La gente anda como loca, con ver a María José Campanario, en el juicio karlos. No les digo más que el otro día , en una clase práctica para enseñar a los jóvenes las excelencias de la seguridad social, no pararon del preguntar al ponente, qué tal le iba a ir a la Campanario- textualmente- y si iba a comprobar, in situ, los prodigios de vivir , a costa del Estado.
Es lo que tenemos, porque no hay otra, en este país nuestro, que tanto queremos, que nos gusta más una fanfarria que un buen curre, un deslome lingual que ahorrar una peseta y un chismorreo, mejor televisado y en directo, que un documental de animales, que a punto están de extinguirse, sin haber hecho el huevo, los muy puñeteros.
No sé a ustedes, pero a mí, me parece, algunos días, que vivo de alquiler y la casa está en reformas, que nos cambia la propiedad, trasladándonos, no sabemos ciertamente adonde, a esos más de 40 millones de alquilados, que compartimos destino patrio .
Las municipales se acercan y muchos les ven las orejas al lobo y otros bailan con el diablo por una encuesta positiva y los políticos andan perdidos entre flases y discursos socorridos, mientras muchos que andamos a pie , hartitos de callos, los miramos, mientras apretamos el bolso contra el costado, no vaya a ser que nos lo roben encima. Espero que el caso Karlos sea un hito judicial en puntualidad y premura, ya que lo va a ser en medios materiales y en seguimiento informativo, porque estoy quemada de escuchar a parroquianos de plazas y aceras , quejándose de la administración de justicia, de los cara que nos sale a los ciudadanos, que pleiteamos para que nos devuelvan lo que nos deben o nos saquen del piso a los chorizos, que se metieron a golpe de patada y encima nos lo destrocen y esquilmen, o para que obliguen al vaina , ese, que no paga la manutención de nuestros hijos, a que de una buena vez , se ponga las pilas.
La gente clama y no al cielo, sino a la puerta de los juzgados, echándose un socorrido pitillo, hermanados, abogados y presuntos, que chispa que te des cuenta, acaba siempre en lo mismo, porque un juicio que se cita con dos meses de anticipación y que se esperó por dos o tres años, que se celebrara, citadas todas las partes, para las diez, se entra a las dos o las tres o las cinco de la tarde, porque es verdad que sus señorías trabajan mucho, pero los que esperan a la resolución del juico, que va antes que uno, también tienen casa e hijos y vida , que no se reduce a esperar turno , cual si fuera pedir limosnilla o atención en hospital que no pagas, con tu sustento. La culpa la tenemos todos, yo la primera, que es lo que más joroba, porque esperamos pacientemente en la cola del médico, que nos citó a las seis y entramos a las ocho, y en el juzgado , nos callamos como necios, porque nos da reparo y el guardia de la puerta nos dice que es lo natural, como las llagas de los santos o los tacones en las prostitutas. Siempre hay demora y aporrinamiento, pero luego vemos a famosos que entran por la puerta de atrás de los juzgados , para que los de la prensa no los acosen o a gente, como la señora del Valle, por llamarla de alguna forma, que hasta tiene tiempo para peluquería y afanes varios, entre declaraciones televisivas, combinadas sabiamente, con las judiciales. Se nos queda una cara de tontos a la mayoría, que es para vernos, de los días, que ya ni nos miramos al espejo, acostumbrados como estamos a ir sobre una tabla de surf de pacotilla , que no es otra que esta jodida vida , con tan poca estabilidad, que seguramente , antes o después, nos iremos de bruces, partiéndonos la mandíbula.
Ya me dirán-entonces- qué otra nos queda, más que aprovechar el buen tiempo para pasear el paro por la playa o el levante para secar ropa, sin tener que gastar electricidad, ni comprarte una secadora, echándole una ojeada, de lado, a la televisión basura y sintiéndonos menos necios, porque la Campanario campa por los juzgados y nosotros podemos criticarlo y regocijarnos con ello.