Antes de aceptar, a mediados de julio, convertirse en director provincial de Educación, Javier Martínez, que también lo fue de Trabajo y Asuntos Sociales entre 2005 y 2007, cuando dimitió, ha pasado los últimos once años trabajando a pie de ‘obra’ como inspector y jefe de la Inspección en Ceuta.
–Con su bagaje, ¿tiene claro el diagnóstico sobre qué falla en la Educación en Ceuta?
–Sí. Las leyes son importantes pero la sociedad lo es más. Lo que nos pasa en Ceuta es que la población tiene el índice socioeconómico y cultural que tiene. Aquí tenemos los peores indicadores en Educación pero también el mayor riesgo de pobreza de este país. Hay que mirar qué porcentaje del alumnado ceutí no tiene los recursos materiales necesarios más allá de para subsistir, carece de un sitio para estudiar en condiciones, no tiene acceso a libros, sus padres no pueden ayudarles... Si sumamos todo eso y añadimos un déficit de infraestructuras enorme, que las ratios son las más altas del país, que el porcentaje de estudiantes con necesidades educativas también...
–¿Es más difícil trabajar con la incertidumbre que genera el mapa político nacional?
–Sí pero yo estoy convencido de que por primera vez este Ministerio de verdad se va a tomar en serio lo que ocurre en Ceuta y Melilla.
–¿Por primera vez?
–Desde hace mucho tiempo. Desde hace bastantes años. El jueves me ha citado el secretario de Estado y eso demuestra que hay una predisposición hacia esta ciudad. Los cambios en Educación son lentos: no espero mejoras sustanciales de pronto en porcentaje de graduados en Secundaria o de aprobados en las pruebas de acceso a Ciclos Formativos de Grado Superior pero sí podemos mejorar las políticas educativas y hacer un esfuerzo muy grande para avanzar en infraestructuras.
–¿Dónde va a pedir a Madrid que ponga en acento?
–Las infraestructuras son básicas y contar con los profesionales necesarios también.
–¿Primero nuevos centros y después más docentes?
–Necesitamos, primero, una buena planificación. La concentración de colegios en el Polígono y El Morro fue nefasta hasta el punto de que hubo que parar un colegio que ya había aparecido en el BOE, el número 18, para no tener que cerrar otro. Las necesidades están identificadas: tenemos que conseguir un centro en el Brull, no un IES ni un colegio, un Centro de Enseñanzas Obligatorias con algo postobligatorio como, por ejemplo, Bachillerato. Puede ser una buena solución para liberar la presión sobre el CEIP Lope de Vega, que como muchos otros sufre un estrés tremendo y precisa de tres periodos de recreo para que el alumnado quepa en el patio. Al ‘Andrés Manjón’ le pasa algo parecido y estamos valorando que la Ciudad nos ceda suelo para construir. Hemos tenido que habilitar espacio tras espacio para tener más aulas y hemos dejado a los colegios sin gimnasio, sin salón de actos, sin sala de profesores… En Secundaria tenemos 6 institutos, todos enormes y masificados. El ‘Camoens’ es un ejemplo, con bachilleratos por encima de 35 alumnos. Se quejan los docentes, los alumnos y los padres y es lógico.
"Aquí hubo alguien que se saltó la ley con la escolarización pero las tonterías se acabaron"
–¿Y en la periferia?
–Queremos recuperar el proyecto de un nuevo colegio en Loma Colmenar. Vamos a mejorar con el traslado del alumnado de Secundaria y Bachillerato del IES Puertas del Campo al antiguo José Acosta y desde luego hay que recuperar más temprano que tarde la idea de un Centro Integrado de FP y hacerlo más temprano que tarde porque somos la única ciudad de España que no tiene. Eso nos pasaba también con la Escuela de Arte, que ahora debe crecer. Vamos a empezar con un ciclo formativo pero la de Melilla tiene seis, para que podamos comparar.
–Lleva once años inspeccionando a maestros y profesores de Ceuta.
–Yo no encuentro diferencias entre los maestros y profesores de Ceuta y con los de otros puntos de España. A mí esas cosas de que un instituto no se qué o en un colegio no sé cuál… Todos son igual de buenos y tienen los mismos conocimientos científicos o más que los de la península. También hay que decir que la ciudad ha cambiado y que el profesorado se debe adaptar a un alumnado distinto al que hay que saber atender, primero admitiendo que la lengua materna no es un problema porque el bilingüismo siempre es una fortaleza.
–¿No lo relaciona con el fracaso escolar?
–A lo mejor se ha trabajado mal pero el profesorado de Infantil ha adoptado nuevas metodologías y se ve que se está mejorando en el dominio de la lengua vehicular que tienen que conocer, el castellano. Hace una década los maestros quizá no sabían cómo afrontar la realidad de un alumnado que mayoritariamente tenía otra lengua materna pero eso ha cambiado. Además, hay grupos en la Asamblea que, como el PSOE, están planteando iniciativas para paliar las diferencias socioeconómicas que, como decíamos al principio, se reflejan en los resultados académicos.
–Solo le han dado 23 docentes más en el cupo para este curso
–Hemos aumentado el cupo docente y hemos creado algún grupo nuevo. Con los maestros y profesores que tenemos hacemos frente a las necesidades con bastante comodidad. Nos hubiera gustado más, claro, pero ahora mismo no es posible y no se puede pasar de la nada al todo. La reversión de recortes en jornadas semanales no se podrá hacer este curso pero la intención de la ministra es hacerlo. El secretario de Estado, Alejandro Tiana, quiere tener información de primera mano sobre la situación de la ciudad y yo se la voy a trasladar punto por punto en todos los aspectos.
–¿Cuáles son sus prioridades?
–Queremos trabajar, al margen de los puntos en los que el Ministerio quiera pisar el acelerador, en tres ámbitos. Por un lado, en la participación de los padres, sobre todo en Infantil y Primaria. Cuando hablamos de Finlandia y los casos de éxito se prueba que una clave es la participación de los padres y que aquí es muy baja. En la elección de consejos escolares ha habido veces en las que han votado quince padres de 1.500 estudiantes. Es una barbaridad y prueba falta de implicación. Yo recuerdo que en algún colegio hicimos proyectos interactivos y tertulias dialógicas con progenitores que recibieron clases de castellano se vio una satisfacción profunda entre las personas que ya podían ir solas y directamente a preguntar al tutor de sus hijos por ellos. Esas cosas son importantísimas.
–¿Qué más?
–La formación del profesorado, sobre todo de Secundaria, que se capta con un sistema de oposiciones que no es perfecto y que seguramente hay que mejorar. En algunas Autonomías como Canarias ya hay una segunda prueba que es dar una clase. Yo siempre digo que no queremos los mejores biólogos sino los mejores profesores de Biología. Quien apueste por ser docente tiene que hacerlo también por usar metodologías que favorezcan los procesos de enseñanza y aprendizaje. Uno puede ser un magnífico ingeniero industrial y un pésimo profesor de Matemáticas.
"Una clave del éxito académico es la participación de las familias del alumnado y aquí es muy baja"
-¿Y la tercera?
–El paso entre Primara y Secundaria es demasiado abrupto, muy alto. Muchos niños y niñas que en el colegio han ido de forma correcta se quedan en los primeros cursos de la ESO. Hay alguna experiencia que ha demostrado que el tramo 10-14 años hay que moverlo con metodologías nuevas.
–¿Formación Profesional?
–Este Ministerio ha cambiado hasta su nombre y va a apostar de forma decidida por la buena FP. El Ministerio quiere que Ceuta y Melilla sean ejemplos, con nuevos ciclos, experimentando, con nuevas familias profesionales en busca de yacimientos de empleo, nuevas metodologías y didácticas compartidas con las empresas… Todo siendo conscientes de las enormes dificultades que plantea un tejido productivo que es el que es.
–¿Con la escolarización se acbaron los chanchullos?
–Sí. Las tonterías se terminaron. Aquí hubo alguien que un día sí y otro también se saltó la ley y nosotros no lo vamos a hacer. En esta casa seguimos teniendo una enorme presión con ese tema. Cada día recibimos a diez, doce o quince personas pidiendo colegios y cambios. Tenemos las plazas justas y yo pongo la mano en el fuego por las personas que lo llevan y por su seriedad. Vamos a intentar mantener la ratio de 25 niños por clase y, si no podemos, queremos abrir otra aula aunque haya que estresar un poco más a los centros.