El patrimonio cofrade ceutí cuenta con algunas prendas bordadas en las primeras décadas del siglo XX por grandes talleres de Valencia y Zaragoza que exportaban sus labores a toda la geografía nacional. Debido a la fragilidad de los soportes utilizados: sedas, terciopelos, rasos; y la de los materiales y ejecución de los bordados: hilos de oro, plata y seda, cordones, cartulinas, galones, pedrería, etc., han llegado a nuestros días en un estado bastante deficiente a causa de su uso continuado y del poco cuidado que, generalmente, se ha puesto en su conservación.
Nuestra Señora del Mayor Dolor cuenta con un conjunto completo de saya y manto realizados sobre terciopelo negro, bordado en oro por la conocida casa valenciana “Justo Burillo y Cía.”; quedando patente la importancia devocional que siempre ha gozado esta Dolorosa ceutí, ya que junto a nuestra Patrona, la Santísima Virgen de África, son las únicas imágenes que conservan prendas bordadas por este prestigioso taller valenciano que tiene repartida su obra por todo el territorio español, celosamente conservada en los ajuares de las principales devociones de nuestro país.
Las prendas de esta clase más antiguas que conservamos pertenecen a Nuestra Señora de la Soledad, titular de la Real Cofradía del Santo Entierro, siendo encargadas a la conocida Casa Aranda de Zaragoza en 1914 y costeadas por el Ayuntamiento de Ceuta. Son las vestiduras procesionales de la imagen: saya y manto, ambos de terciopelo negro con bordados en oro y algún detalle en sedas.
El manto, de generosas dimensiones, tiene un dibujo bastante airoso a base de roleos y flores en su perímetro, con interior salpicado de ramilletes en cuyo centro se sitúa el antiguo escudo de Ceuta que incluía dos cuarteles superiores con los símbolos de Castilla y León. Al igual que la saya, sus bordados son de sencilla aunque precisa ejecución, con proliferación de las piezas realizadas en cartulina, una técnica especialmente usada por los grandes talleres de finales del siglo XIX y principios del XX que se dedicaban, sobre todo, a bordar prendas litúrgicas como casullas, capas pluviales y dalmáticas, con una gran producción y un estilo reconocible, tanto por sus diseños como por las técnicas empleadas.
En 1973 este manto fue restaurado por las madres Adoratrices de Ceuta con un coste de 200.000 pesetas, sufragadas nuevamente por el Ayuntamiento de la ciudad. La saya fue intervenida por el cofrade ceutí Pepe Serón en la década de 1970.
La Soledad sigue actualmente luciendo este sobrio y luctuoso conjunto cada Viernes Santo.
La Patrona de Ceuta contaba con tres mantos y una saya realizados a principios del pasado siglo por la casa Burillo; nos referimos a los mantos morado y rojo y al conjunto de saya y manto blancos que vestía en las fiestas de agosto como sus mejores galas.
Cuando la imagen era revestida por completo, quedando solo visible el rostro, las manos y el cuerpo de Cristo en su regazo; en su ajuar podíamos encontrar mantos, sayas a modo de delantales, piezas para cubrir el torso y mangas, aunque en este último caso solo la del brazo izquierdo ya que, por la propia morfología de la talla, la manga derecha no era necesaria; de forma que su atuendo se componía entonces de estas cuatro piezas que se ajustaban a la Virgen por medio de cintas.
Entre finales del siglo XIX y principios del XX se encarga a Burillo un juego completo de manto, saya, pecho y manga, todo en color blanco; para lo cual debieron enviar a Valencia patrones con las medidas exactas de cada prenda, dadas las especiales características de la imagen. No tenemos datos sobre quién pudo promover este encargo.
A tenor de las fotografías conservadas deducimos que su soporte era seda o raso blanco, en alusión a la festividad de Santa María de las Nieves que se conmemora el 5 de agosto, día en que Ceuta celebra a su Patrona, la Santísima Virgen de África.
Este terno blanco resultaba efectista, pero hemos de reconocer que su calidad era bastante discreta, combinando unas pocas piezas tejidas con algunas hojas y flores bordadas en cartulina y muchos elementos elaborados con galones recortados, usando la técnica que se empleaba para los reposteros y que hoy conocemos como recorte.
El conjunto, ya fuera por su deterioro o por haber perdido funcionalidad a causa de la nueva forma de ataviar a la imagen desde su Coronación Canónica en 1946, cayó en desuso y sus bordados fueron pasados en la década de 1950 por las RR. MM. Adoratrices de Ceuta, usando como nuevo soporte terciopelo azul pavo. Al incluir en el nuevo manto también los bordados de la saya, la composición resultó forzada dejando algunos elementos inconexos. La intervención fue costeada por la Asociación de Damas de Santa María de África.
El manto azul, heredero del terno blanco que confeccionara la casa Burillo, llegó a presentar un estado de conservación muy deficiente por lo que en 2021 fue pasado a un nuevo terciopelo azul por el bordador gaditano afincado en Ceuta César Luis Gómez-Höhr Román.
Atribuible a Justo Burillo es el enigmático manto morado, el único del que no conservamos fotografías, por lo que no podemos aportar conclusiones sobre su aspecto original, aparte de las que se desprenden de los bordados actualmente conservados en el manto verde. Fue donado por María Alonso y era de raso de seda morado, lo que parece indicarnos su uso en tiempos de Cuaresma y Semana Santa y con motivo de rogativas o actos penitenciales. El deterioro de su delicado soporte motivó que fuera desechado para el uso de la sagrada imagen, pero a finales de la década de 1970 la Cofradía de Caballeros de Santa María de África encarga a las Adoratrices de Ceuta un nuevo manto de terciopelo verde al que se pasarían los bordados del morado. La prenda resultante incluye nuevas piezas bordadas por las monjas, algunas de ellas usando recortes de tisú, aunque las originales de Burillo son fácilmente reconocibles y algunas de ellas incluso dejan ver tonos morados que en su momento armonizarían con el soporte original.
El tercer manto de Burillo perteneciente a la Virgen de África fue el donado por Félix Palacios Cárdenas y su esposa María Dolores Cerni Mas, bordado sobre raso rojo. Al igual que el caso anterior su calidad era bastante regular, aunque ciertamente vistoso gracias a la viveza de su color y a su estudiado dibujo, tan parco como airoso y elegante.
Esta prenda llegó a nuestros días prácticamente sin alteración, aunque muy deteriorada en su soporte, por lo que sus bordados fueron pasados a un nuevo tejido de terciopelo rojo por César Luis Gómez-Höhr Román en 2013.
En una publicación de la Semana Santa de Ceuta de 1945 encontramos un artículo que nos ofrece datos interesantes sobre la imagen y el patrimonio de Nuestra Señora del Mayor Dolor.
En ella podemos leer que, al no tener constituida hermandad, se había creado una comisión gestora para su fundación, con D. Remigio González al frente de la misma. Ese mismo año se fundaría la corporación, con la aprobación y publicación de sus primeras reglas.
También nos precisa valiosa información sobre el lugar que había ocupado la Dolorosa en la parroquia de los Remedios: el altar del sagrario, situado en el crucero del lado del evangelio, afirmando que no hacía mucho se había trasladado al altar de la cabecera del templo en el lado de la epístola, pasando a presidir su antiguo retablo neoclásico el Sagrado Corazón de Jesús cuya asociación se había constituido recientemente.
En cuanto a los cultos, con las limosnas recogidas en postulación por sus camaristas se costeaba el Septenario Doloroso, práctica piadosa muy arraigada en los Remedios, celebrándose en la semana de pasión todos los años, casi desde la consagración del templo en 1716. Como viene ocurriendo en nuestros días, culminaba con la solemne función del Viernes de Dolores, día grande para la parroquia en el que muchos ceutíes acuden a visitar a la Virgen.
Otro dato importante es que señala el año 1924 como inicio de las salidas procesionales de Ntra. Sra. del Mayor Dolor, por lo que se cumpliría el centenario de tan magna efeméride el próximo 2024.
Todo esto demuestra la entrañable devoción que siempre ha despertado la Dolorosa de los Remedios entre los ceutíes y el patrimonio material y sentimental que ha acumulado a través de los siglos, mucho antes de fundarse su actual hermandad.
Entre los datos que nos proporciona esta publicación de 1945 encontramos el nombre de la persona que realiza la donación del conjunto de manto y saya que estudiamos, así como la autoría del mismo. Tan preciado elemento del ajuar de la Santísima Virgen fue donado por la señora Dª Aurora Fernández, viuda de Ariza,1 que a buen seguro lo ofrecería a la imagen de su devoción como acción de gracias por algún favor recibido.
Según noticias transmitidas de forma oral, parece ser que esta piadosa señora fue agraciada con un premio importante en la lotería, lo cual le permitió encargar estas prendas a la prestigiosa Casa Burillo de Valencia.
Aunque no podemos fecharlo con exactitud, manto y saya debieron estrenarse en la década de 1920.
En aquel momento y para una ciudad como Ceuta, debieron parecer prendas de gran riqueza ya que, a excepción de los bordados que el Ayuntamiento había donado a Nuestra Señora de la Soledad, mostraban más calidad en cuanto a diseño y ejecución que otras piezas similares. Téngase en cuenta que en los tres mantos realizados por Burillo para la Virgen de África se incluyeron galones recortados para abaratar el coste, sin embargo en el terno del Mayor Dolor todas las piezas están bordadas en hilo de oro.
Debemos suponer que estas prendas ricas se reservarían para ser usadas únicamente en el Septenario y en ocasiones especiales. Precisamente las primeras fotografías que conservamos de la Dolorosa vistiendo este conjunto corresponden a altares efímeros montados para el Septenario en un lateral del presbiterio de la iglesia de los Remedios, usando como base el antiguo paso de la Esclavitud del Santo Rosario.
El conjunto adquirió carácter procesional cuando la Dolorosa comenzó a salir regularmente en Semana Santa a partir de 1924, usando las sencillas andas de la Esclavitud. Durante los primeros años la longitud del manto encajaba perfectamente en el conjunto, pero una vez iniciado el acercamiento a la estética sevillana, el manto negro resultaba demasiado corto para las nuevas dimensiones del paso, como podemos comprobar en la única fotografía que se conserva del primer palio que sacó la Virgen. Esta configuración “sevillana” de las andas se inicia con el estreno de los respiraderos de Seco Velasco, diseñados por el ceramista José Recio del Rivero; y la incorporación de un palio sostenido por doce varales metálicos sin basamento, de cañones lisos divididos por elementales nudetes en forma de anillo. Las caídas estaban compuestas por frontales de altar de tul bordado.
La hermandad de los Remedios se vio obligada a encargar un nuevo manto que armonizara con la nueva proporción del paso, encargándose de su realización el convento sevillano de Santa Isabel, bordado en oro sobre terciopelo burdeos, siendo el que actualmente conserva tras sufrir dos pasados y la sustitución de las piezas que presentaban mayor deterioro.
Tras el estreno del nuevo manto, el conjunto de Burillo pasó a un segundo plano, considerándose anticuado y pobre en comparación con los deslumbrantes bordados sevillanos cuyas piezas de gran formato y realce causaron admiración entre los cofrades ceutíes de entonces, poco acostumbrados a manejar prendas de aquella índole.
El manto y la saya que regalara Aurora Fernández perdieron la condición de “mejores galas”, pasando a ser usadas como prendas de diario por la Virgen en su altar.
Ya en la última década del siglo XX, con el afianzamiento de la costumbre sevillana de vestir a las dolorosas según los distintos tiempos marcados por el calendario cristiano, el terno negro comenzó a usarse en el mes de noviembre, con motivo de la conmemoración de los fieles difuntos.
En 2009, excepcionalmente, Ntra. Sra. del Mayor Dolor volvió a lucir la saya negra de Burillo en su salida procesional del Viernes Santo. Fue un gesto que la hermandad quiso dedicar en memoria del desaparecido cofrade Quino Curado, capataz del Cristo de la Buena Muerte que llegó a desempeñar el cargo de Hermano Mayor.
A partir de 2014, con buen criterio, se trató de poner en valor este conjunto que, desde ese mismo año, volvió a utilizarse como elemento emblemático del atuendo de la Dolorosa de los Remedios en sus cultos principales, especialmente en el tradicional Septenario Doloroso.
La hermandad de los Remedios, al ser de las más ricas en patrimonio, en muchas ocasiones lo ha puesto generosamente al servicio de otras corporaciones ceutíes que lo necesitaban, cediendo elementos propios para el ornato de imágenes titulares de cofradías con menos recursos. De este modo el terno negro no solo ha servido de atavío a su propietaria, la Virgen del Mayor Dolor, sino que en momentos concretos lo han lucido otras Dolorosas de nuestra ciudad.
Gracias a documentos fotográficos sabemos que lo han utilizado, al menos, cuatro hermandades de Ceuta.
María Santísima de las Lágrimas, titular de la de la Encrucijada, vistió este manto negro en una de sus primeras salidas, a comienzos de la década de 1950. Entonces su paso era muy modesto, con candelería de bombillas y sin palio.
También los cofrades del Valle usaron en sus primeras procesiones el manto negro e incluso la diadema plata del Mayor Dolor para que las luciera Nuestra Señora de la Piedad. En este caso debemos constatar que la diadema, a fuerza de ser cedida cada Viernes Santo, llegó a formar parte de su impronta, como lo demuestran el lienzo de su antiguo estandarte y la portada de “Cruz de Guía” de 1961.
La Dolorosa de Medinaceli, a pesar de que en aquel momento no era considerada titular de la hermandad ni salía procesionalmente, ha vestido el manto negro de los Remedios para recibir culto interno en la iglesia de San Ildefonso, según apreciamos en la fotografía que publicamos.
Y, por último, también fue usado por Madre de Dios de la Palma cuando se acababa de reorganizar la hermandad de la Pollinica, que en aquel momento contaba con escasos recursos económicos y patrimoniales, de modo que cuando llegaban los cultos solemnes, sus cofrades se afanaban por ofrecerle a sus titulares altares, prendas y enseres dignos. En octubre de 1988 la Pollinica celebró triduo, besamanos y rosario de la aurora en honor de la Santísima Virgen, para lo cual se solicitó a la hermandad de los Remedios la cesión del conjunto negro bordado para que pudiera lucirlo Madre de Dios de la Palma en el triduo. Los Remedios respondió a la petición con generosidad y la Dolorosa del Domingo de Ramos pudo presentarse en aquella ocasión ataviada con prendas bordadas en oro, algo que entonces estaba totalmente fuera del alcance de su joven hermandad.
El conjunto está compuesto por saya y manto de terciopelo de seda negro con bordados en oro siguiendo un elegante y medido dibujo, propio de la casa Burillo, cuyas creaciones eran siempre impecables pero ajustándose al presupuesto del cliente que, en este caso, podríamos considerar “medio” entre las producciones más económicas que incluían algunos bordados realizados con recortes y los ricos ejemplares que hicieron famosa a la firma Burillo, como el famoso manto de los dragones de la Virgen de los Desamparados de Valencia o el manto rojo de la Virgen de la Vega de Haro (La Rioja).
En cualquier caso el autor del dibujo fue un artista cualificado, conocedor de los entresijos del mundo del bordado, capaz de mantener el difícil equilibrio entre la calidad integral del diseño y el ahorro de elementos para abaratar costes; así que siendo notoria la sencillez de su ornato también lo es la calidad y el arte de su dibujo. Su estilo refleja un claro eclecticismo con influencias modernistas. El dibujo presenta un gran movimiento en sus estilizadas ramas y elementos vegetales.
La saya, sin contar el cuerpo, mide 107 cm y pese a la sencillez de su concepción a base de tallos y ramas que se curvan y enlazan entre sí, ofrece un armonioso efecto de simetría que se rompe únicamente en su parte alta, recurso bastante frecuente en los diseños de la época. Entre las flores, muy estilizadas, podemos reconocer, azucenas, trompetas, una rosa y una simbólica pasionaria en cuya ejecución se han matizando los hilos de oro con sedas y plata.
La zona central está marcada por un estilizado jarrón atrompetado cuyo pie está formado por tres gráciles hojas unidas que equilibran la ancha boca alabeada que se abre en su parte superior y de la que brotan seis delicados tallos, siendo el más contundente de rosal por lo que se han representado incluso las espinas.
En la saya encontramos los típicos espacios acotados rellenos de malla y lentejuelas, las típicas “raquetas” tan propias de los bordados de Burillo.
El manto mide 320 cm de cabeza y 228 cm de cola, dimensiones demasiado ajustadas a la imagen. Está confeccionado en los mismos materiales y estilo que la saya. Su composición es muy frecuente en prendas de su clase: una cenefa perimetral conformada por roleos vegetales con flores y hojas variadas que se recrece significativamente en la cola y en los dos picos frontales. El interior se resuelve con un elegante salpicado a base de tallos con flores, alternando cuatro modelos distintos. La cola incluye en su cúspide el monograma de María rematado por corona real de tipo español. Como es lógico, dada su mayor longitud, su catálogo floral es más amplio que la saya e incluye doce espacios acotados cubiertos de malla y lentejuelas.
Tanto el manto como la saya presentan una ejecución precisa y limpia, utilizando piezas tejidas con sencillos puntos, aunque la mayoría están hechas siguiendo la técnica de la cartulina. El exquisito preciosismo de su ejecución acrecienta el equilibrio, la sobriedad y la armonía propios de su diseño que, pese a su sencillez, da como resultado una obra airosa y ligera, pero llena de simbolismo y limpieza en su composición y elaboración.
Las dos piezas en cuestión han llegado a nuestros días en un estado de avanzado deterioro a causa de su uso continuado durante más de un siglo. El manto, por su mayor dimensión, se ha llevado la peor parte al ser más difícil de manipular y almacenar debidamente.
Los bordados, aunque algo oscurecidos por el paso del tiempo, presentan un estado óptimo, sin embargo el terciopelo de seda se ha pasado presentando numerosos rotos que se multiplicaban con cada uso.
La hermandad, consciente del valor sentimental de estas prendas, ha intentado acometer su restauración en varias ocasiones, llegándose a solicitar presupuestos en distintos talleres de bordados que, ante una pieza de este tipo, daban precios muy elevados, alegando que no merecía la pena pasar bordados de tan escasa entidad, aconsejando la creación de una saya y un manto completamente nuevos.
A pesar de estos impedimentos, varios hermanos de los Remedios se han resistido a aceptar que tan queridas prendas del ajuar de la Dolorosa pudieran quedar en el olvido, asumiendo ellos mismos las labores de pasado a un nuevo terciopelo, haciéndose cargo también del coste de los materiales necesarios para llevar a cabo dicha labor.
Ya en la pasada Cuaresma de 2022 hubo que adherirle al manto una entretela negra para que la Virgen pudiera usarlo en el Septenario.
En marzo de 2021, el cofrade Ángel Moreno Cerezo inició la ardua tarea de reproducir digitalmente y con total exactitud el dibujo original, sirviéndose de cientos de fotografías y de la observación directa de las propias prendas. Solo en esta labor,3 se han invertido más de 100 horas de paciente trabajo que han dado como fruto la digitalización del diseño con todo detalle y a escala real, lo que facilitará el pasado de los bordados a nuevo soporte, permitiendo que pueda volver a reproducirse en caso de ser necesario.
En el Septenario de este año se estrenará, D.m., la saya que a día de hoy está prácticamente terminada. Para su realización se han usado cordones de distintos grosores, encajes de concha dorados y ruán negro para el forro, además del terciopelo negro matizado, todo sufragado por los mismos hermanos que están llevando a cabo el trabajo, para evitar a la hermandad cualquier tipo de gasto.
El proyecto incluirá la recuperación del manto, que se encuentra en peores condiciones, labores que se iniciarán una vez pase la Semana Santa de 2023. Si se consigue culminar este arriesgado proyecto se habrá evitado la pérdida de estas históricas prendas, tan características del ajuar de Ntra. Sra. del Mayor Dolor y que tanta personalidad y empaque le han proporcionado durante el pasado siglo XX y aún en nuestros días.
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