Categorías: Opinión

Justicia histórica, contra la tiranía del olvido

Hay que tener la sangre de horchata para no emocionarse en la presentación del libro de D. Antonio López Sánchez Prado. Una historia conmovedora de un médico que se volcó con los necesitados y de un político que defendió sus ideas con la dignidad que caracteriza a los hombres de bien. Podríamos separar perfectamente las dos facetas de la vida de este hombre y en ambas destacaría como un ser excepcional. 
Nada le falta a Sánchez Prado para que la historia de su vida y la historia de muchos ceutíes de aquella época pudiera plasmarse en el cine. Pero si algo faltaba, Francisco Sánchez Montoya nos emocionó enseñándonos –sí enseñándonos, no informándonos- de la persecución y el sufrimiento de su esposa e hijos y de la muerte de su hija después de salir de las cárceles fascistas del general traidor. 
La presentación de Ramón Galindo fue un buen aperitivo de lo que vendríamos a degustar después, porque el video que acompaña al libro es un trabajo extraordinario y, por supuesto, el relato del autor de la obra. No tengo duda alguna de que la vida de Sánchez Prado se llevará al cine y de que muchos ceutíes estamos dispuestos a colaborar y contribuir económicamente para que este posible proyecto se haga realidad. Sin embargo el libro de Francisco Sánchez es algo más que un libro, algo más que un simple homenaje, porque es hacer justicia con la familia de Sánchez Prado y con la de todos los ceutíes que sufrieron la tiranía fascista del general traidor y de sus secuaces asesinos. Esto es hacer “MEMORIA HISTÓRICA o JUSTICIA CON LA HISTORIA, porque para que descansen los que sufrieron la tiranía hay que hacer justicia, aunque sea contando sus historias, sus sufrimientos, sus ilusiones, sus proyectos rotos, recordándolos con calles y libros para que los más jóvenes sepan valorar a los que lucharon por la democracia y para que no se dejen seducir por radicales y fascistas.
Hace tres años AUGC solicitó a D. Juan Vivas una calle para otro destacado ceutí que sufrió la dictadura fascista, el general D.Antonio Escobar Huerta, nacido en Ceuta el 14 de noviembre de 1879 y fusilado en Barcelona el 8 de febrero de 1940 por un pelotón formado por cincuenta guardias civiles. Los políticos democráticos de Ceuta no han encontrado un lugar apropiado para hacer Memoria Histórica y justicia con nuestro General Escobar, un ceutí  ilustre que no ha sido reconocido en su tierra.
La vida de estos dos ceutíes  Sánchez Prado y Antonio Escobar discurren a muchos kilómetros de distancia, pero tienen varios nexos en común: ambos destacaron por su profesionalidad, honestidad y como extraordinarias personas, a ambos les propusieron y tuvieron la oportunidad de abandonar el país, y los dos rechazaron la oferta para estar con los suyos a pesar de que sus vidas correrían peligro; ambos fueron fusilados y sus familias condenadas a la persecución del régimen; ambos han sido reconocidos como ejemplo de compromiso con la democracia y sus valores; aunque el General D. Antonio Escobar no lo ha sido en su tierra.
Han pasado muchos años y son muchos los tiranos y golpistas que son homenajeados con calles en nuestro país, mientras los políticos españoles no encuentran el momento para hacer justicia con los que sufrieron la tiranía del fascismo. En Ceuta tiene una calle el golpista Millán Astray, un traidor de la democracia, que el día 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, arengado por las masas, demostró su inteligencia y gritó “Muera la intelectualidad traidora”, “Viva la muerte”. En ese mismo escenario Miguel de Unamuno dijo: “Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho”.  Terminado el discurso comenzaron a insultarlo vehementemente y varios militares se echaron mano a las pistolas, pero la esposa de Franco, Carmen Polo, lo agarró por el brazo y lo saco de la universidad, evitando así que fuera asesinado. No fue el último día de Unamuno, pero sí su ultimo día en la Universidad.
No es la primera vez que hacemos referencia a este nepotismo de principios donde se homenajea al traidor y se racanea con la víctima que perdió su vida por defender los derechos que ahora todos disfrutamos. Esta injusticia nos traslada a un precipicio de valores democráticos intolerables a los que muchos no estamos dispuestos a renunciar y, mucho menos, claudicar. Por último, agradecer a Paco Sánchez y sus colaboradores su extraordinario trabajo y por hacer Justicia Histórica en un país donde muchas personas como Sánchez Prado y Antonio Escobar sufrieron la tiranía de los fascistas y el olvido y la indiferencia de los que se llaman demócratas.

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