La Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz con sede en Ceuta ha acogido este lunes en horario de mañana y tarde la primera jornada del juicio oral en el que A.D.B., exprofesor del Colegio San Agustín, se enfrenta a una petición de más de cuarenta años de cárcel de la Fiscalía por ocho presuntos delitos de naturaleza sexual con menores de edad.
Ante el Tribunal, la defensa, la Fiscalía y la acusación particular han testificado cinco jóvenes que actualmente cuentan entre 18 y 23 años de edad que han dado dos versiones radicalmente diferentes de lo que se movía en el “círculo” del acusado, del que todos han reconocido haber formado parte de una forma u otra durante los últimos años.
Los padres que en noviembre de 2017 denunciaron a la Guardia Civil lo “impropio” de las relaciones que el profesor mantenía con su hijo, entonces con 14 años, y el propio joven han rechazado que lo que el docente hacía con los chavales pueda ser tildado de “normal”, como han repetido todos los demás.
El que más y el que menos, por voluntad propia u obligados por la pericia de la fiscal, ha reconocido que tenía su teléfono móvil, que se trataban de forma muy cariñosa (“mi amor”, “mi vida”, “te quiero”...), que se daban mutuamente masajes y que se cruzaban fotos más o menos subidas de tono. También que recibían regalos o invitaciones para comer o cenar en lugares como el Parador La Muralla o el restaurante El Refectorio.
El entonces menor cuyos padres alertaron de lo que pasaba a la Benemérita tras pasar por la Fiscalía de Menores después de que su madre decidiese poner pie en pared y revisar el contenido de su teléfono móvil al ver a su vástago, la gota que colmó el vaso, llegar a casa con unas deportivas de 80 euros regaladas por el procesado es el único que, con el paso del tiempo, ha asegurado que ahora aprecia lo que entonces sólo creyó intuir: que tanta proximidad, fotos incluso desnudo en casa del profesor incluidas, traían detrás un interés “sexual”.
Según han explicado sus padres, el chaval, muy tímido a su llegada a Ceuta, se fue soltando tras entrar en el “círculo” de los “preferidos” del acusado, al que se juzga por ocho supuestos delitos de tenencia y elaboración de pornografía infantil, corrupción de menores, abuso y agresión sexual a menores de 16 años, inducción a la prostitución de menores y 'sexting'.
“Cuando leí sus conversaciones de Whatsapp tuve hasta que vomitar”, ha confesado su madre, que junto a su padre acordó no meterle más “presión” contándole lo de su denuncia hasta varios meses después. Cuando lo hicieron se enteraron de que, en realidad, el profesor se lo había contado al día siguiente de que acudieran a la Casa Cuartel, de que sus amigos le habían dado de lado, de que le habían sugerido que asegurase que las fotos con menos ropa o en dependencias escolares se las hacían entre ellos con el móvil del acusado y que era una aplicación la que las subía directamente a su ordenador.
Todos los demás testigos han caminado por esa misma senda. Han negado que nunca fuesen “coaccionados” por el profesor para hacerse fotos, darle masajes o dejarse depilar hasta sus partes más íntimas. También que no les enseñó “nada” sobre sexo, pues en Secundaria ya lo sabían “todo”.
Uno tras otro, cuatro testigos han aseverado que para ellos era “como un familiar” o “como uno más” de la pandilla de coetáneos adolescentes, alguien a pedirle preservativos o contarle lo que hacían con sus novias, pero también alguien a pedirle ayuda para cualquier cosa, una persona de su “máxima” confianza a la que habían conocido en los círculos concéntricos que formaba entre el 'San Agustín', la Cofradía de Las Penas y el fútbol.
El juicio continuará este martes y este miércoles con las declaraciones de más exalumnos del procesado, para el que la acusación particular solicita casi 18 años de cárcel tras haber renunciado expresamente a cualquier indemnización económica, y de varios de los agentes que participaron en la investigación que la defensa ha intentado anular en el prólogo de la sesión sin éxito.
Como alumno del colegio y del profesor, y también hermano de la cofradía de las Penas, la relación siempre fue la de un amigo más con quién contar para cualquier problema que te pudiera surgir, siempre con una sonrisa en la cara y dispuesto a ayudar en lo que pudiese. No quiero imaginar lo que debe estar sufriendo estos años...
Una grandísima persona y un grandísimo profesor!!!
Los testigos son lo más importante en el juicio
Ni uno habla mal de él .
La verdad tiene solo un camino y todos esperamos q acabe pronto esTa pesadilla para el profesor.
Por cierto GRAN PERSONA
Como alumno del colegio y del profesor, y también hermano de la cofradía de las Penas, la relación siempre fue la de un amigo más con quién contar para cualquier problema que te pudiera surgir, siempre con una sonrisa en la cara y dispuesto a ayudar en lo que pudiese. No quiero imaginar lo que debe estar sufriendo estos años...
Una grandísima persona y un grandísimo profesor!!!