Categorías: Opinión

Juntos nos darán las uvas

La panadería de la esquina aún se mantiene en marcha después de año y medio de inaugurada. Es difícil, no se crean, porque ya antes fue una tienda de ventas de aire acondicionado, y después de eso,  franquicia y más tarde, pastelería. Los últimos propietarios eran una pareja de novios que se dieron por vencidos porque decían que la crisis les asoló y se fueron traspasándola. Ahora, como les digo, han celebrado su primer cumpleaños y ahí siguen, porque desde que abrieron no han cerrado ni un solo día, de lunes a domingo, con tremendas jornadas y ni fiestas de guardar, ni nada de nada.

Esa es la clave que me dio la propietaria, no para hacerse de oro, que no era su intención,  sino para llevar un jornal a su casa y conseguir que los años que lleva, desde los dieciséis cotizando, no caigan en saco roto y pueda tener una pensión digna de su trabajo. Me quedé asombrada porque sí que es verdad lo que me dijo, que lo veo, día a día, pero no era consciente del trabajo. Solo somos conscientes del éxito o del fracaso. Se abren todos los días tiendas nuevas y se cierran otras tantas. Solo somos conscientes, ya les digo, por los paseos que damos por nuestra ciudad , por la novedad o la tristeza de una apretura o un cierre. Ya no existe ese comercio tradicional donde el tendero era amigo de generaciones, donde el farmacéutico te aconsejaba porque te conocía desde niño y casi ni falta te hacia ir al medico, porque ahí estaba don Federico para dar con la clave en un cólico simple o un dolor de cabeza. Las cosas cambiaron y no estoy segura de que para bien y ahora las farmacias son para y los mercados, súper.
Los campesinos son triturados por las multinacionales y lo que se planta y se cosecha viene dictado por Bruselas. Como decía mi podólogo no puedes ya escoger, ni carrera, porque en su promoción dijeron que iba la Comunidad a proveer a lo público de podólogos gratis y los de ciencias se tiraron a hacer la carrera, porque tenía salida y ahora van por las Europas talando callos y sabañones en los geriátricos. Es terrible tener hijos y darles estudios y sacrificarte y no saber qué van a hacer en el futuro. Es terrorífico poner tienda con tu despido, con tus ahorros o empeñando las cejas y estar contra la pared y con una espada, que cuelga sobre tu cabeza. Lourdes me dijo ayer que cerraría, que la tienda de fotografía iba mal y que ya no puede con más pérdidas. No sé ni el tiempo que lleva en el chascarrillo, pero sí sé que se ha dado por vencida, ha hecho cuentas y los ceros son de dividir y no de multiplicar y ya el cuerpo no le da para más aguante. Así hay muchos, desgraciadamente, por eso el país no cabalga, porque no hay quien tenga un euro, como decía ella y en el mercadillo y en los de los tenderetes abiertos al cielo, se quejan rumiando que la cosa no mejora y que no saben qué hacer para que todo cambie.
Nos asombramos de las encuestas, de que la gente proteste y no nos asombramos de que la gente calle y no se queje, no ya de que tengan hemorroides en el alma, sino también cáncer en las entrañas. Los dolores de no ver un futuro, de no encontrar trabajo, de que cuando lo encuentres des gracias, aunque sea precario, debería ser una vergüenza que no debería dejar dormir a los que nos gobiernan, pero también a los que nos quieren gobernar o a los que andan protestando y criticando para hacerlo. Es una miseria ver a gente en pateras sociales, ver a gente que quiere saltar de la marginalidad de una cerca, que no es metálica ni tiene concertinas, mas que las de la marginación y la seguridad de que dentro de un año estarás exactamente igual de tirado.
Antes se estudiaba y salías preparado y trabajado, antes se ahorraba y tenías para tu pensión, antes te deslomabas trabajando y te hacías rico y ahora solo eres rico si has estado en política y has puesto con presunción el cazo, o haces una puerta giratoria o eres banco. Ahora si eres un coco y vales para estudiar, te encuentras con una beca de porca miseria y deslomándote en un laboratorio con subvenciones de particulares, de padres desesperados por encontrar una cura para sus hijos o de fundaciones, porque ni se apuesta por la ciencia, ni por la innovación, ni por nada que no sean siglas y parlamento, gresca de gallos y gallinas que no ponen huevos, sino cortinas de camuflaje.
La gente no está que arde porque son fuego sin llamas, las pateras atestadas, no de inmigrantes, sino de estudiantes, de graduados que van rumbos a las Europas cultas, a las que nos crujen como hace treinta o cuarenta años, con mini trabajos importados y malas condiciones de contrato. Los pensionistas pleiteando por multas absurdas y los emprendedores peleando con los orcos de la burocracia, los estatutos municipales y la apatía de un público que no tiene un euro que echarse al bolsillo.

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