Drago ha dedicado toda su vida a la Guardia Civil. Fue formado para ser un auténtico especialista en la detección de explosivos y con dos años y medio comenzó a estar operativo en las filas del Grupo Cinológico de Ceuta.
Ahora, con 13, llega el momento de jubilarse, de descansar, parar en su carrera y buscar un hogar en el que comportarse sencillamente como un perro más, dejando atrás un trabajo en el que ha marcado huella.
En esas está la Guardia Civil, en lograr que la misión más importante para Drago resulte exitosa y termine acogido en una casa adecuada.
“Ahora estamos buscando una familia de adopción para él”, explica a FaroTV el cabo primero Jesús Álvarez, jefe del Grupo Cinológico de la Guardia Civil de Ceuta.
“Nosotros, cuando los perros dejan de ser operativos, tenemos dos opciones. O se lo queda su guía o tenemos asociaciones que se encargan de distribuir animales según las solicitudes de acogida con esta edad y en estas circunstancias. A ver si sirve la presente para que a alguien le guste y desee adoptarlo, que se lo pueda llevar a casa”.
Drago es un labrador muy especial. Fue formado para una acción delicada en la que siempre ha destacado. Su carácter le ha hecho ser uno de los más queridos.
“Ya tiene edad, pero es muy bueno, está todavía muy activo, físicamente muy bien. Es muy cariñoso y tranquilo con los niños”, detalla.
Como buen profesional del Cuerpo, a Drago le ha tocado llevar a cabo servicios complicados, siempre orientados a la formación para la que fue entrenado. Al inicio de su vida operativa se le adiestró y tras pasar varias pruebas fue adjudicado a un guía, el que siempre le ha acompañado en su carrera.
“Drago siempre ha estado destinado en Ceuta con su guía, ha hecho muchísimos reconocimientos en los ferry que marchan dirección a Algeciras o cuando se ha solicitado alguna incidencia por alguna maleta sospechosa, ha trabajado para lo que ha estado entrenado”.
La plantilla del Grupo Cinológico de la Guardia Civil cuenta con varios canes especializados en la detección de explosivos, como es el caso de Drago, o en la de drogas y personas. Funciones específicas que desarrollar durante años en una ciudad frontera como es Ceuta.
“Ahora contamos con unos 20 perros que son detectores de explosivos, drogas o localizadores de personas, para buscar a desaparecidos o a quienes van ocultos para pasar ilegalmente a la Península como ocurre en la operación feriante”, detalla Álvarez.
“La vida operativa del perro acaba a los 8 años, pero si está morfológicamente apto puede continuar. Drago pasa con crece los ocho, pero está bastante activo”.
La labor de estos agentes caninos es fundamental, aportan todo aquello a lo que el humano no llega completando con su guía un tándem prácticamente infalible. Son unos auténticos privilegiados.
“Son fundamentales por lo privilegiados que son en cuanto al olfato. El humano tiene cinco millones de células olfativas y el perro empieza a alcanzar unos 250 millones por lo que tiene muchas características que utilizamos a nuestro favor”, explica Álvarez.
A Drago le toca colgar, como se dice, el uniforme. Vivir en un hogar y descansar, aunque siempre le acompañará esa etiqueta de haber sido alguien muy especial en la plantilla del Instituto Armado.
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