No cabe duda de que un jefe que sea humilde con sus soldados y que sepa tratarlos como personas conseguirá de ellos que lo quieran y que lo admiren, como en este caso se hizo acreedor el fallecido coronel Melquiades Rico Eguibar, tal como así lo escribió un intelectual: “cuando te halles querido de las tropas, serás bien servido por ellas”, Marqués de Santa Cruz de Marcenado.
De las estepas rusas a los combates de Ifni
El coronel Melquiades Rico Eguibar había nacido en Oviedo y pronto sintió en sus venas la carrera de las armas, ingresando como voluntario en el entonces regimiento de Infantería Milán como soldado, interviniendo con su regimiento en varios frentes donde adquirió en su expediente el ‘valor acreditado’. Más tarde ingresaría en una de las academias de alférez provisionales, que se harían acreedores a esta leyenda de ‘alférez provisional, cadáver efectivo’, debido a las numerosas bajas que sufrían. Tras los cursos correspondientes, sería nombrado teniente provisional de Infantería, habiendo alcanzado el ‘valor acreditado’ en varias acciones de guerra y a su vez condecorado en varias ocasiones.
En su expediente personal constan las grandes cualidades profesionales, como así hace constar el coronel-jefe del Grupo de Tiradores de Ifni: “es jefe de gran competencia y capacidad de trabajo, lealtad absoluta en su misión”.
El 10 de agosto de 1943 el entonces teniente Melquiades Rico Eguibar se alista voluntario en la División Española de Voluntarios, siendo destinado al Grupo de Exploración de dicha división al mando de la 1ª Sección del 2º Escuadrón de dicho grupo. Con su unidad participa en las operaciones del frente de Leningrado, enfrentándose al enemigo en varios ataques. En uno de ellos llegó al cuerpo a cuerpo con la bayoneta calada y en tenacidad con sus hombres, logra hacer huir al enemigo e incluso capturar a un prisionero ruso.
El 12 de diciembre de 1943 asciende a capitán y con motivo de la disolución de la División Azul, solicita voluntario en la ‘Legión Azul’, cuyo jefe era el coronel Antonio García Navarro. El ya capitán Melquiades Rico Eguibar interviene al mando de su compañía en varios combates contra el enemigo hasta el 15 de mayo de 1944, momento en el que es disuelta la ‘Legión Azul’ y regresa a España.
Posteriormente, en 1956 ya como comandante, es nombrado jefe del IV Tabor de Tiradores de Ifni, donde intervendría en varias operaciones para liberar los puestos sitiados por las Bandas Rebeldes del Ejército de Liberación Marroquí. Merece una mención especial la liberación de los sitiados de la sección del teniente Ortiz de Zárate que, en un golpe de audacia y con valor, con su tabor logró liberarlos, entre ellos al capitán médico Jorge Freixas Oto y al brigada practicante Manrique, además de recuperar a los muertos y heridos y a los supervivientes de dicha sección tras un asedio de varios días, sin apenas alimentos ni agua, llegando al extremo de tener que beber sus propios orines. Dicha liberación fue un cuadro conmovedor, con los sitiados abrazándose a los componentes del IV Tabor entre lágrimas.
El abrazo del soldado con su jefe
Melquiades Rico Eguibar a lo largo de su larga vida militar supo granjearse el cariño de sus soldados. Se interesaba por todas sus necesidades con el fin de aliviarlas, y por ellos sus soldados veían no solo a un jefe, sino a un padre. Por ellos nada más elocuente que recordar a esta gloria de las letras sobre los soldados: “estos son españoles, bien o mal pagados, todo lo sufren en cualquier asalto, solo no sufren que les hablen alto”, Pedro Calderón de la Barca.
Buena prueba del corazón del coronel Melquiades Rico Eguibar, fue estando al mando del batallón de Infantería de Lanzarote, cuando un determinado día de diciembre de 1973 se hizo patente el valor de la condición humana. Llegó al cuartel del batallón Lanzarote un hombre ya cargado de años y se presentó al entonces teniente coronel-jefe de dicho batallón, Melquiades Rico Eguibar, y le dijo que había sido su asistente en Ifni. En ese momento, ambos se fundieron en un abrazo con algunas lágrimas sobre sus mejillas. Desde ese momento, este hombre natural de Soo, Lanzarote, aprovechaba y en su furgón llevaba a su teniente coronel cientos de ricas sandías, ordenando este que las llevasen al comedor para que las degustasen sus soldados.
En un gesto que honra a los grandes hombres, el teniente coronel Rico Eguibar le dijo, junto con sus antiguos soldados que próximamente celebrarían la patrona de Infantería, y quería que asistiese él junto con sus paisanos de Soo a pasar ese día grande todos juntos. Y así fue. Casi un centenar de vecinos de Soo, junto con su asistente, disfrutaron de la patrona de Infantería. Pero un gesto que honra a los grandes hombres fue como el que dispuso de 15 días de permiso extraordinario a los soldados naturales de Lanzarote para que fuesen a trabajar al campo a la recolección de las cosechas, Guillermo Topham, La Provincia, 12 de diciembre de 1973.
Las extraordinarias cualidades del fallecido coronel Melquiades Rico Eguibar lo corroboran dos de los componentes de su IV Tabor en Ifni: “era un magnífico jefe preocupado por sus subordinados”, Eduardo Guillén Gosálvez, coronel de Infantería, fue teniente en su IV Tabor; “Fue mi jefe del IV Tabor. Vi en él un hombre bueno y muy preocupado por sus soldados”, Nazario Sellés Buforn, soldado de la 23ª Compañía del IV Tabor de Tiradores de Ifni.
Hoy en la actualidad la figura de este gran soldado así lo citó un intelectual: “los individuos mueren; pero la parte de verdad que han concebido, el bien que han hecho, no se pierde con ellos. La humanidad lo recoge y los hombres que después pasean sobre su sepultura se benefician de ello”, G. Mazzini, político italiano.