caso de maltrato, aquello fue terrible”. Cuando se lo llevaron a Lourdes se le quedó un “vacío terrible” y por “la más pura casualidad” se topó con la historia de Kiara. Un caso muy similar al que acababa de atender, un duro ejemplo de lo que es capaz de hacer el humano a un animal.
Así que Lourdes ha pasado de ser casa de acogida a ejercer de adoptante permanente. Su acción puede y debe ser un ejemplo para otros casos porque solo hace falta la implicación de personas de buen corazón que ayuden a aminorar esos reprochables casos de agresiones, abandonos y malos tratos hacia los que siempre han sido considerados los mejores amigos del hombre.