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Juicio por agresión a un policía local de paisano en el Revellín: le piden 5 años

La titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Ceuta dejó este jueves visto para sentencia el juicio seguido contra B.G.E., por su presunta relación con las lesiones graves que sufrió un agente de la Policía Local en el Paseo del Revellín, en noviembre de 2021. El acusado, que negó los hechos, se enfrenta a penas de hasta 5 años de cárcel así como el abono de importantes indemnizaciones por las lesiones y las secuelas sufridas tanto por el policía como por su mujer. A él le propinaron patadas, manotazos y le causaron un traumatismo craneofacial y contusión nasal, quedando inconsciente tras ser golpeado con una barra metálica. A ella la arrastraron por el suelo, sufriendo varias contusiones. En la vista judicial celebrada se expusieron dos versiones completamente opuestas. Por un lado la del acusado, que se ciñó a negar cualquier relación con esa paliza, aunque tampoco aportó testigos suficientes que validaran su coartada. Por otro las de las víctimas, que reconocieron sin duda alguna al acusado como uno de los participantes en lo que terminó siendo una cruel emboscada.

El acusado niega haber participado en la agresión

B.G.E., de 21 años, fue conducido al Juzgado por la Policía Nacional al estar preso por otra causa. En su declaración negó cualquier relación con la paliza al policía local, persona a la que además no conoce y con la que nunca había tenido problemas. Aseguró que ese 12 de noviembre no se encontraba en el Paseo del Revellín sino que, tras cenar en casa junto a su familia, marchó al Poblado Marinero. No supo nada de que se hubiera producido algún incidente o reyerta en el centro de la ciudad. En torno a las tres de la madrugada se marchó a su hogar. El 23 de noviembre, cuando acudió a la Jefatura Superior de Policía para presentarse por otro asunto distinto, quedó detenido ya que le vincularon con estos hechos. La única declaración que aportó para verificar su coartada fue la de un menor que solo vino a decir que B.G.E., al que conoce porque es su vecino, no estaba esa noche en el Revellín. Su declaración fue tan vaga que incluso se le tuvo que advertir de la obligación que tenía de decir la verdad.

La víctima: "Me identifiqué como policía local y creo que fue peor"

El agente víctima de la agresión, C.Q., rememoró lo vivido aquella noche, cuando se encontraba con su esposa e hijos además de otra pareja con sus descendientes. Contó que el incidente se desencadenó cuando se juntaron dos grupos formados por unas 30 personas en actitud violenta, con intención de pegar a alguien. Al parecer, según llamadas previas cursadas al 112 por viandantes alertados, venían desde el extrarradio con palos en busca de un chico con sudadera blanca. Un niño amigo de la hija de este policía, que llevaba una prenda similar, se la quitó para evitar que le agredieran por confusión. Lo hizo movido por el miedo, ya que nada tenía que ver con los hechos. Fue el policía quien le indicó que no tenía por qué hacer eso, que nadie le iba a golpear. El agente, según su versión, intentó entonces que la marabunta de personas no provocara disturbios, buscando la mediación para terminar rodeado por varios. Debido al ambiente de tensión que notaba, se identificó como policía local. “Creo que fue peor hacerlo”, confesó, insistiendo en que expresó su condición de efectivo policial a gritos para que se le oyera perfectamente, buscando detener la violenta situación. “Igual no tenía que haberlo dicho, porque fue a peor”. Así, recibió puñetazos y patadas hasta llegar el golpe más grave, el que lo dejó tendido en el suelo prácticamente inconsciente. Tal y como explicó, sufrió un impacto en la cabeza perpetrado por alguien que estaba a su lado. Recuerda que era una persona con ropa deportiva roja y que no era el acusado. De hecho al llamado B.G.E. lo situó en la tangana vestido de blanco y como “cabecilla”, como uno de los que “llevaba la voz cantante” que le asestó puñetazos. Tanto en reconocimiento fotográfico como en la sesión de juicio oral lo reconoció sin duda alguna. El agente, a toro pasado, cree que el hecho de que se identificara como policía local fue “como un premio” para que se cebaran en la agresión. Sostiene que esas personas se hicieron fuertes al actuar en grupo y con palos.

Testigos coinciden en los hechos descritos por el policía local

La mujer del agente, L.P., que solicitó declarar a través de un biombo para no ver al acusado, coincidió en la versión aportada por su marido, insistiendo en que por el hecho de haberse identificado como policía la agresión “fue a peor”. No pudo ver el rostro de quien pegó a su esposo porque a ella la empujaron arrastrándola por el suelo. Sí que no tuvo duda alguna a la hora de señalar al acusado como uno de los jóvenes que estaba en el Paseo del Revellín esa noche participando de la agresión colectiva. La misma cronología básica de hechos fue aportada por otro testigo, un amigo del matrimonio que se encontraba con ellos esa noche. Verificó que la víctima se identificó como policía local antes de que le agredieran quedando posteriormente inconsciente en el suelo. Llegó a pensar, de hecho, que lo habían matado. Dejó claro que la víctima no tuvo siquiera opción a defenderse.

¿Dónde está el autor de las lesiones graves?

Si bien el acusado fue situado en el escenario del altercado, señalado como cabecilla además de agresor a base de puñetazos, no se le asoció con la agresión que más lesiones causó al agente: la producida con empleo de una barra metálica. El supuesto autor de las mismas nunca fue detenido. De hecho a pesar de las batidas que realizaron las fuerzas de seguridad, solo se arrestó al acusado cuando este se presentó por otra causa en la Jefatura Superior. En las investigaciones policiales, que nunca dieron pie a un procedimiento judicial paralelo, se señaló a un menor que se encuentra en busca y captura, fugado, al que nunca se le arrestó y que por tanto no ha sido nunca juzgado. En la sesión de ayer prestó declaración un policía local que fue quien, junto a un compañero, localizó una de las dos barras usadas para la agresión. Estaba en una papelera. Otra fue localizada por la Policía Nacional atendiendo a las indicaciones de viandantes. En el primer atestado presentado se incluyeron detalles aportados por el propio agente –escasos al estar aturdido- y por viandantes. Este dato fue aclarado por un policía nacional arrojando así luz en torno a una posible disparidad de versiones.

Los informes de las partes: distintas visiones sobre un mismo suceso

En la lectura de informes, el Ministerio Fiscal solicitó la imposición de una sentencia condenatoria al igual que el abogado de la Acusación Particular. Fiscalía considera probados los hechos ocurridos hace prácticamente un año en pleno centro de Ceuta. Las grabaciones captadas por cámaras de seguridad demuestran que existió un conflicto con un grupo amplio de jóvenes que portaban objetos contundentes y que tenían intención de agredir. Considera Fiscalía que la responsabilidad de aquella acción se extiende a todo el grupo. El acusado estaba allí y su declaración para exculparse de lo ocurrido fue considerada “vaga, imprecisa” y falta de acreditación por otra parte. Fiscalía valoró en cambio las testificales de las víctimas, por cuanto se produjo un reconocimiento claro del acusado. Destacó que con solo la manifestación ofrecida por la mujer había sido “suficiente” para enervar la presunción de inocencia. La del agente, aunque al principio parecía contradictoria, quedó poco a poco clarificada. La representante del Ministerio Público indicó que además de los delitos de lesiones hubo otro de atentado ya que la agresión se produjo después de haber manifestado cuál era su profesión. Recalcó además que no se es policía de “ocho a tres”, sino que aunque estuviera fuera de servicio actuó como tal.

Pegar a un policía, "un premio mejor desde el punto de vista delincuencial"

La Acusación Particular insistió en que sus patrocinados no habían mostrado dudas en ningún momento a la hora de identificar al acusado, quien, por el contrario, no trajo a personas incluso de su propia familia que pudieran validar su versión. El abogado indicó que no había contradicciones a la hora de señalar al acusado, manteniéndose un testimonio incriminatorio “persistente”, sin atisbarse la existencia de algún móvil espurio. De hecho valoró que sus clientes fueron claros a la hora de destacar que el acusado no fue el que pegó con el palo. Para la Acusación Particular, a su cliente le pegaron a sabiendas de que era policía porque así lo manifestó, considerando que pegarle podía parecer “un premio mejor valorado desde el punto de vista delincuencial”. Hizo hincapié en la existencia de una agravante de superioridad. “Uno contra 33 era imposible”, recalcó. Más aún haciendo usos de instrumentos peligrosos. La Defensa del acusado insistió en que la única prueba contra su cliente era una identificación visual, considerando que no se puede sostener una acusación tan grave sobre la única herramienta de la identificación. Solicitó su absolución y, de no ser así, que se considerara la existencia de una autoría accesoria, argumentando que cada uno debe ser responsable de lo que hace y a su cliente solo se le relaciona con unos manotazos, no con la agresión con el palo.

Las penas que se solicitan: hasta 5 años de cárcel

Tanto Fiscalía como Acusación Particular piden penas de hasta 5 años de prisión al considerar que el acusado es responsable de un delito de lesiones agravadas -3 años de cárcel- y uno de atentado con instrumento peligroso -2 años-. Esto respecto de la agresión al policía local. Así también piden una pena de 18 meses de prisión por las lesiones causadas a la mujer del agente. En cuanto a la responsabilidad civil que debe asumir a modo de indemnización, Fiscalía pide un total de 11.254 euros por daños físicos y secuelas al agente, así como casi 6.000 a su mujer. La Acusación Particular eleva esa cifra a 14.385 en el caso del policía y 7.147 en el de su mujer. Defensa solicita la libre absolución de su patrocinado.

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