Se nos ha ido sin avisar, de forma inopinada, el abogado Jorge Martín Amaya, un colaborador de la Justicia en Ceuta al que estoy seguro de que magistrados, fiscales, funcionarios, compañeros y sobre todo los ciudadanos que han podido disfrutar de sus servicios profesionales, vamos a añorar.
Falleció repentinamente y tras una jornada laboral absolutamente normal, en donde pudimos departir amigablemente con él y con el fiscal, con ocasión de un juicio en la Audiencia Provincial, demostrándonos una vez más lo que mejor sabía hacer, simplificar, convertir en fácil lo difícil, convencer a unos y a otros con su sencillez y claridad en la exposición, sentido común e inteligencia natural reforzada con indudable duro trabajo y estudio y, fundamentalmente, lo que más valoramos los magistrados, su respeto y lealtad con los órganos judiciales sin ceder ni un ápice en la defensa de los derechos e intereses de sus clientes.
Profesionales como Jorge deben servir de ejemplo y referencia a todos los que se acercan a una profesión tan difícil y tan necesaria y que, en su parte humana, tanto consuelo aporta y tanto reconforta a las personas que se encuentran con problemas jurídicos que a veces suponen auténticos dramas.
Con 49 años, desprendía la ilusión y la determinación de un joven principiante.
Se nos ha ido en la flor de la vida, en plenitud de facultades y de una forma tan inesperada que a muchos nos va a resultar difícil salir del golpe que nos ha producido tan triste acontecimiento, que no por ser ley de vida deja de ser impactante y doloroso.
A su familia, esposa, tres hijas y su madre, sólo decirles que sus lágrimas por un dolor tan profundo espero vayan dejando paso con el tiempo a un sentimiento de orgullo, al comprobar el reconocimiento y agradecimiento de cuantos tuvimos la suerte de tratarlo y de compartir con él un anhelo a veces tan complejo de alcanzar: el ideal de la Justicia.
Jorge, hasta siempre, y qué suerte haberte conocido. Sin duda te echaremos de menos.