Opinión

La justicia y el cangrejo, por Carmen Echarri

Para atrás. Después de ‘vendernos’ los fantásticos avances judiciales que poco más que iban a servir para convertir el sistema judicial en un circuito de carreras, nos topamos con la triste realidad de los fallos encadenados que llevan a que los trabajadores terminen dominados por el ‘efecto cangrejo’.

Magistrados que tienen que tener los procedimientos impresos porque no pueden llevar a cabo consultas; otros que no pueden firmar porque la rúbrica digital es imposible... y las consecuencias son los retrasos que no solo sufren ellos sino que sufrimos todos.

Está pasando en el Juzgado de lo Penal, pero esta situación se extrapola a muchas de las incongruencias que se producen en el ámbito judicial. Los problemas informáticos terminan con la paciencia de las magistradas del número 1 y 2, enzarzadas en una hilera de contratiempos que les lleva a improvisar o a tener que echar mano de los recursos antiguos que supuestamente habían sido desterrados.

La justicia se mueve atrapada por situaciones en las que nadie pone medidas

Lápiz y papel en vez de sistema digital, revisión a mano en vez de búsquedas más rápidas por ordenador... es el pan nuestro de cada día que termina incidiendo en todas las personas. ¿Acaso creen que estos problemas solo afectan a los trabajadores de la Justicia? Se equivocan, cuando tengan que esperar más tiempo de lo normal por culpa de esta cadena de errores empatizarán con todos ellos.

Hay otros problemas de envergadura, con permiso de los ascensores del Ceuta Cénter, en donde han quedado atrapados magistrados y que llevan a que discapacitados o mayores tengan que ser ayudados para llegar hasta la planta judicial. Tenemos la famosa jaula en la que se invirtieron euros y más euros que se ha convertido en un digno homenaje al Parque de San Amaro.

Cuando se empezó a construir se indicó que esta infraestructura podía tener un uso determinante en caso de asuntos judiciales vinculados a la violencia de género. Podría ser una alternativa a las situaciones que se viven en los pasillos de exparejas que tienen que someterse a una vista por este tipo de delito.

Después se varió su uso y hoy por hoy tenemos casos de familias enfrentadas que tienen que ser separadas y controladas por el guardia civil de puerta y el componente de la vigilancia de seguridad. La situación es tan tercermundista que resulta llamativo que se siga manteniendo en el tiempo. Y saben lo más grave, que aunque se denuncie en demasiadas ocasiones, no se adoptan las soluciones pertinentes.

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