Llega Jorge Bravo a Ceuta. Que más que el presidente de AUME (la asociación de militares) es todo un símbolo de lo que cuesta y ha costado luchar para que la democracia entre en los cuarteles. Hoy con las leyes aprobadas y las mejoras, aunque escasas, conseguidas, resulta más fácil venir a Ceuta, sentarse ante los micrófonos y hablar. Hace unos años resultaba complicado. Y no les hablo de hace tantos. La última vez que Bravo vino a la ciudad -hará ocho o nueve años- al cabeza visible de AUME le siguieron más espías de la Comandancia que a un delincuente. Intentaron buscar quiénes eran los militares que se habían reunido con Jorge y querían saber sus nombres para luego actuar contra ellos en base a informes falsos. Todos nos acordamos de la nefasta época de los informes a civiles que se cerró con demasiada cobardía y que, de haberse conocido en profundidad, habría escandalizado a Ceuta entera por la gravedad de las órdenes que se seguían y luego se plasmaban en maquiavélicos documentos. De aquello se optó por pasar página dejando víctimas en el camino e intentos de suicidio. Con aquello se pasó página a una etapa oscura en la que destacaban luchadores como Jorge Bravo a quien se le aplicaron correctivos, se le quitó su libertad únicamente por defender los derechos de los militares. Jorge es un luchador, por si no lo sabían, y su lucha ha abierto un camino hoy más fácil. AUME tiene hoy fuerza porque ha habido personas que han querido que los militares sean personas. Poco a poco.